La policía brasileña detuvo ayer a los dos sospechosos de haber asesinado a un periodista, Gleydon Carvalho, al que acribillaron mientras conducía su programa de radio en una pequeña ciudad del estado de Ceará, en el noreste del país.
El jueves, mientras Carvalho estaba al aire, dos hombres entraron a la Radio Libertade FM, en el pueblito de Camocim, y le efectuaron varios disparos. Conocido por sus constantes denuncias de corrupción contra los políticos locales, murió horas después en un hospital local. Carvalho había recibido varias amenazas. A los sospechosos la policía les encontró las supuestas armas utilizadas en el ataque y una foto del periodista.
Con Carvalho suman ya 16 los periodistas asesinados en Brasil desde 2011 por razones vinculadas a su profesión, según datos del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ). Carlos Lauría, coordinador senior del programa de las Américas del CPJ, dice a PERFIL que “Brasil es uno de los países más peligrosos para el desempeño de la prensa, y sus niveles de violencia son inaceptables”.
Este año murieron otros dos profesionales: el bloguero Evany José Metzker, de Minas Gerais, que seguía una red de prostitución infantil, y un periodista radiofónico de Bahia, Djalma Santos da Conceição, a quien le quitaron los ojos y le cortaron la lengua.
Modus Operandi. Un estudio del CPJ determinó que las muertes suceden alejadas de las grandes ciudades y suelen estar relacionadas con periodistas que investigan temas sensibles a los poderes locales. Los especialistas aseguran que podrían estar fogoneadas por fuerzas de seguridad o políticos locales. “Más allá de todo, se ve un progreso judicial más avanzado que en otros países de la región”, defiende Lauría; llega a haber hasta 85% de impunidad en esta clase de casos.
Los más peligrosos. El ranking de las naciones más riesgosas para los periodistas lo lidera México, donde en la última década fueron asesinados más de 80 profesionales y 17 se encuentran desaparecidos, según Reporteros sin Fronteras. “Le sigue Honduras, y otros países de Centroamérica. Aparte está Colombia, donde desde 1992 registramos 46 muertes”, afirma Lauría, y agrega: “Una de las consecuencias más graves de esta situación es la autocensura”.
Pendiente. El Comité, en su última reunión con el gobierno brasileño en mayo del año pasado, había acordado llevar adelante una serie de puntos que aún no fueron puestos en marcha. “El gobierno es consciente del problema, pero se necesita un mecanismo de protección”, concluye Lauría.
Lula podría ser ministro
Según una serie de versiones que comenzaron a circular en los medios brasileños, la presidenta Dilma Rousseff evalúa la posibilidad de sumar a su gabinete a su mentor político, el ex mandatario Lula da Silva, como forma de reforzar la gobernabilidad.
Esta iniciativa formaría parte de un plan para mejorar la imagen del actual gobierno, en plena crisis política y económica. Según la última encuesta de Datafolha, el 66% de la población ve con buenos ojos que la presidenta sea sometida a juicio político.
Tanto el eventual nombramiento de Lula como la reaproximación con grandes empresarios parecieran ser dos estrategias que buscan dejar atrás el fantasma del “impeach-ment”.
Por su parte, el ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo, negó “categóricamente” los rumores acerca de una posible carta de renuncia de Dilma Rousseff a su cargo de primera mandataria.