INTERNACIONAL
Investigadora del Colegio de México

Ana Covarrubias: "Argentina no está en el mapa de la política exterior de López Obrador"

AMLO aún no felicitó a Joe Biden por su triunfo en las elecciones en Estados Unidos. "Trump todavía puede tomar decisiones que afecten a México", afirma la prestigiosa internacionalista.

Ana Covarrubias, investigadora del Colegio de México.
Ana Covarrubias, investigadora del Colegio de México. | Cedoc Perfil

Ocho días después de que las cadenas de noticias de Estados Unidos declararan ganador a Joe Biden, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, continúa en silencio, pese a que la mayoría de los líderes internacionales reconocieron la victoria demócrata. El jefe de Estado mexicano considera que, con los litigios de Donald Trump en tribunales, el proceso electoral no concluyó formalmente.

En diálogo con PERFIL, Ana Covarrubias, investigadora del Colegio de México, aseguró que “la prudencia que el gobierno alega es resultado del entendimiento con Trump y del hecho de no querer modificar el buen estado de la relación”.

¿Esa decisión de no felicitar a Biden puede complicar el vínculo bilateral?

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

—En el mediano y largo plazo no creo, a pesar de que los demócratas han tomado nota. Estados Unidos tiene mil asuntos que tratar con México, quiera o no. Quizá sí habrá alguna mención o represalia muy breve en el corto plazo, pero no creo que pase de allí. Hubo mucha división dentro del gabinete respecto del reconocimiento, unos a favor y otros en contra. Desde luego, López Obrador se impuso y no ha querido felicitar a Biden. Trump todavía puede tomar decisiones que afecten a México de aquí a enero. Creo que es un error: pudo haberse encontrado una forma ambigua de felicitar a Biden sin “alterar” a Trump.

¿Qué tipo de relación bilateral puede tener Biden con López Obrador?

—En general los demócratas han sido más duros en términos de comercio y migración. Obama deportó a miles de personas cuando fue presidente. Yo no pensaría una venganza de Biden porque la relación es demasiado importante para ambas partes como para empezar de esa manera. Sí creo que puede haber un cambio en el TMEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá). Los senadores americanos están muy a disgusto con México porque no está cumpliendo en energías limpias. El TMEC trae una cláusula que permite que EE.UU. evalúe la cuestión laboral en México. En trabajo y medioambiente los demócratas pueden tener más presencia y eso nos va a traer problemas porque medioambiente no es un tema importante para López Obrador y porque ir progresando en las condiciones laborales será difícil, sobre todo por la crisis económica por la pandemia. Ahí sí puedo ver una relación un poco más áspera. También me pregunto si Biden retomará una agenda a favor de la democracia y los derechos humanos en la región y en México. Pueden haber diferencias importantes porque México ha adoptado el principio de no intervención. No vamos a hacer nada activamente a favor de la democracia en Venezuela. ¿Y qué hará Biden con toda la violencia que estamos viviendo en el país?

En el último debate Biden criticó a Trump por los migrantes en las jaulas. Parece un tema doméstico de Estados Unidos, pero también puede transformarse en parte de la agenda interméstica con México. ¿Puede haber críticas por el trato a los migrantes en México?

—Absolutamente. El trato a los migrantes en México no es bueno y puede ser un tema que cobre mucha relevancia. También depende mucho del Congreso. Son temas que van al Congreso y al Senado y no necesariamente es el presidente de EE.UU. el que saca estos temas.

Teniendo en cuenta que México tiene una relación tan densa y compleja con los Estados Unidos, ¿por qué durante la campaña López Obrador jugó tan abiertamente a favor de Trump, visitándolo en la Casa Blanca?

—Sorprende que alguien que durante años se proyectó como una figura de izquierda tenga una relación tan buena con EE.UU. Creo que vimos puro pragmatismo de López Obrador. Su voluntad fue sacar cualquier conflicto con EE.UU. del paso. Así es como entiendo también el giro tan profundo que hubo en nuestra política migratoria con los centroamericanos, justamente para cumplir con los que nos exigía EEUU. En este esquema de un pragmatismo muy brutal es como entiendo la visita. López Obrador siempre dijo que la vocación de su gobierno era latinoamericanista, pero no ha viajado a ningún país latinoamericano, ni siquiera a Guatemala, aunque sí a los EE.UU. Es una forma de decir “la relación con EE.UU. tiene que ser fluida; el presidente está dispuesto a hacer lo que sea necesario para ello”. México ha cedido a la mayoría de las peticiones norteamericanas o a aquellas que son realmente esenciales para Trump. Ahí hay una especie de entendimiento peculiar de dos personajes que son muy distintos en cierta manera y muy similares en otros aspectos. Eso es lo que explica una muy buena relación bilateral, como no hemos visto en muchos años.

¿Por qué México fue tan ambiguo en la elección en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)? Se abstuvo en la votación, pero no quiso quitarle el quórum al candidato de Trump, lo que desarticuló la oposición de Argentina y Chile.

—Mauricio Claver-Carone dio una entrevista en un periódico mexicano y lo que dijo es que ellos le habían pedido a México que pusiera un candidato. Y al parecer el gobierno de López Obrador no estaba contento con ninguno de los posibles candidatos con los que EE.UU. estaría de acuerdo. Eran “del pasado neoliberal”. Estados Unidos estuvo dispuesto a que México tomara la batuta y presentara a alguien, pero México no quiso. Creo que el Gobierno dijo: “si los candidatos que son aceptables para López Obrador no lo son para EE.UU., mejor nos quitamos, que sean ellos quienes designen a Claver-Carone. No queremos un conflicto con EEUU por el candidato del BID”.

Andrés Lopez Obrador, presidente de México.
El presidente mexicano Andrés López Obrador. (Foto: DPA)

¿Cómo definiría la política exterior de AMLO hacia América Latina y el Caribe?

—Allí sí vimos un cambio muy interesante: regresar a la idea de no intervención en asuntos internos; cambiar la posición radicalmente en el caso venezolano, con el Mecanismo de Montevideo en oposición al Grupo de Lima; y también un cambio en el caso de Bolivia. México consideró que fue un golpe de Estado. Recurrimos otra vez a la tradición de asilo que ha caracterizado a la política exterior de México. Fue la idea de que nosotros nos vamos a llevar mejor con gobiernos que son progresistas. Pero cuando Alberto Fernández ya era presidente electo, vino a México, esperando el liderazgo de México para esta izquierda latinoamericana. Y no lo encontró. Hay una posición muy tibia por parte del gobierno mexicano, en el sentido de que preferimos aquellos gobiernos que tienen una agenda más progresista, pero al mismo tiempo no queremos actuar como líderes. El único aspecto que es muy interesante es nuestra posición muy vocal en la OEA contra Luis Almagro. Y la única interpretación que puedo dar para que ello no se haya convertido en un conflicto con EE.UU. es que a Trump la OEA no le importa. Fuera de ello, no puedo hablar de una política hacia América Latina.

Los gobiernos de Chile y Argentina postularon la idea de la neutralidad activa y no alineamiento en la disputa entre EE.UU. y China. ¿Cuál es la posición de México?

—El conflicto comercial entre Estados Unidos y China nos conviene en términos comerciales. Ahí ha habido una ausencia de posición, ni siquiera llegamos a la neutralidad. Hay otra vez una intención de no provocar un conflicto con EE.UU. por la cuestión China. Se firmó y ratificó el TMEC. Esa es la apuesta del gobierno de López Obrador que nadie se hubiera imaginado: una apuesta claramente americana.

¿Esa decisión llegó porque López Obrador se dio cuenta que la inserción de México en la economía internacional pasa por una buena relación con EE.UU.?

—Totalmente. Y los neoliberales a los que tanto desprecia López Obrador fueron los que iniciaron este camino tan franco hacia la integración de América del Norte. López Obrador lo está reiterando. De allí viene la inversión, allí está el comercio y él necesita esos recursos para el proyecto de nación que tiene en mente: el Tren Maya, la refinería Dos Bocas.

Alberto Fernández subraya siempre la buena sintonía que tiene con AMLO, en momentos en que no tiene muchos aliados en la región. ¿Qué tan importante es ese vínculo bilateral para México?

—No está en el mapa de lo que uno ve cotidianamente de la política exterior. Hay cierto acercamiento con lo de las vacunas, pero fue una cuestión de iniciativa privada. Fuera de esos momentitos chiquitos en los que aparece Argentina, diría que uno no lo ve en el mapa en la política hacia América Latina. Lo que se ve en el mapa es Centroamérica, Bolivia y Venezuela. Los demás países no están cotidianamente en la política exterior de México.

¿Qué quiebres hay en la política contra el narco de AMLO con respecto a las de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto?

—Paradójicamente, con todo lo que López Obrador detesta a Calderón y lo criticó, diría que en términos generales hay una continuidad. El Ejército no regresó a los cuarteles, sigue haciéndose cargo de la lucha contra el narcotráfico. Calderón declaró la guerra al narco, después Peña Nieto quiso restar importancia a la política de seguridad y no pudo, la tuvo que retomar. Eso mismo le está pasando a López Obrador. No hay una policía que se pueda hacer cargo del problema. Veo una cercanía muy clara de López Obrador con el Ejército, que está en la construcción del nuevo aeropuerto, en las aduanas y los puertos.

Cuando termine el sexenio de AMLO, ¿hay vocación de continuidad en el poder en Morena o es una fuerza exclusivamente personalista?

—Hemos tenido ahora el proceso de selección del dirigente de Morena, que fue un proceso muy difícil, que dio muchas divisiones dentro del Movimiento. El que quedó fue el candidato de López Obrador. Después de él, no me atrevería a decir que Morena continúa. Morena ha sido lo que ha sido por López Obrador. Habrán divisiones, rupturas, como han sido todos los movimientos donde ha estado él. Quien destaca mucho es Marcelo Ebrard y, quizás un poco menos, Claudia Sheinbaum. Si Ebrard sale de presidente en 2024 puede ser muy distinto de lo que ha hecho López Obrador. Tiene una concepción del mundo muy diferente, él sí entiende la inserción de México, entiende cuestiones mucho más contemporáneas que López Obrador no acepta, como las energías renovables, la defensa del medioambiente, toda esta agenda más actual y progresista. A Sheinbaum la veo muy dependiente de López Obrador.