La semana pasada se produjo un hecho que será un parte aguas en la historia política reciente de Colombia: la detención del ex presidente Álvaro Uribe Vélez. Si bien, deberá cumplir prisión domiciliaria mientras dure el juicio en su contra, y no pasará, por ahora, ningún día en una cárcel común, el hecho reviste un carácter histórico. El ex mandatario es el dirigente más poderoso de Colombia desde los primeros años del Siglo XXI. Presidió el país desde 2002 a 2010 pero logró imponer a todos sus sucesores hasta ahora: tanto el ex presidente Juan Manuel Santos, como el actual, Iván Duque, fueron sus hombres de confianza. Si bien, con Santos mantuvo algunas internas durante la presidencia de este, especialmente debido a los acuerdos de paz con las FARC, Duque se mantuvo fiel e incluso lo apoyó tras su detención. Atando así, su misma suerte política a la de su mentor. Algunos analistas sostienen que, lejos de significar la muerte política de Álvaro Uribe, su detención podría servirle de impulso para revitalizar una carrera política que venía en declive.
A Uribe se lo acusó históricamente de poseer acciones en empresas ligadas al tráfico de estupefacientes al mismo tiempo que ayudaba a los carteles narcos con reformas en la ley de extradición. A su vez, el ex presidente tiene 27 denuncias ante la Comisión de Acusaciones debido a supuestos apoyos a grupos paramilitares. Incluso, se lo ha vinculado con la masacre de El Aro, ocurrida en 1997, cuando era gobernador de Antioquía. Allí, Paramilitares pertenecientes a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), asesinaron a 15 campesinos en completo estado de indefensión mientras que despojaron de sus pertenecías a decenas de trabajadores rurales. En un juicio, Salvatore Mancuso, ex comandante de las AUC, confesó haber ordenado la incursión. Las AUC, al igual que otros organismos paramilitares, fueron grupos de ultraderecha conformados principalmente por ex militares o agentes policiales. Su objetivo era el de combatir a la guerrilla, aunque también terminaron incurriendo en actividades de narcotráfico, lavado de dinero, secuestros y extorsión.
La detención de Uribe abre la grieta en Colombia
El hermano del ex presidente, Santiago Uribe, se encuentra detenido desde 2016 debido a sus vínculos con estos grupos paramilitares y por la fundación de los Doce Apóstoles, ligados a las AUC. Existen, incluso, documentos oficiales de la Agencia de Inteligencia de la Defensa de los Estados Unidos. En uno de ellos, redactado en 1991, Álvaro Uribe aparece número 82 en una lista que contenía nombres de los narcotraficantes más importantes de Colombia. Allí, se describe al entonces alcalde de Medellín como colaborador del Cartel y amigo personal del mismísimo Pablo Escobar Gaviria. El ex presidente se defiende asegurando que se trata de una persecución política en su contra y de sus ex funcionarios. Varios de ellos también fueron encarcelados en los últimos años.
Si bien, varios ex presidentes colombianos fueron detenidos durante los Siglos XIX y XX, la última vez que un ex cabeza de Estado estuvo privado de su libertad fue hace 62 años. Se trató del dictador Gustavo Rojas Pinilla, quien fue detenido por motivos políticos en 1957 para evitar que liderara un supuesto complot para regresar al poder en el país. Esta vez, se trata de la primera ocasión en que un mandatario es detenido debido a cuestiones que exceden lo político. La Corte Suprema ordenó la custodia de Uribe debido a que podría interferir con la investigación que lo tiene como sujeto principal. A su vez, continúa siendo investigado por decenas de delitos producidos durante los años 90. Los cuales tienen que ver con la violación a los derechos humanos en la represión ilegal de la guerrilla y los grupos insurgentes. En 2014, el senador Iván Cepeda, fue más lejos y afirmó que Uribe fundó junto a su hermano el Bloque Metro, rama de las AUC.
Colombia: la Corte Suprema ordenó la detención del expresidente Álvaro Uribe
En respuesta a Cepeda, el ex presidente lo demandó ante la Corte Suprema. Sin embargo, esta investigó el caso y terminó, sorpresivamente, abriendo la investigación formal contra Uribe por manipulación de testigos, soborno, y fraude procesal. Delitos de los cuales se lo acusa actualmente y que llevaron a su detención. De los 42 testigos del juicio, muchos de ellos son ex paramilitares actualmente en prisión, con condenas firmes. Paradójicamente, su detención se produce a causa de un proceso judicial que el mismo inició contra uno de sus adversarios políticos más duros. Quizás, el juicio al ex presidente sirva para que la sociedad cafetera finalmente comience a cerrar viejas heridas que aún permanecen abiertas. Álvaro Uribe Velez representa, quizás como nadie, a un período de la historia colombiana signada por el fuego, la sangre, y la muerte. Hace mucho tiempo que Colombia intenta dejarla atrás, aunque sus viejos y sangrientos fantasmas se empeñen en regresar repetidamente.
*Abogado y Magíster en Relaciones Internacionales.