Hace siete años, Gustavo Cordera (51) dejó atrás a la misteriosa Buenos Aires y se fue a vivir a La Paloma, en Uruguay. Eligió como refugio un pequeño paraíso al norte de Punta del Este, donde el invierno permite una vida pueblerina y, en el verano, se congrega allí lo más cool de la región. Se volvió un habitué –y un íntimo– de La Pedrera, un balneario cercano, y de su Club Social y Deportivo, una típica sociedad de fomento de las que ya no quedan en las grandes ciudades, para el que hasta toca a beneficio. “Este lugar fue fundacional para mí”, explica, cebándole mate amargo al equipo de NOTICIAS en la vereda del club.“Toda la música que hice en este lugar tuvo una proyección monstruosa. La versión definitiva de 'Un pacto' surgió acá. En este exacto lugar donde estamos sentados nació 'La bomba loca'. Este es un lugar mágico para mi”.