Cuando abrieron el sobre y dijeron mi nombre como ganador del ACE al mejor director se me vinieron muchas personas a la cabeza. La primera imagen que apareció fue la de mi padre, después mis comienzos, las cosas que hice en teatro, y por supuesto mi gran compañera Selva (Aleman). Fue una sorpresa enorme, sinceramente no me lo esperaba porque compartía una terna imposible con Agustín Alezzo, quien es el maestro de los maestros de los directores, la nave insignia, y otros geniales: Rubén Schumacher, Carlos Rivas, y porque no es un detalle menor que era en mi debut como director con Le prenom. Ya estar nominado era un premio para mí.
Ganar el ACE es un motivo más para seguir adelante. Con Gustavo (Yankelevich, productor del espectáculo) somos amigos desde hace treinta años, y quiero destacar su inclusión en el género teatral. Incluso recuerdo que fue el primero que me dijo “tenés el 99% de posibilidades de llevarte el ACE”. Lo miré como diciendo “estás loco”. Gustavo está muy enganchado y ya estamos planificando para que pueda dirigir Lluvia de plata, otra comedia francesa, de Sebastián Pieris, con la idea de estrenarla en abril de 2014.
Mis grandes maestros fueron Carlos Rivas en Cristales rotos de Miller, después Luciano Suardi con quien hice Panorama desde el puente y Quién le teme a Virginia Woolf, y cuando era muy chico; Pedro López Lagar la estrenó en el teatro Lasalle, que era de mi padre y yo iba escuchando detenidamente qué les decía a los actores, y sus palabras quedaron grabadas para siempre. También aprendí trabajando y escuchando lo que me decía Rosa Rosen.
En estos primeros pasos en la dirección de un espectáculo opté por abrir el juego con los actores, escucharlos. Reconozco que me tocó un elenco maravilloso, con personas creativas, talentosas, y que les dieron un brillo propio a los personajes y facilitaron las cosas, pero no me olvido de los nervios que tenía al dirigir a colegas. Mi estrategia de los primeros encuentros consistió en un ensayo de mesa, releímos en varias oportunidades la obra, escuchando las propuestas de los actores, y mi visión planteaba que cuanto más serias hiciéramos las escenas con tópicos tan profundos más gracia iba a causar en el público.
Dirigir y estar en Solamente vos no fue un impedimento porque lo mío en la tira es una participación especial, grabo seis o siete escenas semanales, y al teatro voy una vez por semana a ver si hay que ajustar algo. Yo le dije a Adrián Suar que sólo podía estar como un personaje periférico, y sinceramente estoy contentísimo de ser su padre gay en la ficción, nos divertimos muchísimo haciendo las escenas, y cuando las miro me causa mucha risa. La gente lo acepta con naturalidad. Lo veo en los comentarios en la calle, principalmente de los más chicos, que se divierten mucho con mi personaje. La gente ha crecido.
*Ganador del premio ACE como Mejor Director de Comedia Dramática y/o Drama.