ESPECTACULOS
Gran hermano

Un encierro vigilado y castigado

Gran hermano 2007 arrancaría entre el 8 y 11 de enero por Telefe, con la conducción de Jorge Rial. En un predio de mil metros cubiertos y con trescientos de jardín y pileta, los 18 participantes –seleccionados de un casting de más de diez mil personas– ocuparán dos cuartos, compartirán un solo baño y serán registrados por treinta y cinco cámaras y setenta micrófonos. Aunque es una vuelta de tuerca de versiones anteriores, el producto local no tendrá la crueldad del holandés.

1219granhermano468
ENCIERRO. Dieciocho jvenes quedaron seleccionados para participar de este reality en donde la vida ntima pasa a estar al servicio de quien encienda el televisor. | Cedoc
La joven se levanta de la cama y con el sueño aún en sus ojos, se arregla el camisón mientras camina hacia la cocina. Bosteza. Se sirve un café y espera al resto de los integrantes de la casa. La escena no llama la atención ni tampoco conmueve, salvo por el pequeño detalle de que 35 cámaras ocultas y 70 micrófonos le muestran al mundo cómo la muchacha toma su bebida, le pone sus dos cucharadas de azúcar y comienza a tararear una canción. La vida íntima, la de puertas adentro, la que se esconde bajo la alfombra, de pronto convertida en pública y al servicio de todo aquel que encienda el televisor.

Gran hermano vuelve en enero por cuarta vez a la pantalla de Telefe intentando una vez más, escribir una telenovela con personajes reales. Nombres propios y dramas propios transmitidos en vivo durante ciento diez días.

La nueva residencia tendrá lugar en los estudios donde antes funcionó el programa musical de Marley, Operación Triunfo. Mil metros cubiertos con 300 de jardín (tres veces más grande que el anterior)y la correspondiente pileta de natación recibirán a los participantes deseosos de someterse a la atenta vigilancia del ojo que todo lo ve.

La casa contará también con un salón para fiestas (incluida la bola de cristal brillante), dos cuartos y un baño en donde se repartirán los 18 participantes que quedaron seleccionados de un casting que convocó a más de diez mil personas.

Al igual que en las temporadas anteriores, el sistema de eliminación será el mismo. Los integrantes de la casa deberán pasar por distintas pruebas para mantener o aumentar el presupuesto destinado a los alimentos. De acuerdo con las interrelaciones conyugales, cada participante podrá nominar –según su estrategia de juego y supervivencia– al vecino más conflictivo o problemático.

Además, se ofrecerá a los habitantes la opción de nominación espontánea. Es decir, en cualquier momento podrán entrar al confesionario y nominar a su contrincante.

“Esto no es una muestra sociológica es simplemente un programa de televisión. Es gente que vive en nuestro país, que sufre nuestras angustias, nuestros miedos, nuestros fantasmas, que ha pasado por el corralito y que se crió con nuestro sistema educativo. Todo el mundo cree que Gran hermano empieza el primer día, cuando todos los participantes cuentan sus historias. Y no es así. El reality empieza al segundo día, cuando los protagonistas se muestran como realmente son”, explica Marcos Gorban, productor ejecutivo del programa donde surgieron las ahora vedettes Ximena Capristo, Silvina Luna y Natalia Fava, entre otras.

Por la mirilla. “Gran hermano te está observando” decían las pantallas instaladas en las calles de una ciudad futurista según la novela del escritor inglés George Orwell, 1984. La historia mostraba una sociedad regida por el totalitario Gran hermano, una figura que intentaba controlar a través de cámaras y micrófonos, las actitudes y emociones del pueblo. Lejos de las similitudes, el reality show que lleva su nombre pareciera seguir el mismo camino. Una voz siempre en off, profunda y masculina, se hace sentir dentro de la casa. Omnisciente y omnipresente toma forma mediante el locutor que imparte órdenes y sanciona a los que infringen las reglas del juego. Incluso el confesionario es casi un protagonista más en este sistema perfectamente gobernado a fuerza de orden y castigo. Allí, los participantes lloran, tienen sexo y comparten sus cotidianidades, siempre públicas y espiadas por millones de testigos invisibles. Así, en la “utopía del encierro perfecto” como decía Michel Foucault en Vigilar y Castigar, hasta la soledad es observada.

Lo cierto es que el fenómeno Gran hermano no es nuevo ni original, pero a pesar de los años y las distancias, es un formato que aún sigue dando que hablar. Holanda, Bélgica, Brasil, Finlandia, Bulgaria, Australia y Nigeria entre otros treinta países recrearon la pesadilla literaria de Orwell.

A fuerza de luchar contra la repetición y el aburrimiento, cada temporada se convirtió en una gran caja de sorpresas. La edición 2005 de Alemania –país donde la idea se gestó en 1998 de la mano de John de Mol– tuvo la particularidad de tener a los participantes ‘presos’ durante un año. The Village se llamó la nueva edición que retenía a sus participantes en cinco casas. Holanda hospedó a una mujer embarazada y, por supuesto, mostró ante millones de espectadores el momento del alumbramiento.

En una nueva versión, el país mantuvo cautivos a sus “hermanos” durante tres semanas sin ver la luz del sol. Y a pesar de que las pruebas incluyeron cerbatanas con dardos de madera que apuntaban a los traseros de bellas señoritas, el Big Brother sobrevivió a los años y el rating. De hecho España se convirtió en el primer país en llevar al aire ocho veces el mismo reality.

Sea por morbo, curiosidad o simple picardía, los espectadores le dicen sí al reality tal vez por una razón. Disfrutar del extraño poder de observar sin ser observado.

Reconoce ser curiosa

Reconocida periodista española, Mercedes Milá ha sido la cara del Gran hermano ibérico en siete de las ocho ediciones del formato que conduce todos los jueves a las 22.
—En su momento el reality fue muy criticado. ¿La sociedad cambió de opinión?
—GH es un programa que está y ha estado en boca de millones de personas. No se puede pretender que haya unanimidad a la hora de juzgarlo. Creo que las críticas que se le hicieron al principio marcaron su vida pero algo ha ido cambiando en el sentido de que ya no es tan vergonzante reconocer que se ve y se sigue el programa, como lo fue en los inicios. A mí, esa “clandestinidad” de algunos espectadores siempre me hizo mucha gracia.

—¿Cómo asimiló las críticas cuando aceptó conducir el show?
—Con Almax. (Antiácido estomacal muy popular en España)

—¿Qué tiene GH para que con el tiempo no haya perdido atractivo sobre el público?
—Los humanos somos curiosos y más aun nos gusta mirar por el ojo de una cerradura o la ranura de una puerta entreabierta. Al menos yo reconozco que lo soy. GH te permite ver la vida de un grupo de personas que aceptan que les observes, les juzgues y les vayas eliminando con tus votos. Es un invento genial que es difícil que se gaste del todo. Siempre que haya gente dispuesta a ser observada para que la vida le dé una oportunidad y sigamos siendo voyeurs, habrá GH.

—¿Le preocupa el rating?
—A todas las personas que tenemos un trabajo que depende del público, desde un restaurante, una tienda o una fábrica de hilos, nos preocupan los resultados de nuestro producto en el mercado. El rating, en televisión, es la medida de nuestra solvencia. ¿Cómo no me va a preocupar?

—¿Lo conoce a John de Mol?
—¡No! Y vive ¡Dios que me muero de ganas!

—¿Siente que GH es cruel?
—Los seres humanos somos muchas veces crueles. GH es un retrato de algunos de nosotros. Saque las consecuencias.