En octubre de 2009, El Observador publicó una entrevista que el cineasta residente en Estados Unidos Eduardo Montes-Bradley le hizo a Ismael Viñas. Aquí se reproducen algunos párrafos de ese artículo, que luego de publicado, enojó al entrevistado. En ese texto, Montes-Bradley cuenta que “(...) alguna vez, durante el rodaje de un documental sobre su vida, discutimos la posibilidad de un regreso (N. de R.: del exilio del que finalmente nunca regresó). Por aquel entonces, Viñas vivía en un trailer-park en la ciudad de Aventura, al norte de Miami. En aquella película, Viñas dijo que Rodolfo Walsh había quedado atrapado en una lógica montocéntrica que terminó por exaltar los presuntos méritos de su sacrificio, pero que Walsh no era peronista y que la suya había sido más la muerte de un fascista que la de un revolucionario”. (...)
“Diez años después del rodaje de aquella película, vuelvo a encontrarme con Ismael, que ya no vive en el trailer-park sino en una barriada de negros de clase media, donde se dedica a observar y escribir sobre el impacto de las políticas económicas en el capitalismo globalizado. Café por medio, en una librería de la zona, nos dimos el gusto de hablar de presidentes y bueyes perdidos.
—¿Qué te llevó a la ruptura con Arturo Frondizi?
—Nosotros apoyamos la candidatura de Frondizi del modo en que Carta Abierta apoya hoy al matrimonio Kirchner; en otras palabras: le dimos legitimidad a la gestión política con el aval que se supone está en condiciones de prestar el establishment cultural de un país. Es un recurso legítimo. Frondizi resultó ser un traidor y nosotros terminamos abriéndonos. Los Kirchner están locos y deberían internarlos, con lo que supongo que Carta Abierta terminará tarde o temprano tomando distancia. Pero nosotros hicimos más que darle legitimidad cultural; también organizamos la campaña que lo llevó a la presidencia, una campaña que introdujo la modernidad conceptual al panfleto político revolucionando la manera de hacer propaganda política. (...)
“Después de la charla nos fuimos a buscar ofertas de libros en las mesas de saldo, una actividad que reúne a espíritus afines. En el trayecto aproveché para sacarle fotos”. (N. de R.: las que ilustran esta nota).