–¿Qué significó hacer Vientos de agua?
—Recién ahora puedo sacar conclusiones y hablar de los efectos de Vientos... en mi vida. Cuando estábamos haciendo el programa, los problemas a resolver eran tantos que no había tiempo para pensar. Lograr contar este mosaico enorme en 13 capítulos. Poder producir cuatro décadas de la Argentina, Madrid, y Asturias. El engarce de las historias y las épocas. Los desafíos de producción propios de un elenco multinacional, la realización del arte y el vestuario. La búsqueda de locaciones de época. Los efectos especiales y más propios de un largometraje hollywoodense que de un programa de TV argentino...
—¿Concibió la miniserie como un homenaje a los inmigrantes?
—No tanto como homenaje, sino como espejo de nuestra generación de inmigrantes. Poder reflexionar sobre nuestro lugar en el mundo, en esta época, a partir de las historias de quienes contribuyeron a crear este lugar. A veces nos parece que nuestra época es más fácil para el emigrante que la de nuestros abuelos, cuando la realidad es casi al revés. Nuestros abuelos venían a un país por hacerse, que los necesitaba. Nuestros emigrantes van a un país hecho que no los quiere.
—Si tuviera que hacer un balance del tiempo que estuvo afuera, ¿qué porcentaje hubo de momentos buenos y dolorosos?
—No te podría dar un número, pero sin duda que si hablamos de momentos sería más o menos la misma proporción que si me hubiera quedado en la Argentina. Pero si hablamos de vida, de esa cosa más profunda, atemporal, que trasciende al momento, te diría que no hubo ni un segundo de sentirme completo, cómodo o totalmente feliz. No lo puedo ser en un lugar en el que soy “el extranjero”.
—En V ientos de agua ..., ¿hay algo que tenga que ver con su desarraigo al trabajar afuera?
—Indudablemente. Mi identificación con el personaje de Ernesto es total. El estar esperando que se hagan las cinco de la mañana para hablar por teléfono y sentir “la” voz. El terminar de trabajar y encerrarme en Internet para conectarme con el viejo mundo. El haberme dado cuenta de lo importante que es saber cuál es el lugar de uno.
—¿Cómo se sintió con los cambios de días y de horario de programación de su miniserie en Canal 13?
—De eso prefiero no hablar.
—Para muchos, hoy el rating es el valor que predomina por sobre la calidad de los programas.
—El rating muchísimas veces no sólo no depende de la calidad del programa, ni siquiera de si a la gente le gusta o no. Vemos cómo los sucesivos cambios de horarios hacen que un mismo programa cambie muchos puntos de rating. Creo que es aceptable que el rating sea importante para el programador de un canal, aunque no determinante.
—¿Y qué opina de la recepción que tuvo la miniserie en España?
—El programa se publicitó solamente al público de la cadena Telecinco, público que en su demografía no era el más indicado, y cuando no “arrancó bien” para el standard de esa cadena, se decidió cambiarlo de horario, y ahí empezó un descalabro. Hasta el día de hoy se discute en los foros por qué Telecinco actuó tan precipitadamente. Pero Vientos... tuvo su reivindicación en el DVD, que fue el segundo de más venta en España.
Altas definiciones
—Pese a los cambios de horario Vientos de agua tuvo un rating bueno que se mantuvo, es decir, un público interesado y fiel. Al sacarla en DVD, ¿cree que repara el descuido que la miniserie sufrió en la TV?
—Es prematuro asegurarlo, pero espero que sí. A diferencia de programas que ven bajar su público a niveles inexistentes, a fuerza de entregarles porquería cada semana, nosotros hemos tenido un público fiel, fanático y que se conecta emotivamente con la historia. Que siente que los personajes son su familia y sus amigos. En el DVD podrán ver la serie con una calidad de imagen extremadamente superior, en alta definición, con un sonido en el que no sólo no se perderán ningún diálogo, sino que es como en el cine, con extras, en el horario que quieran, cuantas veces quieran. El DVD, como en España, es el formato natural de Vientos de agua que tiene mucho más que ver con el cine que con la tele.