El caso Maldonado produjo una explosión de pasiones y manipulaciones que ocultaron un problema grave: la demagogia y la novelería de algunos estimula la reinstalación de la violencia en nuestra sociedad.
Muchos de los que vivimos la experiencia de los 70 y la mayoría de los argentinos queremos evitar que se repita esa funesta experiencia. Quisiéramos que el país se desarrolle, unido, democrático.
Otros están formando un grupo armado milenarista, parecido al movimiento de Antonio Conselheiro en Canudos, en 1897. Realizan desde hace años atentados, incendian, amedrentan, queman la bandera argentina, pretenden desmembrar el país. Sus dirigentes pretenden implantar una sociedad semejante a la de los pueblos no contactados con la civilización que habitan en la Amazonia. Seguramente son buenas personas, se han socializado en tribus urbanas de flogers, aman la naturaleza, pero lo que hacen solo puede bañar en sangre al país.
El tema es demasiado importante. La semana pasada escribimos un artículo situando el problema en el momento actual, seguimos hoy reflexionando acerca de los mapuches y la violencia y continuaremos con otra nota minuciosa acerca del caso Maldonado. Trabajamos con datos objetivos, obtenidos de la prensa escrita y de los programas de Jorge Lanata y Nicolás Wiñazki dedicados al tema. Para quienes quieran profundizar en esta información, pueden consultarlos en Perfil.com.
El caso Aigo. En marzo de 2012 fue asesinado a balazos el sargento mapuche de la policía de Neuquén José Eduardo Aigo, cuando se acercó a una camioneta en la que estaban Juan Marco Fernández, hijo del intendente de San Martín de los Andes, militante del Frente para la Victoria, y los chilenos Alexis Cortés Torres y Jorge Salazar Oporto, prófugos de la Justicia, acusados de terrorismo. El Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) asumieron la “responsabilidad política” del asesinato en un comunicado: “Alegres y orgullosos, comunicamos hoy que nuestros hermanos Jorge Salazar y Alexis Cortés lograron salir victoriosos del gran cerco militar desplegado en su contra en las montañas de nuestro sur andino del Wallmapu (Estado mapuche)”. Su búsqueda significó “una silenciosa y encubierta campaña represiva en Chile y Argentina. Fueron cerca de cincuenta días de resistencia guerrillera, en condiciones extremas de una inédita cacería humana, incluida recompensa (50 mil dólares) ofrecida por el gobierno de Neuquén, alentada por la sed de venganza de los sectores más fascistas de la sociedad y las Fuerzas Armadas argentinas, en alianza con sus pares oligarcas y fuerzas policiales chilenas de ocupación de territorio mapuche”. En ese entonces gobernaba Cristina Kirchner.
Jones Huala, líder de RAM, dijo sobre el crimen: “Uno hace elecciones en la vida, es muy triste que la mayoría de los mapuches sean policías. El (por Aigo) eligió defender los intereses de los capitalistas, es triste, evidentemente una persona pobre que no tiene comprensión, no tiene análisis y tampoco ganas de trabajar, porque para mí los policías son vagos, no son capaces de agarrar una pala y se meten de policías. Nosotros hemos vivido mucha pobreza y yo prefiero hacer cualquier cosa antes que meterme de uniformado”. En definitiva, para él es bueno que un mapuche muera si es policía, y sus asesinos son militantes revolucionarios aunque sean blancos.
Los mapuches. Habitan en Argentina cerca de 200 mil mapuches argentinos, es absurdo decir que son chilenos. Antes de la conquista española, nuestro país estuvo habitado por pequeños grupos humanos. En el siglo XIX, el gobierno chileno reprimió a los indígenas del sur de ese país, a los que llamaba araucanos. Algunos de ellos cruzaron la cordillera, se establecieron en Argentina, sus descendientes hablan mapudungún y conservan tradiciones de sus ancestros. Desde el siglo XIX rechazan que los llamen “araucanos”, por la relación de esta palabra con el término quechua “auca”, que significa “salvaje”, y prefieren llamarse “mapuches” (mapu, tierra y che, hombre).
Los mapuches son argentinos, trabajan, son parte de la población progresista del sur argentino. Cushamen es un departamento de la provincia del Chubut con 20 mil habitantes de esa cultura que nada tienen que ver con grupos terroristas. Está cerca de allí una invasión realizada hace cinco años a la que llaman Pu Lof, una de las principales bases de RAM (Resistencia Ancestral Mapuche). Estas semanas la prensa confundió a los mapuches de Cushamen con los guerreros de RAM. Como dijo un habitante de Esquel, muchos de los enmascarados violentos “son más gringos que yo”.
RAM y sus ideas. El 13 de noviembre de 2014, RAM reivindicó el incendio del refugio Neumeyer, y los atentados en contra del Consulado de Chile y la Catedral de Bariloche, publicando un manifiesto que exponía sus ideas, reproducido en PERFIL hace algunas semanas.
Dice en el documento: “Nos adjudicamos de manera digna y responsable la última operación pública ejecutada por Weichafe (guerreros) de la RAM en el valle del Challwako”. “También nos hacemos responsables de la quema de plantaciones de pinos de la multinacional Benetton en el noroeste de Chubut en diciembre pasado”. “Resistiremos a Sangre y Fuego a las petroleras y mineras en el sur, y será nuestro objetivo consolidar una fuerza para echar mediante acciones concretas a las ya instaladas, validando todas las formas de lucha, y el derecho a rebelarnos como Pueblo Oprimido. Negociar No es Luchar. La burocracia, la legalidad, son engaños que mantienen a las comunidades con falsas esperanzas, prolongando en el tiempo la dependencia del Estado”.
“No queremos integrarnos, queremos liberarnos, deben entender que el principio de Autodeterminación de los Pueblos habla de la posibilidad de rebelión, resistencia e incluso insurrección armada para objetivos como el separatismo, toma del poder u otras formas de revolución y Liberación Nacional”. “Ni argentinos ni chilenos, somos Nación Mapuche, Todo el Territorio Libre y Recuperado para todo Nuestro Pueblo”.
RAM y sus acciones. RAM actúa coordinado con el CAM, la mayor organización terrorista de Chile, y con otros grupos violentos “huincas” como el FPMR y el MIR chilenos, y grupos anarquistas, kirchneristas, de la izquierda anacrónica y otros que reivindican la guerrilla de los 70 en Argentina. En los atentados en contra de la gente, las iglesias católicas, los gendarmes y carabineros, participan personas que nada tiene que ver con los mapuches.
Los “guerreros” de RAM atacan, amenazan, extorsionan a personas y empresas, viven del robo y la violencia. Estas no son elucubraciones. En el adjunto se pueden consultar links con información concreta sobre decenas de actos terroristas efectuados por este grupo. Han ocurrido más atentados que no llegaron a los medios de comunicación, pero fueron denunciados a la Justicia: incendios de viviendas, simulacros de fusilamiento, abigeato, invasiones, ataques y tortura a mapuches que trabajan para distintas empresas.
Los líderes de RAM dicen que no se consideran argentinos ni chilenos, sino mapuches, que no tienen ninguna vinculación con la nación argentina, ni con su Justicia, ni con sus fuerzas del orden.
Quieren acabar con los huincas: extranjeros o mapuches que han adoptado costumbres occidentales. Pretenden erradicar el capitalismo, la religión de los europeos, sus leyes, sus costumbres. Cuando pueden, atacan los símbolos nacionales de nuestro país, en especial la Bandera, que han quemado en reiteradas ocasiones.
Entre Argentina y Chile han quemado más de treinta iglesias católicas. Los mapuches fueron originalmente politeístas, creían en cuatro dioses originarios, un hombre y una mujer viejos y un hombre y una mujer jóvenes, que conformaban el Nguenechen. En el siglo pasado, los misioneros católicos los fundieron en un Dios omnipotente, cuatrino, caricatura del Dios de la Biblia al que se encomienda RAM.
Jones Huala dijo en una entrevista con Jorge Lanata que su sociedad ideal es la de los grupos amazónicos que no han contactado con Occidente y viven en total primitivismo. Había que pensar que si llegan a gobernar la Patagonia destruirán el aparato productivo y también la electricidad, internet y todos los adelantos tecnológicos. Seguramente la idea no le gustará a la mayoría de los habitantes de las provincias del sur, mapuches o no.
Facundo Jones Huala. El líder de RAM, Facundo Jones Huala, está acusado de cometer delitos, tanto en Argentina como en Chile, país que ha pedido su extradición. Fue detenido en Chubut, acusado de ingresar al predio de Pisu Pisué con sus cómplices Delgado Ahumada y García Quintul, con la indumentaria habitual de los guerreros de RAM, máscaras, ropa oscura de tipo militar, portando armas de fuego para intimidar a una familia compuesta por seis adultos y cuatro menores. Cuando fue detenido declaró, entre otras cosas: “Vamos a resistir con lo que tengamos a mano y nunca más vamos a dejarnos golpear o estar esperando una resolución judicial que intente hacer justicia y no lo hace. Somos waichafes, combatientes con espíritu de guerreros, y vamos a seguir defendiendo estas tierras de las empresas mineras, de las petroleras, hidroeléctricas”.
“A partir de este momento declaramos, y es oficial, que dentro de nuestras comunidades, desde el alambre para adentro, solamente habrá justicia mapuche, porque ni el Estado argentino ni el Estado chileno tienen un solo derecho sobre nuestro territorio”.
“Se van a tener que aguantar lo que intenten hacer, porque si cruzan el alambrado vamos a considerarlo una invasión a nuestro territorio. Hacia adentro mandamos los mapuches, esa es la única ley que vamos a obedecer, no la ley huinca”.
Estas fueron las normas con las que obstruyeron el trabajo de la Justicia cuando se inició el caso Maldonado a propósito de un corte de ruta protagonizado por enmascarados con el uniforme negro de RAM en la puerta de su bastión. n
* Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.