Muy complicado”, dice del otro lado del teléfono el director norteamericano David O. Russell. El director de la recientemente estrenada Joy: El nombre del éxito está hablando sobre hacer en Hollywood un cine que apunte directamente a un público adulto y que sea personal desde su primera concepción. “Es realmente complicado. Y yo he tenido la suerte de tener 25 nominaciones para mis películas en los últimos cuatros, con El lado luminoso de la vida y Escándalo americano. Aun así, películas distintas, personales, son algo difícil de generar. Hoy tengo la suerte de poder hacerlas. De trabajar con los actores que yo quiera, como Jennifer Lawrence, Bradley Cooper o Robert de Niro. Pero el proceso para generarlas es realmente complejo. Agotador incluso. Pero también tiene que ver con lo que uno desea hacer: yo he descubierto una forma de hacer las películas que realmente tenía ganas de filmar. Creo eso es un lujo como pocos”.
Russell, como bien dijo, es uno de los directores personales que hoy posee Hollywood (aunque no está nominado a director en los Oscar por un film suyo por primera vez en tres ceremonias). Comenzó con hits indie como Spanking The Monkey, entre otros, siguió con una película de acción que le costó una pelea con George Clooney (Tres reyes) y es el principal responsable por el otro lado de Jennifer Lawrence, la gema del Hollywood actual que ganó un Oscar por El lado luminoso de la vida. La misma Lawrence dijo al ganar el Golden Globe a Mejor Actriz por Joy, la historia de un ama de casa devenida magnate de la mercadotecnia, que quería ser enterrada junto a él. Russell: “Ella es un milagro. Es ese tipo de personas que a veces sentís que el cine ha diseñado para sobrevivir. Todo en ella enfrente de una cámara es poderoso. Además, he tenido el lujo de verla crecer. Sin dejar de ser esa ‘chica de al lado’ graciosa, ha devenido alguien preocupada por su arte, con aportes bastante interesantes a sus personajes y durante el rodaje. Realmente es alguien distinto”.
—Tu cine suele acercarse en modos a una cinefilia más de vieja escuela. Hay rutinas que recuerdan a las comedias del cine clásico americano, pero siempre está Estados Unidos real de fondo y como contexto. ¿Por qué?
—Creo que la importancia está no tanto en esos modos que se parecen a otros cines, sino en esa realidad. Para mí es importante que se sienta veraz ese fondo, ese contexto, que pueda contener esa casa americana de suburbio el relato en cuestión. Porque ahí se crea el nexo y se genera el fundamento para la idea que considero clave: la vida de cualquiera puede ser una película. Nuestras vidas están llenas de sucesos que nos marcan y que son poderosos. Simplemente hay que saber sorprenderse por esas mismas vidas. El cine mismo es el acto de buscar sorprenderse. Nadie entra al cine sin querer algo de la película.
—¿Por eso, por ejemplo, te interesó la historia de Joy, alguien que fue de ama de casa a magnate?
—Claro. Pero también porque en un instante donde es fácil sentir que el mundo está contra tuyo es importante crear estos cuentos de hadas que simplemente reflejan una realidad posible. Me interesa el cine que muestra reacciones humanas. Creo que a veces nos acostumbramos a un tamaño más grande del cine que pierde este espectro. Insisto, esa posibilidad de que cualquiera puede ser una película me parece algo muy honesto. Es por ello que hago las películas que hago.
“Me interesa lo común”
Russell ha sido nominado como Mejor Director por la Academia de Hollywood en tres ocasiones. Los Oscar 2016 generan polémica al conocerse: que no hay actores de color en ninguna de las categorías actorales. Russell: “Leí al respecto. Y honestamente no he visto las películas sobre las cuales podrían basarse las nominaciones (N. Del R.: La verdad oculta con Will Smith y Beasts of No Nation, con Idris Elba). Pero sí es un problema, y es uno que debería resolverse”.
Russell habla sobre su nuevo film, Joy: “Creo que es una película acerca de cómo llegar adonde nadie te dice que puedes llegar. Muchas veces hay más cosas en juego que simplemente tu inteligencia. De dónde eres, cómo es tu alrededor. Me interesaba mucho mostrar en Joy que hay un ambiente que nos es natural que a veces puede generar un conflicto, o mismo resolverlo. Por ejemplo, en la primera parte de la película sería la familia el problema. Pero ellos son así. Ser malos entre sí es parte de su naturaleza. Después sí aparece una maldad que hay que vencer realmente, que busca robar proyectos. Me interesa la gente común”.