Para el multimillonario ruso Roman Abramovich, de sólo 41 años, 500 millones de dólares es un cifra posible. Por eso, cuando se le presentó la oportunidad, no dudó en invertir lo que para la mayoría de los mortales es un monto astronómico en una villa de estilo romano, situada en la Riviera Francesa, a pocos metros de Montecarlo.
La compró de otro de los hombres más ricos del mundo, que a su vez la había adquirido en el 2006: el magnate Bill Gates, fundador de Microsoft y de una de las fundaciones benéficas más generosas del mundo.
La mansión, que ocupa una superficie de cuatro hectáreas, fue construida en el siglo XIX por el rey Leopoldo de Bélgica para su amante y en 1952 fue adquirida por el entonces dueño de Fiat, Gianni Agnelli, por 100 mil dólares.
En la década del 80, Agnelli tuvo la intención de vendérsela a la mujer de un banquero multimillonario por 3 millones, pero ella se negó porque pensó que los 50 jardineros que se necesitan para cuidar el jardín eran demasiado. Se perdió un negocio súper multimillonario.
Abramovich, con una fortuna valuada en 23.000 millones de dólares amasada gracias a la privatización de grandes sectores de la economía rusa, emprendió su gran cruzada inmobiliaria el año pasado, cuando compró el famoso Bran, en Rumania, célebre por haber sido la supuesta residencia del conde Drácula.
Este año, comenzó la construcción de una casa de 300 millones de dólares en la zona más exclusiva de Londres.