El anuncio del expresidente Joe Biden sobre un cáncer de próstata agresivo reavivó la tensión política en Estados Unidos, al ser aprovechado por aliados del actual presidente Donald Trump para alimentar sospechas sobre un supuesto encubrimiento de su estado de salud durante su paso por la Casa Blanca.
Biden, de 82 años, reveló el domingo que padece una forma "agresiva" de cáncer de próstata que se ha extendido a los huesos. Si bien Trump expresó su pesar públicamente, su entorno político adoptó una postura más combativa, sugiriendo que el diagnóstico pudo haber sido conocido y ocultado anteriormente. "Realmente necesitamos ser honestos sobre si el expresidente era capaz de hacer su trabajo", apuntó J.D Vance, el número dos del gobierno republicano
La sospecha, en tanto, reavivó un viejo debate entre republicanos y demócratas: la necesidad de que la salud del presidente sea de conocimiento público. En el caso de Biden, a lo largo de su mandato hubo un fuerte hermetismo respecto a su salud. Tenía una afección cardíaca relacionada a la demencia que, si bien no era un condicionante, impactaba en su avanzada edad.

Sin embargo, lo que preocupó fue que durante su gestión protagonizó algunos episodios de alto nivel que encendieron las alarmas respecto a su estado cognitivo. Entre ellos figuran haberse desestabilizado subiendo una escalera del avión presidencial, mostrarse desorientado durante conferencias de prensa, no darse la mano adecuadamente con otros líderes mundiales o perdiendo el equilibrio en un paseo en bicicleta.
Las escenas no solo se viralizaron en redes sino que también pusieron en duda su posibilidad de cumplir con sus funciones, por lo que permaneció bajo el escrutinio público de propios y ajenos. El punto de inflexión ocurrió durante el debate frente a su rival republicano en 2024, cuando dejó una imagen preocupante en términos cognitivos que derivó en la presión para que declinara su candidatura.
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"Encubrimiento": sospechas y acusaciones sobre la salud de Biden
"El cáncer nos afecta a todos. Como muchos de ustedes, Jill y yo hemos aprendido que somos más fuertes en los momentos difíciles. Gracias por animarnos con amor y apoyo", publicó el expresidente demócrata este 19 de mayo en X, junto a una foto con su esposa Jill.
El mensaje de Biden buscó atenuar la catarata de reacciones al anuncio sobre su grave enfermedad. Entre ellas estuvo la del vicepresidente de Trump, J. D. Vance, quien fue categórico: "Realmente necesitamos ser honestos sobre si el expresidente era capaz de hacer su trabajo". Y añadió: "Se puede separar el deseo de que tenga un buen desenlace de salud del hecho de reconocer que, ya fueran los doctores o el personal que rodeaba al expresidente, sabían de su situación. No creo que fuera capaz de hacer un buen trabajo por el pueblo estadounidense".

Vance, quien habló desde Roma tras visitar al papa León XIV, también apuntó contra el círculo cercano de Biden. "De alguna manera, lo culpo menos de lo que culpo a la gente que lo rodeaba", sostuvo.
Por su parte, el hijo mayor del presidente republicano, Donald Trump Jr., se sumó a las sospechas en redes sociales, preguntándose si el cáncer de Biden había sido detectado anteriormente y señalando —sin pruebas— que el diagnóstico podría haber sido conocido hace tiempo.
"¿Lo que quiero saber es cómo la doctora Jill Biden ignoró una metástasis de cáncer en fase cinco o si se trata de otro encubrimiento?", escribió en Truth Social, en alusión a la exprimera dama. Sin embargo, la escala médica de cáncer llega hasta la fase cuatro; el término “fase cinco” no es reconocido por la comunidad médica.
Además, Trump Jr. rescató un video de Biden de 2022, en el que el entonces presidente afirmó erróneamente: "Yo, y muchísima otra gente con la que crecí, tenemos cáncer", lo que reavivó especulaciones sobre el presunto ocultamiento de su estado de salud durante la campaña presidencial.
Reacciones desde la Casa Blanca
La vocera presidencial Karoline Leavitt evitó responder si los médicos de Biden podrían haber pasado por alto signos de la enfermedad o si existía preocupación por la calidad del cuidado médico brindado a los presidentes. “No, al menos por lo que concierne al presidente Trump”, dijo a reporteros, y añadió: “El médico de la Casa Blanca que tenemos es fenomenal”.
Desde que se conoció el diagnóstico, no ha habido contacto entre Biden y Trump, aunque Leavitt señaló: “Estoy segura de que el presidente estaría abierto a hacerlo”.
Trump, que durante años ridiculizó la edad y capacidad cognitiva de Biden, adoptó esta vez un tono inusualmente conciliador. “Enviamos nuestros más cálidos y mejores deseos a Jill y a la familia, y le deseamos a Joe una rápida y exitosa recuperación”, publicó el domingo en Truth Social.
El hijo mayor de Biden, Beau, falleció en 2015 a causa de un cáncer cerebral, hecho que marcó profundamente la vida del expresidente.
Un libro que alimenta la polémica
Un libro de reciente edición en los Estados Unidos revela que el estado de salud mental del expresidente Joe Biden, era en realidad peor del que sus asesores y funcionarios comunicaban en público. La investigación, titulada Original Sin, que en español se traduce como “El pecado original”, fue realizada por dos periodistas en base a 200 entrevistas.
Los autores son Jake Tapper, de la cadena CNN y moderador del debate entre Donald Trump y Biden, y Alex Thompson, periodista del sitio de noticias Axios. En el texto, reconstruyen algunos puntos grises sobre la intimidad del poder en el gobierno demócrata. Además marcan notables diferencias entre la vitalidad de Biden al comienzo de su mandato y hacia al final.
"Lo que era evidente sobre su condición en público era mucho peor en privado", señalan los autores en el libro que será publicado el próximo 20 de mayo. A través de las entrevistas, algunas de ellas realizadas a asesores cercanos a Biden, sostienen que él no estaba en condiciones de presentarse a elecciones para renovar su mandato y que eso fue un golpe demoledor para el partido Demócrata.
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"El pecado original de la elección 2024 fue la decisión de Biden de postularse a la reelección, seguida de agresivos esfuerzos por ocultar su disminución cognitiva", indican en el texto Tapper y Thompson. La portada del libro está ilustrada con una foto en blanco y negro de un anciano que se tapa los ojos con las dos manos arrugadas, una exaltación de la vejez y ceguera del octogenario.
El círculo más cercano del ex presidente conocía las dificultades pero negaban que eso lo incapacitaba para gobernar. Sin embargo, habrían tratado de ocultar esas debilidades. "Para quienes intentaron justificar el comportamiento aquí descrito por la amenaza de un segundo mandato de Trump, esos temores deberían haberles sacudido contra la realidad, no alejarlos de ella", afirman en el texto los periodistas.
El libro, además, pone el acento en los conflictos internos de los demócratas tras la postulación y tardía dimisión. "Fue una abominación", asegura en los reportajes una fuente a los autores. “Le robó unas elecciones al Partido Demócrata; se las robó al pueblo estadounidense”, continuó.
En declaraciones con la prensa, los autores explican que muchos de los entrevistados algunos de “alto nivel” “quizá nunca reconozcan haber hablado con nosotros, pero todos ellos conocen la verdad de estas páginas”.