El siguiente texto es parte de la introdución del libro Imágenes apuntadas, los relatos de un fotógrafo. En él, el autor explica cuál fue su intención al reunir estas imágenes que describen su búsqueda personal, pero también su mirada sobre la sociedad argentina de los últimos cuarenta años.
“Siempre me gustaron los libros de fotos: abrir alguno y quedarme, quizás por media hora, con la vista clavada en una misma imagen. Si se trata de un gran maestro de la fotografía, de Cartier Bresson por ejemplo, además del disfrute de apreciar su mirada trato de descubrir los secretos de la composición, la manera como construyó la imagen.
”Con los años fui armando una pequeña biblioteca de libros fotográficos. Ellos y los consejos de mis colegas fueron mi escuela. De alguna manera, ‘estudio’ abriendo los libros y pasando lentamente sus páginas. El cine y la literatura hicieron el resto. Y así fui formando mi mirada.
”De los fotógrafos que me interesan leí mucho: reportajes, entrevistas, críticas. Pero varias veces sentí que me hubiera gustado, además, conocer sus vivencias en primera persona. Saber más de las circunstancias en las que apretaban el disparador; empaparme de las sensaciones más genuinas, esas que se desprenden de haber estado en el lugar (y en el momento) de los sucesos.
”Así nació este libro. Quise contar las historias escondidas detrás de las imágenes. Desde mi primera cobertura periodística, un atentado de Montoneros durante la última dictadura, pasando por las fotografías de las Madres de Plaza de Mayo o el juicio a las Juntas Militares, única vez que empañé el visor de mi cámara con lágrimas.
”Hay relatos de los alzamientos carapintada, la mano de Dios de Maradona en el Mundial de México, el ataque guerrillero al cuartel de La Tablada y los recuerdos que tengo de haber fotografiado a Sabato, Benedetti, Charly García y Mercedes Sosa. O al papa Francisco en su versión ‘de entrecasa’, cuando no era la figura máxima de la Iglesia. También comparto mi experiencia con los monjes cartujos, la celebración en homenaje al Gauchito Gil y el día en que Estela de Carlotto recuperó el nieto 114: su nieto. Esta es la historia de un aprendizaje. Casi toda mi vida. Los relatos de un fotógrafo.”