ESPECTACULOS

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“El rey está muerto, ¡viva el rey!”, escribió en un papel un hombre perdido en la multitud que acudió a dar el último adiós a James Brown: Harlem se despidió hoy de su héroe, el padrino de la música soul y cantante del “orgullo negro”. Frente al teatro Apollo, la muchedumbre se concentró horas antes de la apertura de la sala de conciertos, donde los restos del cantante, que murió el lunes pasado –durante la Navidad– fueron expuestos al público.

El homenaje, que buscaba ser digno de la leyenda a la que despedía, arrancó durante el mediodía, cuando el cortejo fúnebre –una carroza blanca tirada por dos caballos blancos– recorrió el barrio, rodeado de una multitud. Al llegar frente al teatro Apollo, la gente coreó: “¡James Brown! ¡James Brown!” El féretro franqueó entonces la gran puerta de la sala de espectáculos e ingresó para ser exhibido por sus fanáticos.

Stuart Gray, un ingeniero de sonido de 47 años, resistía el frío desde el amanecer. “Soy un hijo de la música funk,–explicó–. James Brown era un pionero, no un autor de canciones sino un inventor, y todo el mundo le copió”. En la fila, los fanáticos del músico oscilaban entre los cuarenta, cincuenta y hasta sesenta años, y la mayoría provenía de un mítico barrio neoyorquino: Harlem.

“Es nuestro Elvis Presley negro y estoy aquí para decirle gracias”, aseguró Queen McFarland, de 64 años, que vio al cantante por primera vez en 1956, en una disquería. “Nos devolvió nuestro orgullo, nos dijo que los negros debían estar orgullosos”.

Entre los fanáticos que se apostaron cerca del ídolo para ver sus restos por última vez, se podía ver a algunos que llevaban pequeñas pancartas con la letra de una famosa canción de Brown: “Díganlo fuerte: soy negro, y estoy orgulloso de serlo” (Say it out loud –I’m black and I’m proud).

Por su parte, Hampton Gould, de 66 años, tomaba algunas fotografías. Memoria viviente de su barrio, Gould aseveró que vio a todos los grandes de la década del sesenta, desde Gladys Knight hasta los Temptations pero James Brown era especial: “Todo el mundo adoraba la manera en la que bailaba de una punta a la otra del escenario. Michael Jackson no es nada al lado de él. El era Mister Groove!”

En tanto que Margaret Jackson, otra sexagenaria, recordó la histeria que provocaba: “Casi me caigo del balcón (del Apollo) intentando atrapar su fular. Cuando lo veías, podías sentir el soul”, agregó su amiga, Queen McFarland.

Los restos del cantante permanecerán hasta esta noche sobre el escenario del teatro, el mismo sitio en el que Brown realizó sus primeras presentaciones en 1956. Más tarde, el cuerpo del astro –que falleció de un paro cardíaco, luego de sufrir una neumonía, en un hospital de Atlanta, a los 73 años– será llevado hacia el sur de su país, donde se prevé una ceremonia familiar y el homenaje del público, durante mañana y pasado.

A comienzos de la década del treinta, el escenario del Apollo sirvió como catapulta para la carrera de estrellas como Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan, Billie Holiday, Gladys Knight, Luther Vandross o Lauryn Hill. Aún hoy atrae a más de un millón de visitantes por año y fue el sitio elegido por Brown para grabar uno de sus discos míticos: Live at the Apollo, editado en 1963.

De hecho, desde el martes, la luminosa marquesina del teatro reza: “ Descansa en paz, leyenda del Apollo y padrino del soul, James Brown, 1933-2006”. Hampton Gould, otro fanático de la obra de Brown, entonces sonríe: “Soy de aquí y recuerdo las filas que se formaban en torno (al Apollo) para los conciertos de James Brown. ¡Miren la fila de hoy! Se va de la misma manera en la que vino, y me siento feliz por él”.