El futuro político del oficialismo depende del resultado electoral que consiga el año que viene en la provincia de Buenos Aires. Pero especialmente de lo que ocurra en la región del Conurbano, gobernado en forma mayoritaria por intendentes peronistas pocos sensibles a un cambio en la cultura de gobierno al que son refractarios por sospecharlo de incompatible con el poder que representan.
María Eugenia Vidal no precisó del obvio recordatorio de Juanchi Zabaleta en la anacrónica evocación del PJ a Antonio Cafiero: con el peronismo no alcanza, pero sin él no se puede. La recorrida efectuada por La Matanza y Lomas de Zamora la semana anterior al 6 de septiembre encierra un mensaje que preocupa a caudillos como el intendente de Hurlingham. El liderazgo que pretende ejercer incluye el reconocimiento pleno de su autoridad en todo el territorio.
Lo que inhabilita en lo formal la diplomacia de Emilio Monzó con esos jefes comunales. Sin silla en la mesa chica que integran Vidal, Horacio Rodríguez Larreta y Marcos Peña, el titular de la Cámara de Diputados fue el único en esquivar el castigo simbólico impuesto a los ejecutores de su política: la desafiliación al peronismo para sumarse a la conducción del PRO bonaerense que Vidal encabezará desde octubre.
Podría constituir el primer paso de una estrategia hacia el principal partido opositor. La diferencia entre Vidal y Monzó es sensible. El papel a desempeñar por Cristina Fernández de Kirchner y de Sergio Massa si permanece vacante la aparición de una figura capaz de aglutinar una tercera opción que facilite la victoria de Cambiemos.
Involucra también a la subdivisión de La Matanza agitada por Margarita Stolbizer pero sobre la que acaba de colocar un sugestivo paréntesis Massa. Lo que abre dudas sobre la capacidad de la diputada GEN para evitar la peronización de UNA si es que finalmente confirman una alianza. O si es la excusa para no hacerlo con Vidal, en trance de asimilarse a esas formas.
Protocolo. Es la novedad del protocolo en las visitas al Conurbano. El método del PJ para disciplinar aplicado por otras manos. Lo padeció Verónica Magario, excluida del escenario compartido por Mauricio Macri y Vidal en la ampliación de una embotelladora en Virrey del Pino por aparente acuerdo entre el Ceremonial del Presidente y un viejo conocido: Walter Canido, dueño de la planta levantada en tierras fiscales por una ordenanza de excepción tramitada en su gestión como titular del Concejo Deliberante en el gobierno de Fernando Espinoza.
El distanciamiento hecho público con Cristina fue una reacción tardía de la intendente de La Matanza que descolocó al ala peronista de Cambiemos, la más comprometida desde hace meses en limitar la penetración de la ex presidenta en esa geografía donde su imagen positiva es de 35 puntos.
Una razón menos oculta del proyecto para dividir el partido que el respeto a la voluntad de sus vecinos al que apela Massa para justificar la reciente prudencia sobre el proyecto que impulsa en la Legislatura el diputado de Stolbizer, Marcelo Díaz. Incide en esa conducta la coincidencia con Magario en rechazarlo de Rubén “El Negro” Ledesma.
También secretario general de la seccional La Matanza del Sindicato de Comercio, el diputado provincial de UNA tiene pendiente la habilitación municipal de la clínica que ese gremio tiene en Villa Luzuriaga, Camino de Cintura y Venezuela, y el Campo de Deportes sobre la ruta 1001 en González Catán. Ledesma aspira a renovar mandato como legislador en 2017.
Para enfriar el entusiasmo con esa medida en Cambiemos pesa más la amenaza de reunificación de dos de los tres bloques del Frente para la Victoria en Diputados por la sanción del Presupuesto que el acercamiento de Stolbizer a Massa. El debate sobre el nuevo promovería la unidad de La Cámpora con los que responden a intendentes dialoguistas. El jefe de esa bancada, Walter Abarca, hizo saber al Ejecutivo que el avance sobre La Matanza puede complicar ese trámite.
Pero el temor a una derrota frente a Massa está presente en la búsqueda del acuerdo. La apelación a una figura antediluviana como Cafiero para lograrlo expresa las dificultades de ese proceso que proclama la necesidad de una autocrítica de los últimos 12 años. Por ahora incluirá sólo la discusión presupuestaria con la intención de evitar que la próxima vuelva a ser capitalizada por el líder de UNA.
Lomas. Martín Insaurralde tributa a la crisis de Monzó con Vidal. El titular de la Cámara de Diputados pretende incorporarlo como ministro de Desarrollo Social de Macri en acuerdo con los intendentes del grupo Esmeralda. Lo que implicaría el desplazamiento del gabinete de una aliada de Vidal, Carolina Stanley. Esposa del ministro de Gobierno bonaerense, Federico Salvai.
Monzó critica el acuerdo de Stanley con el Movimiento Evita para incrementar el número de planes sociales que administra. Es difícil que desconozca el acuerdo de Insaurralde con el diputado provincial y líder piquetero Fernando “Chino” Navarro que controla la Secretaría de Salud municipal con su hijo Juan Francisco. Más probable es que esté persuadido de la imposibilidad de derrotar al peronismo en la Tercera Sección Electoral, donde Vidal construye un polo propio en torno al intendente de Lanús, Néstor Grindetti.
En esa tensión se inscribe la visita por sorpresa que el 31 de agosto Vidal y su gabinete efectuaron al Palacio Municipal de Lomas de Zamora para zozobra de Insaurralde. La puja por Grindetti es aludida en el reclamo de la gobernadora por un trato igualitario a todos los intendentes con la distribución de obras públicas desde el Ministerio del Interior. Su titular, Rogelio Frigerio, es aliado de Monzó. A problemas de agenda atribuyó la ausencia en la firma de convenios por 300 millones de pesos en el Municipio de Lanús.
El pragmatismo de Macri es el mantra que invoca Monzó y su equipo para superar diferencias de apariencias insalvables. No tanto por creencia súbita en el budismo zen sino por necesidad. “Son tan pocas las posibilidades de correrse que ni Carrió quiere irse de Cambiemos” ironiza uno de sus colaboradores. Si no fuese como esperan deberán acostumbrarse a vérselas con Mariú, el lado menos conocido de Vidal.
Sondeos y disensos
En la interpretación del Ministerio del Interior de los sondeos en poder del Gobierno, Cristina Fernández de Kirchner canaliza el descontento con el ajuste asociado a Mauricio Macri. Los números les resultan inquietantes: en Neuquén logra un 29% contra 38% del Presidente. Mientras que en Tucumán la diferencia entre ambos es de apenas 4 puntos. 28 para la ex presidenta y 32 para el actual.
Ese escenario de polarización merece distintas interpretaciones. Para Vidal, Rodríguez Larreta y Peña es un antagonismo favorable. Para Monzó y su equipo una amenaza latente si, con números más potentes en Santa Cruz, CFK elige ser senadora por esa provincia y bendice a Scioli para que lo sea en Buenos Aires, donde ambos miden parejo: 35%.
Sin otra figura emergente, los intendentes que organizaron el recordatorio a Cafiero quedarían sin opciones electorales entre el kirchnerismo y Massa, en una interna abierta a librarse en las legislativas del 2017. Tal vez paso previo a un acuerdo de unidad. El macrismo confía en la buena imagen positiva de Vidal, casi 70%, para espantar ese fantasma.
Es lo que comunicaron Vidal y Salvai a intendentes de la Primera y la Tercera Sección Electoral en la cena del San Juan Tennis Club del 7 de septiembre, donde comenzó a analizarse el armado electoral de Cambiemos.