INTERNACIONAL
crisis eterna

Alarma entre los argentinos por la ‘ola de terror’ que asola a Israel

La violencia inquieta a la colectividad que reside en Jerusalén y Tel Aviv. Siguen con su rutina, pero temen una escalada del conflicto regional.

Argentinos. Amiras (der.) es jurista y vive en Jerusalén. Caballero, en el Néguev, y Tenembaum, en Tel Aviv.
| Cedoc

La reciente ola de violencia desatada en Israel y Palestina también golpeó a los argentinos que residen en la región. Ataques de “lobos solitarios”, armados con cuchillos desataron el pánico en Jerusalén, Tel Aviv y el norte del país. Del lado palestino, miles de personas salieron a las calles a protestar contra un presunto intento de Israel de apoderarse de la Explanada de las Mezquitas, uno de los lugares sagrados para los musulmanes, pero también venerado por los judíos y llamado Monte del Templo. Algunas de esas protestas fueron reprimidas por la policía y el ejército israelí, dejando 38 palestinos muertos y decenas de heridos.

Los 50 mil argentinos que viven en Israel temen que el comienzo de una tercera Intifada, convocada por Hamas, agrave aun más la tensa situación.

Doce balas. León Amiras nació en San Nicolás y estudió abogacía en la Universidad Nacional de Córdoba. De joven emigró a Israel, donde cursó un posgrado en la Universidad Hebrea de Jerusalén. “A mí me preocupa. A pesar de no sentir miedo, de hacer mi vida, me intranquiliza la cantidad de hechos que pasaron”, explicó desde Jerusalén. “El israelí está muy acostumbrado a este tipo de situaciones, va armado en todo momento. El miércoles estuve con unos turistas y el guía era un salteño, que nos llevó a un lugar despoblado en las afueras. Le dije que si venían a atacarnos éramos un blanco fácil. Entonces, me mostró un revólver calibre 45 y me contestó: “Tengo 12 balas; si son menos de 12, no tendremos problema”, agregó el vicepresidente del Colegio de Abogados de Jerusalén.

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Alerta con temor. Yoav Tenem-baum, también argentino e hincha de San Lorenzo, es profesor de Estudios Diplomáticos de la Universidad de Tel Aviv. Allí también hubo alertas de seguridad. “El jueves estuve expuesto a una alerta. Buscaban un auto en el que supuestamente había un palestino que estaría por llevar a cabo un ataque contra civiles –afirmó–. Lo que me impresionó fue la tranquilidad de los policías y de la gente en general. Lamentablemente, uno está acostumbrado a olas de terror contra civiles. Eso lleva a saber combinar alerta con temor y tranquilidad con atención”.

En el desierto del Néguev, en el sur del país, la paz y la tranquilidad no fueron interrumpidas por brotes de violencia. Marcos Caballero, un argentino de 89 años que emigró hace seis décadas a Israel, explicó que allí la convivencia entre israelíes y árabes beduinos es buena. “Me dolió lo que pasó, no solamente por los judíos que fueron atacados, sino también por los jóvenes palestinos que murieron. Al fin de cuentas, esto es el resultado de una incitación a la violencia de dirigentes políticos árabes dominados por una ideología religiosa que es extrema”, dijo a PERFIL desde Beer Sheva. Ingeniero aeronáutico, Caballero tiene hijos, nietos y bisnietos israelíes y participó de todas las guerras posteriores a la independencia de Israel. Sostiene que Israel no quiere destruir Al-Aqsa ni cambiar el statu quo en la Explanada de las Mezquitas. Pero admite que cuando un israelí reza en ese lugar, irrita a muchos palestinos.

Es imposible saber si esto llevará a una Intifada o no. Las posibilidades están”, agregó. Según Tenembaum, no importan qué título se pone a lo que sucede actualmente. “Se trata de una ola de terror”, afirma. Los consultados coincidieron en expresar preocupación, pero al mismo tiempo mantienen la calma y se esfuerzan por seguir su rutina con normalidad. Quienes no opinan igual son los turistas, que en las últimas semanas evitaron recorrer la ciudad vieja de Jerusalén y el Santo Sepulcro.