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Para algunos jueces traicionar, o no, es solo cuestión de fechas

Si hay un cambio político en diciembre, ¿qué harán magistrados y fiscales con causas freezadas y que volvieron a recalentarse en este año electoral?

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Cristina. Será difícil archivar la causa de la obra pública. | cedoc

Asumo antes de empezar que todo debate relacionado con el momento oportuno para avanzar en las causas judiciales que involucran a funcionarios públicos o a adversarios políticos es, por definición, impropio de un sistema republicano de gobierno.

Evidentemente no es nuestro caso (me refiero a la cuestión republicana).

Un juez o un fiscal que tiene a la vista el calendario electoral o el resultado de una elección a la hora de tomar decisiones, cualquiera sea su motivación, tiene una visión de su cargo completamente distorsionada, por razones muy fáciles de comprender para cualquier persona con estudios primarios completos.

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Hacer o evitar. El poder de los jueces federales reside en su capacidad de hacer o evitar el daño que sus decisiones pueden tener en la esfera política. Por la naturaleza de los asuntos en los que les toca intervenir, la relación de estos jueces con la política es de tensión permanente, amenaza velada o intercambio continuo. Todas las variantes exigen un dialogo fluido y una certeza: traicionar es solo cuestión de fechas.

Yo parto de la base que, al igual que los árbitros de fútbol, nadie obliga a una persona a asumir un cargo –desaconsejado por cualquier médico– condenado a la crítica permanente: cualquier decisión que un juez federal tome, o no tome, invariablemente va a ser interpretada en contra de su integridad profesional por la mitad de la población. ¿De verdad tiene sentido estar ahí?

Hemos visto que difícilmente estos jueces investiguen al poder en tiempo real.

Para procesar el asunto de manera simbólica, se dice que nuestros jueces, para administrar sus tiempos, reemplazaron los dos platillos de la balanza de la Justicia por un freezer y un microondas. Así, se enfrían las causas mientras los involucrados están en el poder, y se las calienta cuando abandonan el gobierno. Los jueces suponen que la principal amenaza en su contra no proviene del gobierno en ejercicio, sino del que habrá de sucederlo. Lo he simplificado un poco, pero en líneas generales todo el mundo acuerda con este análisis.

En este escenario, cuando los jueces tienden a intentar congraciarse con el gobierno que vendrá, se vislumbra un pequeño problema. Un detalle. El próximo gobierno que vendrá incluye a muchas personas (o por lo menos a una) que reinicia el ciclo. Volviendo al lenguaje culinario, deben mandar al freezer algo que ya se había descongelado y ahora está en plena cocción.

No se puede decir, sin traicionar el lenguaje, que todo esto tiene, siquiera remotamente, algo que ver con la Justicia. Antes, cuando perdía un juicio, me refugiaba en la explicación más sencilla: soy un mal abogado. Pero ahora descubro, tarde, que podría haber otras razones, que no me hacen mejor abogado, pero explican mejor la derrota, aun en la evidencia que afrontar una crisis con ese argumento resulta patético. En mi caso, esto es clave, puesto que mi socio delegó en mí la responsabilidad de dar las malas noticias. Pero para mis colegas también funciona la excusa general: no tengo una razón científica ni la menor idea del por qué, ni de cómo funcionan los canales de comunicación, pero casi siempre, cuando te va mal, al día siguiente parece que todo el mundo está enterado.

Fracaso. Una cuestión pendiente es qué hacer con los jueces federales y su fracaso colectivo. ¿Conseguir que se agredan entre ellos hasta lograr su extinción como subespecie? ¿Fusionarlos con los jueces ordinarios?

Los destinatarios de todas las señales de desaprobación no son todos, no son pocos. Pero quien entre a Comodoro Py con la expectativa de ver juicios que prescindan de factores externos a los de un proceso judicial, completa los requisitos para calificar como la persona más ingenua del planeta. No le falta ningún ítem: la desgracia lo espera en cada despacho.

Cierto que, con mis limitaciones, he analizado los pocos intentos por modificar el funcionamiento de la Justicia Federal en nuestro país en los últimos tiempos. Y los encontré extraordinariamente malos.   

Háganme caso, cualquiera sea su orientación política: cuando un periodista informe acerca de las bondades de una decisión judicial, tómelo como un indicador de que nos está subestimando.

*Abogado. Autor de: Forum Shopping. Claves para entender la manipulación judicial.