“La lucha de clases no se terminó. Con el paro quedó evidenciada”, afirma a PERFIL Pablo Micheli, quien resalta la capacidad de movilización de los trabajadores, que según él son la clase más importante y sin ella no hay posibilidad de desarrollo.
Agrega: “Las cadenas nacionales son una tomada de pelo. Cristina dice que va a controlar a los dirigentes sindicales. ¿A quién va a controlar? Una millonaria a nosotros no nos puede controlar”.
Antonio Caló no cree en la posibilidad de unión del movimiento obrero hasta después de las elecciones. La CGT oficialista no adhirió al paro. Explica sus motivos: “Nosotros tenemos otra visión del problema. No es momento para hacer un paro. Todo el mundo está discutiendo paritarias y estamos a cinco meses de las elecciones. Nunca vamos a estar conformes con los aumentos, pero pudimos llegar a un acuerdo. Pusimos una cláusula que dice que cualquier trabajador luego de seis meses de trabajo en una empresa metalúrgica debe pasar de operario a una categoría de calificado. Nosotros dependemos de la importación-exportación. La industria está en statu quo, ya que no se cae ni avanza. Priorizamos mantener los puestos de trabajo”.
Según Néstor Pitrola, al paro le faltó un plan de lucha. Dice: “Moyano y Barrionuevo hicieron un paro matero, dominguero, desmovilizado. Priorizaron la contención al despliegue de las energías del movimiento obrero. Nosotros participamos de manera independiente.
El piquete es inherente a la huelga. Si no lo que se realiza es un ejercicio pasivo del derecho de huelga”.