Fastidio. Y hartazgo. Susana Giménez ya había decidido que para las elecciones a jefe de Gobierno porteño no cuenten con ella, más allá de su cercanía con Mauricio Macri, que finalmente resultó ganador.
“El entenderá”, dijo y avanzó con su plan. Es que por la sucesión de partidos de la Copa América, su programa no está saliendo al aire con mucha frecuencia.
Entonces, aprovechó, se olvidó de las cenizas, esquivó las cifras del ciclo que tantos dolores de cabeza le habían traído en junio y decidió partir sin mucho ruido, al paraíso.
No, no fue Punta del Este, lugar que también funciona para la diva como refugio. Se trata de Miami, un ámbito que siempre le resulta mágico. Por la privacidad, por el paisaje, por estar dentro de la película soñada, pero y lo que es más importante, por ser parte de ella.