Pese a la pandemia que ya ha provocado más de 105 mil muertos y más de 3 millones de contagios, a las denuncias de corrupción que involucran a sus hijos y a los choques constantes con la Justicia y el Congreso, la popularidad del presidente Jair Bolsonaro alcanzó sus mejores índices desde su llegada al poder y más de uno de cada tres brasileños considera “buena” u “óptima” su gestión del país.
El índice de aprobación del mandatario ultraderechista subió desde junio cinco puntos porcentuales, de 32% a 37%, y el de rechazo cayó diez, de 44% a 34%, precisa la encuesta realizada por el instituto Datafolha el 11 y el 12 de agosto, sobre la base de 2.065 entrevistas telefónicas.
Un 27% de los entrevistados considera su gestión “regular”, frente a 23% en junio, añade el estudio.
Hasta ahora, la aprobación de Bolsonaro se había mantenido estable desde el inicio de su mandato (enero de 2019), entre 32% y 33%, y su rechazo había subido de 30% a 44%.
La encuesta más reciente confirma otras de las últimas semanas, algunas de las cuales muestran a Bolsonaro, de 65 años, con grandes posibilidades de reelección en 2022.
Ayudas. Datafolha destaca la fortaleza del ex capitán entre los millones de brasileños que recibieron una ayuda de emergencia de al menos 600 reales mensuales (unos 110 dólares) para compensar los impactos de la pandemia, que llega casi al 40% de la población.
Un 42% de esos beneficiarios aprueba su labor, frente al 36% que lo apoya entre quienes no pidieron esa ayuda.
En la paupérrima región nordeste, una de las más reacias a Bolsonaro, el índice de rechazo cayó de 52% a 35% desde junio y el de aprobación subió seis puntos, a 33%.
Bolsonaro mantiene una dura disputa con gobernadores partidarios de medidas de aislamiento, acusándolos de sumir al país en una crisis económica con un impacto peor que la enfermedad.
Según cifras oficiales, 8,9 millones de puestos de trabajo se perdieron en el segundo trimestre, cuando la tasa de desempleo subió al 13,3%, la más alta en tres años.
El director general de Datafolha, Maurio Paulino, destacó el impacto de la ayuda en la aprobación del presidente.
“Con la economía en crisis, la ayuda es una necesidad básica para los más pobres. Directamente identificada como un hecho del gobierno de Bolsonaro, esa ayuda puede ser una marca negativa si se reduce o deja de existir”, advierte Paulino.
“Cualquier cambio de humor en esta franja de ingresos más bajos tiene un reflejo muy fuerte en la evaluación presidencial por su peso relativo. Hoy, más de la mitad de los brasileños tiene un ingreso mensual por debajo de dos salarios mínimos”, agregó.
Cloroquina. El jefe de Estado, que contrajo coronavirus en julio, asegura además que se curó gracias al uso de la cloroquina, y reprocha a los gobernadores la resistencia a impulsar ese medicamento, cuya eficacia no ha sido comprobada científicamente.
“Yo soy la prueba viva de que [la cloroquina] dio resultado”, declaró el jueves en Belén, en el norte del país.
El analista político André César, de la consultora Hold, afirma que “la administración Bolsonaro es errática y tiene muchos problemas serios en su día a día. El presidente linda con la irresponsabilidad defendiendo medicamentos no recomendados, dice falsedades sobre la crisis ambiental y es cuestionado en todo el mundo”.
Sin embargo, concluye, “para su elector, poco importa. El bolsonarismo es resiliente por naturaleza”.