Hay encierros y encierros. El que llevan adelante, y de un modo voluntario, un grupo de seis personas que simulan las condiciones de vida ante un posible viaje a Marte, conocido como “Mars500”, tiene la ventaja de ser reversible y de estar controlado científicamente. Desde esa distorsión, uno de ellos, el francés Romain Charles, le a consejó a sus “colegas” chilenos de la mina de Copiapó qué hacer y cómo sobrevellar el trance. Lo hizo desde el cubículo ubicado en un centro de investigaciones de Moscú, adonde ingresó el 3 de junio.
Como parte del diario que lleva este ex operario de control de calidad de una fábrica de autos, pidió que los mineros se mantengan ocupados, cuiden su salud y sigan un cronograma para tener actividad y establezcan un ritmo de día y noche. “Cuando se está en una situación de aislamiento, uno se siente cerca de todos aquellos que viven o han vivido el mismo tipo de experiencias. De un colega que estuvo en submarinos he recibido un montón de consejos para ayudar a pasar el encierro”, contó.
Justamente, uno de los problemas que encaran los mineros es la carencia de un ritmo de vigilia y sueño por la total ausencia de luz solar. “Todo nuestro pensamiento va para los 33 mineros en Chile atrapados bajo tierra. Sus condiciones de vida son realmente duras y esperamos que nuestro mensaje pueda llegar hasta ellos”, concluyó Charles antes de referirse al progreso de uno de los cien experimentos que se llevan a cabo en la cápsula que reúne a seis astronautas voluntarios (tres rusos, un chino y un italiano, además de Charles) en imaginario viaje a Marte.
