Hola, me llamo Raúl Lavié y creo poder reemplazar a Luis Medina Castro cuando se vaya.
—¿Y qué experiencia tenés?
—Ninguna. Pero me siento capacitado.
A principios de los 60, aunque ya había iniciado su carrera de voz tanguera, el Negro Lavié era para el público ese chico simpático que cantaba canciones de Paul Anka en el Club del Clan. Cuando se tiró el lance con el director Juan Silbert para trabajar en la comedia musical Los fantásticos, le salió mal, y bien. Mal porque esa vez no tuvo suerte. Bien porque el mismo director después lo llamó para Locos de verano en el Teatro San Martín. Y así, el rosarino de 27 años Raúl Leonardo Peralta debutó como actor. Cuatro décadas más tarde, en 2005, ganaría el ACE de Oro por su protagónico en El hombre de La Mancha y este año volvió a ser propuesto como mejor actor de comedia musical por Victor Victoria. La obra producida por Alejandro y Diego Romay recibió diez nominaciones y se llevó tres premios.
—También fueron nominados Valeria Lynch, Karina K y Omar Calicchio. ¿Se enojó Fabián Gianola?
—¡No creo! Un actor sabe que no siempre merece la consideración de los otros. Como compañero puede parecerme injusto, pero no vi el trabajo de los otros nominados (Jean François Casanovas y Eduardo Sola, por 2º piso ascensor, casa de citas).
—¿Fue a ver Sweet Charity (musical con Florencia Peña)?
—No la vi, no me invitaron. Estamos trabajando en la calle Corrientes en un género similar y lo menos sería tener la deferencia y la elegancia de invitarnos.
— En verano estará en Villa Carlos Paz, con el Negro Álvarez y María Eugenia Ritó.
—Y Lavié (risas). Porque primero iba a ser Lavié-Álvarez y ahora se agregaron la Ritó y María Rojí.
Cuando de cartel se trata, Lavié se pone serio: “Es mi capital. He hecho cosas muy importantes como para que no sean reconocidas, son 50 años de laburo ¡que me respeten!
—¿Y la tele? Lo último fue Los Felipe (Telefe, 2004).
—Es un mal necesario. Parece que el que no está en televisión no existe. “¿Hace mucho que no te vemos, qué estás haciendo?”, me dicen por la calle, y eso es lo triste de este país. Me interesa porque es trabajo, pero parece que no hay personajes que pueda encarar. Igual que en cine, donde trabajé con los mejores directores, pero mi último film fue en 1989, La ciudad oculta.
—¿El Club del Clan fue un estigma?
—Acá a la gente le gusta subestimar. Estoy muy orgulloso de todo lo hecho. Nada fue de taquito y no me arrepiento.
— ¿Le gusta Ultratango (el grupo de Leo y Gastón Satragno, sus hijos con Pinky)?
—Por supuesto que me gusta.
—¿Cómo le cae que usen el apellido materno?
—Es decisión de ellos, no los voy a juzgar. Decían que la mamá era importante... No sé, nunca lo conversé. El otro día, hablando con Pinky, me decía que Leo estaba cantando mejor, que se había soltado. Es posible que no haya asumido el Lavié (que no es mi apellido, yo soy Peralta) por no tener que luchar contra el fantasma del viejo.
—¿Valió la pena la cirugía en el ciclo Transformaciones?
—Claro, me siento fenómeno, me veo la cara y digo: “¡Qué lindo estoy!”.
Una obra fructífera y casamentera
Que a Victor Victoria le va bien está claro: fue la obra más nominada para los premios ACE y seguirá en El Nacional hasta el 3 de diciembre, para retornar en marzo, aunque sin Fabián Gianola. Pero, además, es exitosa en amores ya que permitió que Valeria Lynch consiguiera novio –el cantante brasileño Osmar Bornez, conocido como Cae–, gracias al inestimable empujón del matrimonio Lavié. “A él lo conozco desde hace años y, de visita a Buenos Aires, fuimos a comer y cuando apareció Valeria, se la presenté.” Pero Laura, su esposa, lo corrige: “Yo le pregunté a Osmar si quería que le presentara a alguien y aceptó. Y al verla, fue un flechazo”.