ESPECTACULOS
Fabián Vena

La alegría de jugar al son de Alfred Hitchcock

El actor protagoniza Los 39 escalones, versión cómica de la película de Alfred Hitchcock, en la ciudad cordobesa.

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Clásico. Su rol en la famosa pieza inglesa de famoso director de cine. | GZA. PRENSA MARTINA VALIA

Fabián Vena integra el elenco, con Fredy Villarreal, Marcos “Bicho” Gómez y Andrea Rincón, de Los 39 escalones. Se trata de la obra original para cine, de Alfred Hitchcock y John Buchan’s, adaptada para versión teatral, por Patrick Barlow, y que ya pasó por escenarios de Estados Unidos, Gran Bretaña y la Argentina, entre otros países. Convertida en un desafío actoral de muchos personajes para pocos actores, y con atmósfera humorística, por sus últimos días se encuentra en Teatro del Sol en Carlos Paz, con producción de Javier Faroni y bajo dirección de Manuel González Gil (quien ya había hecho la puesta en 2010, con Fabiana García Lago, Fabián Gianola, Diego Ramos y Nicolás Scarpino).

—¿Qué expectativas tenés y cómo te organizás para esta temporada en Córdoba?

—Es el tercer verano consecutivo que estoy yendo a Carlos Paz. Paula está en un espectáculo aparte [Morales, la actriz y compañera de Vena, protagonizó Andate…! Amor mío], o sea que hay una movida estratégica ahí. Hace prácticamente una década que Carlos Paz está siendo la temporada más fuerte en toda la Argentina, con paisaje, espectáculos, gastronomía. El verano pasado, en plena pandemia, tratábamos de sobrevivir y de volver a sentir la sensación de subirnos al escenario, en un teatro muy grande con sólo 50 personas, pero era fascinante porque esas 50 personas te hacían sentir que eran 5000. 

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—¿Qué queda de Hitchcock en esta versión de Los 39 escalones?

—La obra está basada en la famosa película de 1935 de Hitchcock, pero ya los ingleses la tomaron virando el género hacia la comedia. Lo que queda es la trama, absolutamente parodiada. No hay espacio ni para el suspenso, ni para el drama ni para la reflexión; dejamos minutos de más para que la gente disfrute y se ría.

—¿Cómo se realizan los cambios de personajes?

—A mí me han dejado el único rol que es un mismo personaje de punta a punta. Los cambios, los hacen estos dos extraordinarios comediantes que tenemos, talentosísimos y muy queridos por la gente: Bicho Gómez y Fredy Villareal. Ellos cargan todas las posibilidades de desdoblarse, con mucha ductilidad, gracia y potencia, con el cambio de voz, el cambio de acentos, por ejemplo, dentro de un hotel de pasajeros en el campo de Escocia. El Bicho en general hace a las mujeres y Fredy, los personajes masculinos. También hacen los cómicos de presentación, los inspectores, los policías. En un momento, con la simple sacada de sombreros y de gorros, están interpretando cuatro personajes a la vez.

—¿Cómo combinás las exigencias de tu trabajo actoral, con las demandas de la paternidad?

—No salgo demasiado de las generales de la ley: la gente que trabaja y tiene que dejar a cargo sus hijos, busca la manera de cubrir los espacios de necesidad de cada uno de ellos. Nuestro trabajo es un poquito distinto. De hecho, los chicos, sobre todo el más chiquito [Vena tiene a Valentino, con Morales, y a Cielo y Vida, con Inés Estévez], convive con nuestros trabajos, en giras y ensayos. Colecciona figuritas y sabe que, cada vez que va a un ensayo, tiene un crédito extra de paquetes nuevos, ja ja ja. Después, a la noche repite una parrafada de textos imposibles de decir por el mismo actor y él ya se los sabe de memoria: con Paula, nos quedamos y no lo podemos creer. Se van acostumbrando a nuestro mundo, a armarse la sillita en el restaurante, para dormir, cuando nosotros no terminamos de comer después de la función. Hay un modo de vida (giras, hoteles, restaurantes) que les va dejando una impronta en su propia vida.