ESPECTACULOS

Ideas, imágenes y voces sobre la vida y la muerte

Los actores Ezequiel Rodríguez, William Prociuk y el propio Delgado Tymruk son el personaje de un hombre que se desdobla en tres. Tres que equivalen a infinitos.

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PREGUNTAS. Tres actores para una obra dramática que cuestiona el pasado y los recuerdos. | FOTOS GZA. Lautaro Delgado Tymruk.

En El corazón del mundo se reconocen dos instancias creativas. Por un lado, están la autoría, la idea, la artesanía de las palabras, que son de Santiago Loza. Por otro lado, está la plasmación de aquello en una puesta en escena, concreta y multidimensional, que es de Lautaro Delgado Tymruk. Del encuentro entre lo uno y lo otro brota la poesía, se sintetiza una metáfora que intenta aprehender a la muerte. La temida, la misteriosa, la huidiza, la rotunda muerte.

El relato tiene poco de tensión dramática, desdibujada por un voluntario estilo austero de actuación; el dramatismo surge del interrogante que sostiene a la obra: ¿qué sucede en el instante en que morimos? Y como la respuesta la da una obra artística –y no una religión que pretenda dogmáticamente clausurar dudas existenciales–, la resolución es parcial y difusa, como la pregunta misma.

Los actores Ezequiel Rodríguez, William Prociuk y el propio Delgado Tymruk son el personaje de un hombre que se desdobla en tres. Tres que equivalen a infinitos. Cuentan que en una calle reciben un golpe letal de parte de alguien que podría ser “un ciruja bíblico” y en el ¿proceso? de morir, se despliegan, ante su ¿conciencia?, su pasado y el pasado de muchas otras vidas. Entonces, dicen, “el mundo se abre como una herida”.

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La simultaneidad del tiempo-espacio de ese hombre (esos tres hombres, esto es, todos los seres humanos) y del tiempo-espacio de todas esas otras historias está resuelta a través de la proyección de fragmentos de un film dirigido también por Delgado Tymruk donde intervienen cerca de cincuenta actores. La proyección tiene el efecto de un holograma porque se realiza sobre una pantalla construida con la técnica de ilusionismo llamada “el fantasma de Pepper”, desarrollada en el siglo XIX por el científico inglés John Henry Pepper. La inclinación de la pantalla, una superficie transparente, permite que el ojo humano vea, yuxtapuestas, al menos, dos realidades: una material –en este caso, los tres actores, una mesa, unas sillas– y otra espectral –ese collage de historias que brinda la película, muda y filmada casi en blanco y negro–. La primera es relato verbal; la segunda, relato visual; la primera quiere engañar con su supuesta existencia racional y tangible; la segunda parece estar hecha de la materia de los sueños, los recuerdos y las asociaciones caóticas. Entre una y la otra, cruza una campera roja, un objeto que afirma los puentes, los puntos de conexión entre los dos mundos.

“Esto no puede ser el final. No era el final. Apenas un nuevo principio” dice una de las historias. Pronto, el protagonista/los tres protagonistas recuerdan un/su nacimiento, y en ese parto descubren “la violencia con la que llega la vida” y “el corazón del mundo”. El final es un comienzo, y viceversa. 

 

El corazón del mundo

Dramaturgia: Santiago Loza
Dirección: Lautaro Delgado Tymruk
Intérpretes: Ezequiel Rodríguez, William Prociuk y Lautaro Delgado Tymruk
Producción: Felicitas Luna
Iluminación: Ricardo Sica
Sistema de video: Paula Coton y Sebastián Zavatarelli
Escenografía: Abigail Cohen
Música: Marco Bailo
Funciones: Sábado 14 de diciembre a las 20.30 en Teatro Callejón (Humahuaca 3759)