La cumbre de Canadá del G7, que amenaza con convertir al grupo en “seis contra uno”, comenzó ayer sin abordar temas espinosos, precedida por un inédito clima de enfrentamiento entre Estados Unidos y sus aliados.
Los peores augurios de un enfrentamiento abierto parecieron mitigarse ligeramente después del almuerzo de trabajo y la foto de familia con los que comenzó la 44º Cumbre del G7 en la localidad de La Malbaie, cerca de Quebec.
En los días previos a la cita se generó un clima de duro enfrentamiento entre Donald Trump y los otros líderes por las profundas diferencias en comercio y política exterior entre Estados Unidos y sus aliados occidentales.
Hasta que llegó Trump, nunca un presidente estadounidense había anunciado que se iría antes del final de un G7, desairando el documento final y algunos de los temas centrales de la reunión, como el clima.
Nunca una cumbre de los siete líderes mundiales había sido precedida por un cruce de tuits envenenados. Y nunca los líderes europeos habían decidido improvisar antes una minicumbre al margen de la cumbre principal para unir esfuerzos y afrontar de la mejor manera posible su enfrentamiento con Estados Unidos.
Cordialidad. Pese a las tensiones precedentes, la primera reunión de trabajo transcurrió en forma “cordial y productiva”, en un clima “relativamente relajado”, dijo la canciller canadiense, Chrystia Freeland.
De todos modos, en esa primera reunión, que giró sobre el tema de cómo hacer que la economía funcione para todos, los líderes del G7 no abordaron temas difíciles como aranceles y la retirada de Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán.
Hasta ahora no se sabe si la cita, que se desarrolla unos 140 kilómetros al noreste de Quebec, podrá concluir con un comunicado conjunto final, precisamente por las diferencias de fondo con Trump.
“El trabajo en el comunicado continúa. Veremos en qué queda”, dijo Freeland.
Protocolo. La cumbre abrió con la bienvenida protocolar del primer ministro anfitrión, Justin Trudeau a los jefes de Estado y Gobierno en un lujoso hotel de La Malbaie.
Entre 8 mil y 9 mil policías participan del operativo de seguridad en el hotel y en Quebec, donde está el centro de prensa y hubo pequeñas manifestaciones de grupos anti G7.
Integran el grupo Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón. Todos los líderes, excepto Trump, y el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, acudieron acompañados de sus cónyuges.
La cumbre concluirá hoy y está centrada en la pugna que mantienen la UE y Canadá con Trump por la imposición de aranceles al acero y el aluminio por parte de Estados Unidos a sus socios, alegando razones de seguridad nacional.
El gobierno canadiense calificó de “ilegales” las tarifas impuestas y advirtió que generarán represalias.
“Canadá no cambiará de opinión ante la ilegal y absolutamente injustificada aplicación de aranceles al acero y al aluminio; no solo al de Canadá sino al de todos los aliados del G7 reunidos aquí”, dijo la canciller Freeland.
Por su parte, los representantes de la UE, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, dejaron claro que Europa no va a ceder ante Trump, por lo que anticiparon que la de Canadá sería la reunión “más difícil” en años.
Otros temas difíciles son la retirada de Estados Unidos del acuerdo nuclear de Irán y las cuestiones propias de la agenda oficial, en la que figuran asuntos como equidad de género, economía incluyente y océanos.
Crisis. La agenda establecida por Canadá, como anfitrión, saltó por los aires por la crisis entre Trump y sus aliados, que mantuvieron duros cruces en los días previos a la cita.
Trump, que expresó su descontento por tener que viajar a Canadá, atacó antes de abordar el avión, con retraso, rumbo al encuentro, las políticas comerciales de Europa y Canadá, que considera son “injustas” para Estados Unidos.
“Espero enderezar los acuerdos comerciales injustos con los países del G7. Si eso ocurre, saldremos mucho mejor”, escribió el presidente en su cuenta de Twitter.
Sus socios occidentales contraatacaron. El presidente francés, Emmanuel Macron afirmó que el G7 no rebajará la declaración final para acomodar la negativa de Trump a tratar los temas del cambio climático y el comercio, y sugirió que el texto final no contará con la firma de Estados Unidos.
“Al presidente estadounidense puede que no le importe estar aislado, pero a nosotros tampoco nos importa firmar un acuerdo con seis países si es necesario”, tuiteó el mandatario francés el jueves.
“Porque esos seis países representan valores, representan un mercado económico que tiene el respaldo del peso de la historia y que ahora es una verdadera fuerza internacional”, agregó desafiante Macron.
Ayer, sin embargo, mostró optimismo y aseguró que la línea europea es “unitaria y determinada”, en un mensaje por Twitter en el que se mostraba, sonriente, con sus “amigos europeos”.
Angela y Donald, un diálogo difícil
Donald Trump, quedó entre Angela Merkel y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, en la foto de familia de la cumbre del G7, situación que la canciller alemana aprovechó para hablar con él unos minutos.
Merkel y Trump han tenido varios encuentros, que no han logrado esconder las diferencias entre ambos. Luego de uno de ellos, en marzo de 2017, cuando discutieron sobre temas como migración y comercio, el presidente norteamericano se negó a mantener el protocolar apretón de manos ante los fotógrafos.
También fue poco productiva la reunión que sostuvieron en abril de este año, cuando la canciller alemana no logró convencer a Trump sobre la conveniencia de mantener el acuerdo nuclear con Irán o evitar el proteccionismo para compensar el déficit comercial de Estados Unidos con sus principales aliados.
Por el contrario, Merkel siempre tuvo una cálida relación con Barack Obama, que la visitó tras dejar la presidencia.