ESPECTACULOS
Tercer Encuentro de Teatros Iberoamericanos

Los caminos de la ópera en el siglo XXI

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Reflexión. El mes pasado abril tuvo lugar en Barcelona el Tercer Encuentro de Teatros Iberoamericanos que reunió a teatros, temporadas, festivales líricos y organizaciones vinculadas a la cultura de varios países. | cedoc

Si la actividad artística fue uno de los sectores más afectados por la pandemia, el cese de actividades comunitarias y el cierre de fronteras que afectó al mundo desde marzo del 2020, el  impacto en la lírica fue aún más agudo porque esta es una disciplina que necesita de la convivencia de múltiples personas en escenario, foso de orquesta y  salas de ensayo, además de estar concebida para representarse ante un público numeroso. La circulación internacional es indispensable para los cantantes líricos, directores de orquesta y escena que mayoritariamente carecen de contratos estables en instituciones y viven de sus actuaciones en los circuitos de teatros, festivales y espacios dedicados al género.

Ante la sorpresiva cancelación de temporadas y la imposibilidad de realizar la actividad con las reglas habituales, las instituciones especializadas tuvieron una rápida reacción y desarrollaron un trabajo en red que permitió compartir experiencias y soluciones a una crisis inesperada. La tecnología en su multiplicidad de formas se convirtió en una aliada para superar las barreras espaciales que los confinamientos en sus diversas intensidades imponían. Si bien algunas instituciones ya venían desarrollando experiencias de transmisión de representaciones por streaming o formatos análogos, se tomó conciencia de la necesidad de incorporar estas formas de difusión y de crear obras especialmente destinadas a estas nuevas plataformas.

La ópera es un género que ha demostrado su capacidad para adecuarse a los cambios sociales y si bien muchos han querido expedir su partida de defunción, ha demostrado gozar de buena salud y adecuar la herencia de su repertorio a la sensibilidad estética del público contemporáneo y seguir creando nuevo repertorio que acrecienta su riqueza simbólica. La pandemia la expuso a un nuevo desafío al que se suma el conflicto bélico localizado en Europa que tiene al mundo como territorio. 

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A comienzos de abril tuvo lugar en Barcelona el Tercer Encuentro de Teatros Iberoamericanos que reunió  a teatros, temporadas, festivales líricos y organizaciones vinculadas a la cultura de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Costa Rica, México y Uruguay representadas por la organización creada en el 2007 denominada Ópera Latinoamérica (OLA) y a instituciones de España representadas por la organización Ópera XXI que durante tres jornadas se dedicaron a reflexionar sobre los desafíos que el contexto histórico actual propone a la ópera y a las instituciones que la cultivan y promueven. 

Durante el cese de actividades fue muy importante el trabajo compartido en esta organización regional a través de las plataformas de comunicación que nos mantuvieron al tanto de las medidas que en cada caso se tomaban para enfrentar la crisis. Era necesario planificar acciones que mantuvieran vigente la relación con la comunidad, la posibilidad de que el género llegara bajo nuevos formatos no sólo a sus espectadores habituales sino también a nuevos públicos que hasta ese momento no se habían acercado a las salas. 

Tal vez la reflexión más destacada a la que se arribó en la declaración conjunta con la que concluyó el mencionado encuentro fue la de situar a las personas en el centro de la gestión de los teatros, idear propuestas artísticas que atraigan al público y les generen valor, ya que la cultura —que la música y la lírica integran— son “agentes que pueden promover la reflexión y el pensamiento crítico, la creatividad y la libertad, la diversidad y la inclusión, la solidaridad y la cohesión de las sociedades. Para concretar ese rol, es fundamental conectar y ser relevantes para los públicos y la ciudadanía en general. Sabemos que, si queremos conectar el arte con las personas, tenemos que comprometernos con la humanidad y reclamar sin concesiones un contexto social democrático que garantice los derechos fundamentales de todos los individuos y que vele siempre por la paz y por la vida”.

El mejor ejemplo que un trabajo con estos objetivos puede lograr lo tuvimos quienes participamos  del encuentro, cuya sede fue el magnífico teatro Liceu de Barcelona, y cada noche asistimos a la representación de las obras que integran el tríptico compuesto por Mozart y Dal Ponte (Bodas de Fígaro, Don Giovanni, Cossi fan tutte). En ese marco pudimos comprobar que el arte se resignifica en cada época, que la comunión de personas ante un escenario es una de las vivencias más nobles que una persona puede experimentar y que, por tanto, crea lazos para enfrentar colectivamente la violencia y la intolerancia que con renovadas máscaras siempre nos acechan.

*Abogado y gestor cultural.