Cuando llegue a la Cumbre de Líderes del G20, el próximo lunes en Los Cabos, México, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner podría ser mirada con cierto aire de desaprobación, como uno de esos alumnos que vuelven a la escuela con un boletín de calificaciones no del todo sobresaliente.
Al menos esto es lo que plantean algunas voces de distintos países –con los tenedores de bonos argentinos en Estados Unidos y los españoles que reclaman por la expropiación de YPF a Repsol a la cabeza–, que quieren que el país deje de formar parte de ese “club exclusivo”, y hasta elevan, como el senador republicano Robert Lugar, proyectos en el Congreso para proponerlo. ¿Corre peligro la Argentina de ser expulsada del grupo que reúne a las veinte mayores economías del mundo? Para algunos, la respuesta es sí. Para otros –expertos locales, pero también de países vecinos–, esa situación resulta impensada y hasta un poco pueril.
Pero, ¿cuál es la ventaja de pertenecer? Mariano Turzi, coordinador del programa Asia Pacífico de la Universidad Torcuato Di Tella, asegura que “es fundamental que Argentina sea parte –y parte activa–, porque es el foro más importante para lidiar con la naciente y cambiante arquitectura financiera internacional, y porque allí se construye la gobernabilidad global: conviven los países desarrollados con los emergentes, y Argentina no puede no estar ahí”.
Para Ignacio Labaqui, profesor de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Católica Argentina, esa membresía “permitió al Gobierno, por caso, llevar las posturas críticas que desde 2003 Néstor Kirchner venía planteando acerca de las políticas impulsadas por los organismos de crédito, o la necesidad de un mayor control sobre las agencias calificadoras de riesgo y los paraísos fiscales”.
Los académicos coinciden en que “la posibilidad de que la echen es remota, aunque es cierto que es el único país que no cumple con el artículo IV del FMI, los números del Indec no son fiables y existen discusiones desde las sentencias contra la Argentina en el Ciadi”, pero “la expulsión debería darse por unanimidad y nadie puede tirar la primera piedra”, afirma Turzi.
"¿Quiénes deberían ser los veinte?”. El jueves pasado, a cuatro días de la reunión de líderes en la Cumbre de Los Cabos, se presentó un documento bautizado así, firmado por dos prominentes economistas, Alex Brill y James K. Glassman, y financiado por la National Taxpayers Union, una asociación estadounidense que “vela por los sobrecargados contribuyentes”.
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