El actor, que protagoniza Parque Lezama en el Teatro Liceo, comprometido con la actividad política, afirma que nunca imaginó que después del ’83 y de toda la etapa de recuperación de la democracia íbamos a llegar a una situación tan crispada, con un país tan dividido. “Soy optimista y espero días mejores para la República”, sentencia.
—¿Qué te atrapó de la obra para embarcarte en ella?
—Lo primero fue el hecho de que me haya convocado Campanella. Yo le dije que sí porque a este hombre le firmo un cheque en blanco. Conocí la obra en su traducción hecha por él y me pareció que estaba bien, pero cuando meses después conocí la adaptación que había hecho me felicité de la decisión que había tomado (risas).
—Hacés de un ex militante comunista. ¿Qué tenés en común con el personaje?
—No tanto. Pero sí la inquietud por la política y el no resignarse. Me inspiré en algunos amigos personales. Es muy entretenido hacerlo. Es un gran personaje de teatro.
—¿Qué te pareció la ceremonia de los Martín Fierro respecto de las anteriores?
—Me pareció que la gente escuchó más. Hace treinta años también se comía y hasta había baile, pero nos escuchábamos. Realmente era un encuentro de compañeros. Además no había Martín Fierro de Oro para asegurarse que la gente se quedara. Antes había un poco más de confraternidad. Pero estuvo bien. Siempre hay premios que se discuten y otros que no. Y a mí la controversia política no me asusta.
—¿Te referís a los discursos de Lanata?
—Me parece que estuvieron bien, la gente se manifestó con libertad. Tanto Magdalena, como Lanata y Mónica Gutiérrez dijeron lo que querían decir. Además es un momento complicado y hay que manifestarse.
—Después de las PASO, ¿qué análisis hacés?
—No soy un analista político, pero me parece que el resultado general fue un aviso importante del ánimo general de la sociedad. Las conclusiones las tendrán que sacar los partidos políticos, y en particular el Gobierno. Porque haber perdido todo lo que perdió significa que tendrán que entender las cosas de otra manera. Por lo menos que no nos cuenten un país que no existe. Yo sueño con recuperar la democracia y la República. Nunca me imaginé que a mi edad, después de vivir el ’83 y toda esa etapa de la recuperación de la democracia, íbamos a llegar a esta situación tan crispada con un país tan dividido.
—¿Creés que los artistas deben comprometerse con la actualidad política?
—A mí me parece que está bien. Antes no era fácil hablar de la ideología política, más si no coincidía con la del Gobierno. Esto viene del peronismo, donde si ganabas un campeonato de bolita tenías que dedicárselo al general Perón. Entonces se decía que los actores mejor no se comprometan porque se deben al público. Vaya a saber por qué sería… por temor. Pero eso ya no ocurre y la gente manifiesta su ideología política, su pertenencia.
—¿Estás de acuerdo con los subsidios a la cultura?
—Depende en qué. El cine sin un subsidio del Estado no podría subsistir. Pero en la televisión comercial me parece que no corresponde, sobre todo porque no hay un concurso. Sin concurso estamos ante un hecho de discrecionalidad.
—¿La elección es a dedo? ¿Es partidaria?
—Hay una lista blanca. Antes había una lista negra en la cual estuvimos muchos, y me parece que ahora estamos frente a una lista blanca donde hay algunos que sí y otros que no.
—¿Quién está en la lista blanca?
—No voy a decir nombres ni nada más. Al que le quepa el sayo de lo que digo que se lo ponga.
—¿Qué personaje te hubiera gustado o te gustaría hacer en teatro?
—Tuve uno y pude hacerlo. Es el Dr. Stockmann de Un enemigo del pueblo, que lo hice en el San Martín con dirección de Sergio Renán. Ese es un personaje con el que había soñado muchos años, pero primero no tenía edad y después estuve a punto de pasarme de edad para hacerlo (risas), pero por suerte lo pude realizar.
—¿Tenés ganas de volver a filmar?
—Ya no, ya me siento al margen del cine. En los últimos diez años se estrenaron 737 películas de las cuales yo hice tres. De modo que no me puedo considerar un hombre de cine.
—¿Tiene que ver con que vos elegiste no hacerlo?
—No, tiene que ver con que no me convocaron. Hice alguna participación especial, pero hacer un rol, no. Y no tengo pretensiones.
—¿Si te convocaran te darían ganas?
—En este momento ya no. Salvo algún proyecto que me interese mucho. Si me llama Campanella voy porque la paso bien. Pero tengo cincuenta películas hechas, es todo un número, ya está bien así (risas).