Al cumplirse un año de su renuncia, el papa Benedicto XVI vive apaciblemente en una residencia del Vaticano, protagonizando la hasta ahora nunca vista convivencia de dos papas vivos. Aislado del mundo, como anunció antes de abandonar el trono de Pedro, el papa emérito apareció públicamente en este último año con el papa Francisco tan sólo cuatro veces y optó por una vida absolutamente discreta.
Entrevistado por la Radio 1 de Italia, monseñor Georg Gänswein, secretario del papa emérito y prefecto de la Casa Pontificia, recordó el “shock” que significó la inesperada renuncia del papa Benedicto, el 11 de febrero de 2013: “El me comunicó no sólo una idea, una reflexión, sino una decisión, y yo comprendí de inmediato -aunque instintivamente dije: ‘¡Padre Santo, no es posible!’- que era una decisión tomada, madurada después de mucha reflexión, con plegaria al Señor. No había nada más que hacer", explicó. “Es importante comprender bien que este acto valiente no era una fuga, sino una decisión tomada con gran responsabilidad”, agregó Gänswein.
En palabras del obispo colombiano Octavio Ruiz, citado por la agencia Afp, Benedicto XVI “ha cumplido con lo que prometió, no ha interferido” en las decisiones y actividades de su sucesor, Francisco. “Mi única y última tarea es sostener con la oración el pontificado de Francisco”, escribió en enero el papa emérito en una carta enviada al teólogo progresista suizo Hans Kung, en la que recalca que comparte con Francisco “una gran identidad de puntos de vista”.
Tras abandonar El Vaticano el 28 de febrero de 2013, día en que oficializó su renuncia, Benedicto XVI vivió en el palacio de verano de los papas, Castel Gandolfo, en las afueras de Roma. Desde allí pronunció sus últimas palabras públicas, donde afirmó que ese día se iniciaba “la última etapa de su peregrinaje en esta tierra”.
Permaneció en Castel Gandolfo 62 días -recibiendo la visita del papa Francisco el 23 de marzo- y luego se instaló discretamente en El Vaticano acompañado y asistido por cuatro “memores Domini” (Rossella, Loredana, Carmela y Cristina), las laicas consagradas de Comunión y Liberación así como por Georg Gänswein.
Desde mayo del año pasado el papa emérito permanece en su residencia ubicada dentro de los Jardines Vaticanos y donde, hasta finales de 2012, funcionaba el monasterio “Mater Ecclesiae”, acompañado por un grupo de monjas de clausura. Aunque pasa sus jornadas alejado de la vida pública, Benedicto XVI “estudia, lee, se ocupa de su correspondencia y también recibe visitas”, según Gänswein.
“Está en paz consigo mismo y pienso que está incluso en paz con el Señor”, afirma Gänswein. “Está bien, pero por cierto que carga con el peso de sus años. Es un hombre físicamente viejo, pero muy vivaz y claro de espíritu. Caminamos rezando el rosario, suele tocar el piano, y todo eso en la medida en que puede hacerlo un hombre de 86 años”.
Según el padre Paolo Asolan, citado por la agencia informativa Europa Press, el sentido de “esconderse del mundo tiene para el papa emérito un valor apostólico y pastoral” y su opción por la vida monástica pretende ofrecer y mejorar la “misión y la vida de la Iglesia”. También subrayó que el papa Francisco define a Benedicto como “un abuelo sabio”.
Quedando atrás los rumores de que Benedicto padeciera una profunda depresión tras su renuncia, ahora parece haber recuperado fuerzas y no se descarta que participe en la ceremonia de canonización de los papas Juan XXIII y Juan Pablo II, el próximo 27 de abril. Según monseñor Gänswein, hay muy bien "feeling" entre los pontífices, quienes “se escriben, se llaman por teléfono, conversan y se visitan mutuamente”.
El padre Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, entrevistado por Radio Vaticana, aseguró que Benedicto “siempre ha sido un hombre de oración en toda su vida y deseaba, probablemente, tener más espacio para vivir esta dimensión de oración con totalidad y profundidad. Y ahora dispone de ese tiempo”.
“Una vida de oración, de reflexión, de lectura, de escritura, en el sentido que responde las cartas que le envían, pero también recibe personas que le son cercanas y con las que considera útil dialogar y que además le piden consejo o cercanía espiritual”, agregó el portavoz vaticano.
Lombardi dijo que la salud de Benedicto XVI es “maravillosa” y que, a pesar de la “fragilidad” propia de una persona de 88 años, permanece “muy sereno, tranquilo” y con “la mente perfecta”. Además puntualizó que, aunque vive en un modo discreto sin una vida pública, ello no significa que “viva aislado”. Hoy, Benedicto, quien fuera 265º sumo pontífice de la iglesia Católica vive como “un simple peregrino que inicia la última etapa de su peregrinaje en esta tierra”.