ESPECTACULOS
cambios en la vida del agente

Mi nombre es Bond, el sensible James Bond

Protagonizada por Daniel Craig, la número 21 de la saga de James Bond cambia la figura del agente. El nuevo 007 es un duro más blando y demostrativo.

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Daniel Craig, el protagonista de la nueva pelcula sobre el legendario James Bond. | Cedoc
Hubo una época en la que las esculturales chicas Bond salían del mar cual Afrodita. Aquello quedó atrás. En la nueva película del agente 007 es el héroe masculino el que hace el numerito. Y el espectador se pregunta si Daniel Craig no está mirando a la cámara con sus ojos azules en esos momentos diciendo: "Sé que todos están pensando en Halle Berry. Pero aquí no estamos en Die Another Day'". Estamos en la película número 21 de la saga de James Bond, con un nuevo 007, un agente del siglo XXI.

Hay cosas para las que ya no hay lugar en Casino Royale. La secretaria Miss Moneypenny, que siempre se conmovía ni bien 007 entraba en la oficina, por ejemplo, es una reliquia del pasado, de una época en la que los machos en smoking aun impresionaban a todas las damas. Y Q, el inventor, ¿qué podría inventar en esta época altamente tecnologizada que aún pudiera generar asombro?

Los seguidores de Bond se topan con dos posibilidades en Casino Royale: salirse de la sala y consolarse con la colección en DVD de las anteriores 20 películas, o aceptar a un Bond que es totalmente diferente.

Al decano de la serie, Sean Connery, Craig lo describió así: "Es malo y duro, lleno de energía animal y al mismo tiempo elegante". El nuevo Bond también es todo eso, y mucho más: el Bond de Craig es un tipo que no sólo experimenta sentimientos profundos, sino que además los admite. Por ejemplo, está debajo de la ducha en camisa y pantalones, junto a la bella Vesper Lynd, interpretada por la encantadora francesa de ojos azules Eva Green. Ella llora desconsoladamente. El está a punto de hacerlo. "Estás metido en tu armadura", lo acusa ella en otra escena de pareja. Y Bond dice: "Ya no tengo armadura... Todo lo que soy te pertenece". Un 007 con licencia para amar.

¿Puede decirse que escasean la acción, la tensión y los efectos especiales? No, inmediatamente después de la atípica introducción, comienza una persecución que deja sin aliento. Para ello, fue contratado Sébastian Foucan como un colocador de bombas. El público lo conoce como gran profesional del "parkour", un deportista extremo que no acepta límites. Salta y corre por una peligrosa obra en construcción, trepa grúas, se deja caer, todo según las normas del movimiento "free runner". Y Craig mantiene el ritmo y se gana así, al igual que en otras escenas de acción, la admiración del público. Eso sí: entre la frustración de un ataque terrorista contra el nuevo avión de pasajeros más grande del mundo en Miami y el furioso final con derrumbamiento de edificio en Venecia e intentos de rescate submarino de Vesper Lynd incluidos hay algunas escenas quizá un poco largas, entre ellas, en la mesa de póquer.

Pero la parte central de la película también ofrece algunas de las escenas de tortura más duras que se hayan visto en una cinta de 007. Le Chiffre, el malvado con lágrimas de sangre interpretado por el actor danés Mads Mikkelsen, golpea a Bond desnudo en los genitales. Y éste hace lo que todo hombre haría en esa situación, salvo quizá Roger Moore, que seguramente encontraría una expresión irónica para ese momento: Bond grita y se muere de miedo.

Muchos no querrán ver así al agente secreto más conocido de todos los tiempos. Pero, ¿es un "blando" sólo porque muestra dolor como cualquier persona de carne y hueso? Lo que sí es cuestionable es si con tanto tabú roto también hacía falta romper con otro clásico. Porque hay una escena que sí escandalizará a los más tradicionalistas: "¡Å Vodka Martini!", reclama Bond en una situación de estrés. ¿¨Batido o revuelto?", pregunta el barkeeper sonriendo. Y este nuevo Bond responde: “¿Le parece a usted que eso me importa?"