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A pesar del legado de Mandela, aún perduran los resabios del apartheid

Aunque hay una incipiente clase media negra, la minoría blanca controla la riqueza. Fotos.

Tres dias de procesion. Mientras se multiplican los homenajes a Mandela por todo el país, ayer se supo que sus restos recorrerán Pretoria el miércoles, el jueves y el viernes. El próximo 15 de diciemb
| AFP

El principal legado de Nelson Mandela, cuyos restos serán llevados en procesión el miércoles, jueves y viernes por Pretoria, fue democratizar y pacificar a Sudáfrica. Tuvo éxito y fue reconocido por todo el mundo.

Sin embargo, tras casi dos décadas de la primera elección popular libre, en la que fue electo presidente, el país aún sufre los resabios del apartheid: el 10% de la población blanca aún controla los principales resortes de la economía. No hay banqueros ni empresarios mineros negros, aunque en los últimos años creció timidamente una incipiente clase media negra.

Sudáfrica es la primera economía africana y cuenta con el 25% del Producto Bruto Interno (PBI) del continente. Sin embargo, el país aún sufre la contradicción de ser un baluarte de la región y, al mismo tiempo, tener altos índices de desigualdad social y económica.

El flagelo de la violencia, con 43 asesinatos diarios, y el drama del SIDA –el país con más infectados por vih del mundo con 5,3 millones– también son parte del legado inconcluso de Mandela, que las nuevas generaciones intentarán revertir.

El Premio Nobel de la Paz en 1993 tuvo como principal objetivo la reconciliación de las etnias. Hoy, en las escuelas conviven alumnos blancos, negros, mestizos e indios. La Constitución reconoce once idiomas oficiales y los hospitales atienden a las personas de diferente color.

Pero para lograr eso, Mandela tuvo que acordar con el establishment blanco una serie de compromisos en el área económica. Así, el Congreso Nacional Africano se alzó con el poder político, ganando las elecciones presidenciales celebradas desde 1994, y la minoría blanca se quedó con el monopolio de la riqueza del país.

Desde la instauración democrática, todos los grupos étnicos aumentaron su poder adquisitivo. Pero aún la mayoría de los ricos son blancos, mientras que los negros –80% del último censo– engrosan la base de la pirámide social. Según un estudio de la Universidad de Ciudad del Cabo, entre 2004 y 2012 la clase media negra se duplicó, hasta llegar a los 4,2 millones de personas, en un país con 53 millones de habitantes.

Aun así, una familia blanca de clase media tiene ingresos seis veces mayores que una negra. El desempleo afecta a uno de cada tres negros, mientras que en la población blanca sólo alcanza a uno cada veinte. Los descendientes de los colonos se mantienen en las mejores casas de los barrios más acomodados y en los trabajos más calificados.

Poco a poco, los jóvenes negros que fueron a la universidad se incorporan al mundo profesional, pero sus padres son jardineros y mucamas en los hogares afrikaners.

“Mandela nos defraudó. Aceptó un mal acuerdo para los negros. Económicamente, todavía somos marginales. La economía es de los blancos. Tiene algunos toques negros, pero los que dieron su vida en la lucha no han tenido su recompensa”, declaró en 2010 la polémica Winnie Madikizela-Mandela, ex esposa del jefe de Estado.

Pese a las críticas, en los últimos 19 años Sudáfrica cuadruplicó su PBI, que trepó hasta los 592 mil millones de dólares. Mandela y sus sucesores lograron atraer inversión extranjera tras el levantamiento de las sanciones internacionales contra el apartheid y convencieron a los empresarios sobre la seguridad jurídica del país que integra los Brics.

Pese a que la “nación del arco iris” que supo soñar Mandela aún tiene profusos nubarrones en su horizonte, la paz social y la democratización se conquistaron en menos de dos décadas. Nada mal para un septuagenario que era visto como “un terrorista” por los sectores más racistas de la minoría blanca. Aquellos a los que Tata Madiba protegió y respetó