ELOBSERVADOR
Gavin Wood, inventor de la blockchain Polkadot

“Mi propósito es crear soluciones tecnológicas que hagan mejor mi vida y la de los demás”.

En su primera entrevista a un medio no especializado, el empresario Gavin Wood habla con PERFIL sobre transparencia en la web, las intervenciones gubernamentales y “contratos sociales” tecnológicos imposibles de leer por la gente de a pie. Una crónica desde Bali, Indonesia: el primer país del mundo cuyo gobierno anuncia que, como parte de su plan de transofrmación digital, adoptará el sistema Blockchain para ofrecer seguridad informática.

05_10_2025_gavin_wood_blockchain_polkadot_cedoc_g
| cedoc

A las 12.30, la sala ubicada al final del corredor principal del salón de eventos del Merusaka Nusa Dua Hotel, en Bali, me ofrecía un silencio perfecto.

Abrí la laptop y retomé la conversación con mi agente de IA, a quien, en inglés, le pedí que volviéramos a discutir acerca de cuán factible resultaría que Blockchain fuera adoptada en países cuya población se rige por férreas tradiciones y obligaciones religiosas. Después de todo, estaba en Indonesia, el país con mayor cantidad de musulmanes del mundo.

Todavía me quedaba una hora y media para entrevistar a Gavin Wood, doctor en Computación por la Universidad de York; cofundador de Ethereum 2013 –la blockchain más utilizada del mundo, 17,2 mil millones de dólares en transacciones diarias este año–; creador de Solidity (2014), el software para sellar contratos inteligentes sobre Ethereum; fundador de Parity Technologies (2015), empresa que desarrolla infraestructura de software para Ethereum; CEO de Web3 Foundation, la organización que invierte en investigación sobre el futuro de una internet descentralizada, e inventor Polkadot, una blockchain de blockchains, o red de interoperabilidad de todas las cadenas de bloques que existen.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Noventa minutos, y haría la entrevista más importante de mi vida, no solo por la talla del entrevistado, sino incluso porque, hasta este momento, Wood jamás había dado una nota a un medio no especializado. Noventa minutos.

Analizando, con mi agente de IA, pros y contras de incomodar a Gavin Wood con algua pregunta incisiva, tomaba agua, caminaba alrededor de la mesa, chequeaba el teléfono, repasaba datos.

Entonces, súbitamente se abrió la puerta, enorme, de madera tallada, y dos señores vestidos de negro ingresaron a la sala. Me preguntaron en inglés quién era yo y por qué estaba allí. Contesté: “Soy periodista, y estoy preparándome para entrevistar a Gavin Wood”.

Confirmaron mi identidad y recuperaron cierta calma. Me explicaron que esa sala había sido reservada para el propio Gavin Wood, y que ellos llegaban antes para revisar que todo estuviera en condiciones. Entendieron que yo no lo sabía, que simplemente había sido un malentendido. Entonces gentilmente me acompañaron al subsuelo, donde el set de filmación ya estaba preparado.

Cuarenta minutos antes de las 14 me encerré, pues, en una sala de reuniones del subsuelo del hotel, y retomé la conversación con mi agente de IA. Entonces recibí un mensaje de Giselle Heleg, mánager de Strategic Partnerships and Business Affairs, de Polkadot Blockchain Academy (PBA), preguntándome si estaba nervioso. “¡Justo! –pensé– ahora que estoy a punto de hacer la entrevista, es momento de agradecerle”. Al fin de cuentas, yo estaba allí por ella.

Dos semanas antes de aterrizar en Bali, Giselle y yo habíamos vuelto a hablar luego de algunos años de no hacerlo. La conocí en 2018, en la Fiscalía General porteña, cuando cubrí el lanzamiento de Prometea, el primer sistema predictivo –una IA simple comparada con lo que hoy conocemos–, aplicado a la Justicia, programado de acuerdo con los altos estándares de derechos humanos vigentes en nuestro país.

En ese entonces, Gigi, abogada experta en tecnología, formaba parte del equipo de Juan Corvalán, director del Laboratorio de Inteligencia Artificial de la UBA (UBA Ialab), uno de los mayores referentes del desarrollo de inteligencia artificial en español. Fundado el laboratorio, investigamos juntos, enseñamos en el mismo posgrado y colaboramos en obras pioneras en la materia, como el Tratado de Inteligencia Artificial y Derecho, editado por Thomson Reuters (2021). La vida continuó y, mientras yo emigré a los Estados Unidos, Gigi se incorporó al equipo de PBA, liderado por Pauline Cohen Vorms y Marina Marchesotti.

En ese contexto, el martes 19 de agosto Gigi me invitaba a vivir y narrar la experiencia del campus en Bali, y cubrir Governance For New Leadership, donde líderes de 39 países se encontrarían para profundizar en las oportunidades que ofrece Blockchain en materia de gestión de la información. “¿Por qué Indonesia?”, alcancé a preguntarle en aquella videoconferencia. “Porque es el primer país del mundo cuyo gobierno anuncia que, como parte de su plan de transformación digital, adoptará Blockchain para ofrecer a la ciudadanía transparencia y seguridad informática”, me respondió ella, contundente, desde exactamente el otro lado del globo terráqueo.

Acepté.

Investigué que Indonesia es el país con más cantidad de musulmanes en el mundo, pero el hinduismo también tiene muchos adeptos. Confirmé que Indonesia es un archipiélago de más de 17 mil islas, de las cuales alrededor de 9 mil están habitadas. En cada una hay un dialecto, y la dispersión geográfica y poblacional hace que el manejo de la información sea un desafío, sobre todo considerando la carencia de recursos.

Así, el viernes 5 de septiembre volé desde Miami a Doha, y de allí a Denpasar, Bali, donde me esperaba un auto para llevarme al hotel. Fueron 24 horas de vuelo, más 12 de ajuste horario y un potente jetlag. Del domingo 7 al martes 9 simplemente no pude acomodar mi biorritmo, pero luego mi entorno se volvió de colores.

La edición Bali 2025 de Polkadot Blockchain Academy consistió en, por un lado, reunir a más de cien programadores de todo el mundo, que se entrenaron siendo asistidos por los tecnólogos de Polkadot, para trabajar en casos de uso que el gobierno de Prabowo Subianto planteó: trazabilidad para la industria pesquera y acreditación descentralizada de identidad, entre otros.

Por otro lado, líderes no técnicos de cuarenta países conocieron las cualidades de Blockchain y sus múltiples usos. Sin llegar al código, vieron su potencial, analizaron marcos regulatorios, comprendieron que la Web3 plantea una evolución que va ganando terreno. El desarrollo que Indonesia ya tiene montado sobre Polkadot, llamado Mandala Chain, es el primer instrumento que el país logra poner en práctica, pensando también –además de la exportación de pescado y la identidad ciudadana– en la información bancaria y de salud.

Adrian Keet, indonesio, es uno de los principales responsables de Mandala Chain. En charla con PERFIL, junto a Ery Punta (del mismo país), consejero de Mandala Chain y presidente de la Indonesian Blockchain Society, Keet señala: “Creamos Mandala Chain porque comprendimos que Indonesia necesita digitalizar la gestión de información pública, lo cual figura en el plan de transformación digital del gobierno previsto hasta 2045. Pero, entonces, fuimos directamente a lo más eficiente, es decir, lo hicimos sobre Blockchain, porque su arquitectura nos garantiza transparencia, seguridad, trazabilidad e inmutabilidad”.

Punta agrega: “Recientemente, el Parlamento de nuestro país votó algo similar al Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) europeo, pero elegimos Blockchain porque sabemos su potencial. Ahora mismo estamos llevando adelante el proyecto ID Chain, con el que ofrecemos a la ciudadanía la posibilidad de identificarse con diferentes credenciales según la situación”.

Acerca del particular interés en adoptar Blockchain para la trazabilidad en la exportación ictícola, Ery Punta subraya: “Nuestros clientes nos están reclamando, en ocasiones, por mercadería que no hemos vendido nosotros. En materia de exportación pesquera, no es fácil brindar certeza a todos los actores que intervienen en el negocio. Por eso, Mandala Chain es fundamental”.

La blockchain Polkadot ha demostrado robustez y resiliencia, según los expertos. De hecho, mientras en otras cadenas de bloques hubo alteraciones o hackeos, la última creación de Gavin Wood fue concebida como una blockchain reforzada, porque cada transacción –cada acción que se realiza en esa red– es validada por un nodo, o tercer validador.

Además, Polkadot está compuesta por varias cadenas de bloques que funcionan paralelamente –por ello se las denomina parachains–, interconectadas mediante una Relay Chain, o cadena central, lo que hace que, si se cae una parte de la red, eso no afecta el funcionamiento del conjunto.

Suena abstracto y brillante a la vez, sin dudas, y más si consideramos que todo esto ocurre en el plano inmaterial, es decir, es puro software. El sistema de almacenamiento descentralizado y distribuido, y las validaciones, ocurren entre los miembros de cada blockchain, es decir, sus dispositivos conectados a internet.

No se necesitan servidores como en el modelo centralizado de almacenamiento que hoy conocemos; en términos propios de la jerga: “We don’t need the middleman anymore” (“ya no necesitamos intermediarios”).

Volvamos a la relación entre el país con mayor cantidad de musulmanes del mundo y Blockchain. “Indonesia tiene alrededor de 50 millones de usuarios de criptomonedas –el 20% del total de habitantes– y es el país donde más creció el uso de esta tecnología durante 2024”, afirma Mas Witjaksono, indonesio, uno de los empresarios más ricos e influyentes de su país, fundador de Globalasia Infrastructure Fund, y uno de los mayores líderes de la comunidad musulmana en el país.

“Más del 65% de nuestra población es joven –menos de 30 años– y están dispuestos a usar nuevas tecnologías para crecer, pero necesitamos mucha educación para que nuestros líderes políticos, que no son tan jóvenes –risas– encargados de regular Blockchain, puedan hacerlo sin obstaculizar la innovación”, explica.

A 15 minutos de las 2 de la tarde, la tensión en el subsuelo del Merusaka Nusa Dua Hotel va creciendo. Alguien del equipo de prensa de la organización me avisa que tendré poco más de veinte minutos con Gavin Wood, porque luego dará otra entrevista, para un medio cripto. El guardaespaldas con el que llegué hasta la sala de conferencias se asoma y me pregunta si ya he hablado alguna vez con Wood. Le respondo que no, y me pregunta si tengo interés en conversar un poco off the record antes de la entrevista.

Por supuesto que acepto, sobre todo luego de haber presenciado su charla dos días antes, en la que por primera vez lo tuve delante. Durante media hora, generalmente mirando el suelo y con tono circunspecto, reflexionó sobre las bases y el futuro de la sociedad moderna. “Más verdad y menos confianza” fue una de las ideas sobre las que volvió varias veces utilizando una presentación en pantalla más que sobria.

“La gente confía en entidades como gobiernos o empresas cuyo funcionamiento está amparado por contratos y leyes, pero resulta que generalmente esas normas, si las analizamos, no son más que caprichos”, sostuvo con algo de fastidio, ante un auditorio fascinado. Asimismo, hizo hincapié en la necesidad de educar para que las decisiones que tomemos sean racionales, y no basadas en emociones.

Más allá de sus duros postulados en relación con lo que se conoce como Economía de la Información (o de los datos), ante preguntas del público, Wood dejó entrever que posee una curiosidad por la vida humana que supera su escepticismo. ¿Pretende un mundo más justo? Sí, de acuerdo con sus expresiones en esa parte de la charla en la que se dispuso a responder preguntas. Quizá eso explica que, según CNBC, en 2022 donó 5,8 millones de dólares a Ucrania, un mes después de que fuera invadida por Rusia.

En sintonía con lo anterior, Pauline Cohen Vorms, francesa, CEO de Polkadot Blockchain Academy, afirmó: “Nosotros hemos decidido ofrecer un programa específico para quienes toman decisiones, especialmente en las diferentes áreas de gobierno, porque creemos que es importante que la tecnología sirva para hacer mejor a la sociedad”.

Ella, junto con Marina Marchesotti, argentina, responsable de negocios de la misma entidad, son quienes se encargan de la divulgación de la filosofía Web3 –y los programas educativos de Polkadot– cuyos principios se resumen en: a) los datos son de quienes los generan, y de nadie más; b) las transacciones digitales deben ser seguras en todo el mundo; c) los intercambios digitales de información y valor deben ser descentralizados.

“Indonesia tiene una dispersión a la que le viene muy bien la descentralización de Blockchain, incluso porque con las comunidades que se pueden generar –N de R: referencia a las DAO, organizaciones autónomas y descentralizadas– es posible que cada miembro tenga voz y voto, con una infraestructura simple, que a este país le hace falta”, explicó Marchesotti.

La charla con ambas aclara visiones simples y contundentes sobre esta nueva internet. “Ya no necesitamos middleman para que el arte tenga valor y pueda ser reconocido –explica Cohen Vorms–, porque una plataforma montada en Blockchain asegura que tú puedas exponer tu obra y alguien pueda comprarla. En el modelo que conocimos hasta ahora, las empresas que centralizan la información se quedan con la mayor parte del valor”. “Esa es la principal razón por la que yo me interesé por esta tecnología”, agrega Marchesotti, que fue productora de espectáculos.

Mientras conversamos, en el set de televisión montado en el hall central, el paisaje es tan variopinto que cuesta describirlo. En Bali, la tradición indica que todos los jueves quienes trabajan en el sector servicios utilicen atuendos especiales, que incluyen faldas largas y a cuadros, tanto en hombres como en mujeres. El programa de actividades diarias que distribuye la organización del campus indica, luego de cada descanso, un momento para rezar –lo que ocurre en lugares específicos, separados por sexo–, porque la población musulmana se detiene cinco veces por día para elevar sus oraciones.

Muchas mujeres llevan la cabeza cubierta. El nombre de cada persona se conforma por no menos de cuatro palabras, que pueden indicar el sexo, el orden de nacimiento en la familia y la pertenencia a una casta, además del nombre propiamente dicho y su apellido; pero en Indonesia esto cambia de isla en isla.

Los pasillos son sede de permanentes reuniones espontáneas, y la interculturalidad es atrapante. Todas las etnias están representadas.

“Hago la tecnología que el mundo necesita”.

Son las dos de la tarde. Los técnicos están listos. Vamos a filmar porque la entrevista es parte de un documental.

Alguien me coloca dos micrófonos inalámbricos y me indica que me siente a la izquierda. Entonces baja las escaleras Gavin Wood, vestido completamente de negro, con una taza de café en su mano derecha. Sonríe levemente. Admite que no le gusta el fútbol, pero sí Buenos Aires, donde estuvo dos veces.

—Hemos escuchado últimamente sobre el próximo lanzamiento de JAM, algo que usted definió como una “computadora universal”. ¿Podría explicar exactamente de qué se trata?

—Es esencialmente un upgrade de Polkadot que permitirá, más allá de detalles técnicos, que muchas más aplicaciones se puedan montar sobre nuestra plataforma y, además, hará posible que mucha más gente comprenda nuestra tecnología. Como sabes, este es un punto crucial, y en parte por eso impulsamos esta academia. Necesitamos que más desarrolladores aprendan a utilizar nuestro protocolo, y con JAM –Join-Accumulated Machine– vamos a incentivar a que más programadores independientes, estudiantes y practicantes adopten el tipo de código que escribí.

—Hablando de la adopción de la tecnología, la estadística muestra que los usuarios de Blockchain son entre 300 y 500 millones en todo el mundo. ¿Cree que mientras se siga asociando a Blockchain con criptomonedas y especulación, no veremos una adopción verdaderamente masiva?

—Absolutamente. Por eso, desde que fundé Parity Technologies, hace una década, trabajo para desarrollar soluciones pensando en los 8 mil millones restantes. (Se ríe).

—Es que conocemos el potencial de Blockchain, pero sigue siendo una tecnología difícil para lo que usted suele denominar “gente normal”. Ahora bien, esa gente está perdiendo confianza en la democracia. ¿Piensa que las organizaciones autónomas y descentralizadas –DAO– pueden ser una respuesta frente a la crisis de confianza actual?

—Sí. Mi propósito es crear soluciones tecnológicas que hagan mejor mi vida y, si es posible, la de los demás. Pero en cierta forma, también lo hago porque creo que hoy día el mundo necesita esta nueva manera de diseñar productos tecnológicos. No teníamos esto en mente cuando yo nací, en 1980. Pero, en verdad, las aplicaciones y plataformas determinan la manera en que nos vinculamos con la sociedad. Ellas, a su vez, se alimentan del uso que masivamente hacemos de sus soluciones. Ahora bien, si pensamos en bancos o empresas, hoy sabemos que su activo más valioso es la red que han construido –se refiere a sus clientes–, pero siempre están esas entidades en el medio, como ejes de todo vínculo entre seres humanos; y siempre están los seres humanos alimentando esas redes. Evidentemente, debemos asumir que hay allí una versión actual de lo que los filósofos han llamado “contrato social”. Pero fíjate que muchas veces, cuando adquirimos productos tecnológicos, firmamos contratos de licencia de decenas de páginas, cuyas cláusulas no podrían ser claramente explicadas siquiera por un abogado en caso de ir a juicio. ¿Es razonable que debamos hacer esto? No, por supuesto. Sobre todo porque, así descripta, esta revalidación del contrato social permanece opaca, ininteligible para la ciudadanía, que, si reclamara claridad, corre el riesgo de quedar fuera del sistema. Y creo que esto es lo que contribuye a la desilusión que hoy la gente tiene. Por eso la tecnología que estoy construyendo creo que trae claridad y minimiza la cantidad de reglas que se nos imponen.

—Queda claro que usted intenta crear tecnologías que nos quiten intermediarios de encima, pero ¿no cree que es difícil para la gente imaginar una sociedad sin esos intermediarios, que son, en definitiva, gobiernos o empresas?

—Sí, estoy totalmente de acuerdo. Es complicado de imaginar cuando navegamos aguas calmas. Sin embargo, actualmente no es esa la realidad. Las aguas están revueltas, y creo que la gente está abriendo los ojos, dispuesta a probar cosas nuevas. Además, parafraseando a un pensador cuyo nombre ahora no recuerdo, es tonto cambiar el sistema peleando contra él; en cambio, es mucho mejor crear un nuevo paradigma y dejar que las cosas evolucionen.

En noviembre, nos vemos en Argentina. La conversación con Gavin Wood prosigue, analizando cuidadosamente las stablecoins –una vía de escape para traducir dinero común a cripto y transaccionar con menos fricciones, con el riesgo de que las cuentas bancarias pueden ser incautadas, según él mismo explica– y la actitud de los gobiernos en materia regulatoria, que “no persiguen lo mejor para la sociedad, a veces por ignorancia, otras porque solo les interesa su beneficio, aunque también hay gente que hace las cosas bien”.

La necesidad de “mantener el statu quo” conspira contra la posibilidad de innovar “porque desafortunadamente a nadie que tiene el poder le gusta correr riesgos”. Compara, en ese sentido, el escenario actual con la forma en que Google lanzó su cartera de soluciones hace unos veinte años: “Habría sido un extraordinario experimento si lo hubiese adoptado en ese momento el sector público, para simplificar el pago de impuestos, obtener la licencia de conducir, etc., pero los políticos no iban a confiar en semejante innovación, en parte también porque los más jóvenes son quienes están dispuestos a hacer grandes diferencias”.

Gavin Wood entiende que la misma desconexión entre sector público y privado se da hoy alrededor de la Web3, el paradigma que él mismo creó: “Incluso cuando miles de millones de dólares se transaccionan en las plataformas blockchain diariamente y, en especial, cuando la tecnología que he creado ha sido testeada lo suficiente en materia de seguridad, como para que no exista prácticamente riesgo”.

Le estrecho la mano y le vuelvo a agradecer su predisposición.

Sonríe, y me despide con un “nos vemos en Argentina”, en referencia a las tres presentaciones que Polkadot Blockchain Academy hará en noviembre –Buenos Aires, Santiago del Estero y Mendoza–, como parte de la conferencia Sub0 Symbiosis, donde toda la comunidad blockchain de América Latina tendrá oportunidad de ver en vivo y en directo a los máximos exponentes de esta tecnología.

Será un placer.

*Periodista.