INTERNACIONAL
El ascenso del gigante asiático

Carol Wise: "China dejó en claro que llegó a América Latina para quedarse"

En su libro Dragonomics, la profesora de la Universidad de Southern California sostiene que China complementa la hegemonía de EE.UU. en la región.

Carol Wise
Carol Wise | Cedoc

Carol Wise, profesora de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de Southern California, es una de las especialistas en economía política internacional que más estudió la relación entre Estados Unidos, China y la región. En su último libro, Dragonomics: Cómo América Latina está maximizando (o perdiendo) la Estrategia de Desarrollo Internacional de China, sostiene que la presencia de Beijing complementa y no amenaza la hegemonía estadounidense en el Hemisferio Occidental.

En diálogo exclusivo con PERFIL, Wise diferencia países que introdujeron reformas políticas y económicas exitosas, como Perú y Chile, de Argentina, Brasil y México, que aún no supieron sacarle todo el jugo al vínculo con el gigante asiático.

¿Cómo describe la estrategia de desarrollo de China en América Latina?

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—La describo como parte de la internacionalización de su propia estrategia de desarrollo. China tiene una escasez muy grande de recursos naturales. El único recurso natural que tienen en abundancia es el carbón. Se quedaron sin petróleo en 1993. Su ingreso en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001 empujó a un nivel más alto sus exportaciones de manufacturas industriales. Con eso, explotó la demanda china de cobre y materias primas. Cuatro países sacaron una enorme ventaja de esto: Argentina, Brasil, Chile y Perú. Obviamente, Ecuador y Venezuela obtuvieron un montón de préstamos de China por petróleo, pero no las considero historias felices porque se quedaron muy rezagados en el pago de sus deudas. Ecuador entregó a China básicamente el 90% de su producción petrolera hasta 2024. Pero insisto que no se trata de una relación predatoria. Acabo de finalizar un paper que compara la política exterior de Estados Unidos con la de China en América Latina y se llama China en las Américas, ganando corazones y mentes pragmáticamente. Desde enero de 2016, Estados Unidos tuvo una administración que ha sido discriminatoria, abusiva, racista, ruda y cruel con América Latina, especialmente con los centros de detención de migrantes en la frontera con México. En cambio, China ha sido diplomática, se puede negociar con ella, se unió al BID, a la OEA, dejó en claro que está para quedarse en América Latina y que desempeñará básicamente un rol desarrollista. Resisto la narrativa de Washington de que China tiene una actitud predatoria, que hay una trampa de la deuda, y que intenta invadir la hegemonía estadounidense en el Hemisferio Occidental.

¿Por qué piensa que la relación entre China y Latinoamérica complementa y no amenaza la hegemonía de Estados Unidos en la región?

—La hegemonía se basa en el poder, que es económico y militar. Estados Unidos y China están cabeza a cabeza (en un nivel muy bajo) en la venta de armas a Latinoamérica. ¿Consideramos que la transferencia de armas por 2.600 millones de dólares al año es una amenaza? No. Ese es el lado militar de la hegemonía y el poder en las relaciones internacionales. En el aspecto económico, los vínculos que Estados Unidos tiene con América Latina son muy fuertes. En 2018 la inversión extranjera directa de Estados Unidos en la región alcanzó un billón de dólares. Eso es mucho. El comercio totalizó 900 mil millones por año, mientras que el intercambio comercial de la región con China está todavía en 260 mil millones y la inversión extranjera directa china es de 925 mil millones. Los préstamos chinos en el período desde 2003 hasta la actualidad son de alrededor de 150 mil millones de dólares. China se está convirtiendo en un acreedor de crédito, tiene una fuerte presencia en la región en términos de extracción de recursos naturales y crecientemente en infraestructura. Pero no está cerca de ser tan fuerte como Estados Unidos. La complementariedad de las dos superpotencias tiene dos aspectos: 1) Mucha de esa inversión de EE.UU. en América Latina es en servicios y manufacturas y también el comercio se centra en servicios y manufacturas; y 2) La inversión de China en América Latina es en infraestructura y recursos naturales. China no está compitiendo en sectores que le importen a Estados Unidos. Las grandes compañías estadounidenses, las de los países del G7 y de la OCDE no hacen más obras de infraestructura. Han dejado ese negocio hace mucho tiempo. Y China lo está haciendo. Está cubriendo una brecha. Básicamente, es una buena noticia que China esté en la región. Sé que hay mucha gente que no está de acuerdo conmigo: dicen que es neoimperialismo y explotación. Pero, ¿cómo eso puede ser eso peor que lo que está haciendo EE.UU. en la actualidad?

Académicos realistas sostienen que la competición de seguridad entre China y Estados Unidos puede trasladarse al Hemisferio Occidental. ¿Cree que eso puede suceder?

—No. No tendremos una Tercera Guerra mundial entre Estados Unidos y China. Lo que está en juego es demasiado. Y los chinos no quieren una guerra. No veo su participación en el Hemisferio Occidental como la ven los realistas. Para que eso pase, tendríamos que ver a China intentando construir alianzas militares. En mi libro digo que sería un gran problema si intentaran construir una base militar como la Djibouti, África, en Buenos Aires, San Pablo o Río de Janeiro. Pero no lo están haciendo. No hay evidencias de eso. Lo que construyeron en Argentina es una base de satélites, que es muy distinto a una base militar como la de Djibouti.

¿Cómo puede el crecimiento de la economía china sacar a América Latina, la región más golpeada del mundo por la pandemia, de esta recesión?

—En la crisis de 2007-2008, China implementó un gran estímulo fiscal para recuperarse. A los países en desarrollo esa crisis los afectó comercialmente. China se recuperó rápido y eso ayudó a los países de la región. Ninguno de ellos acudió al FMI. Ahora, China está impulsando un gran plan de recuperación industrial exportador. Creo que el comercio con China se recuperará. Y la cuestión interesante es que los precios de las commodities están más altos de lo que estaban en 2000 o 2001. El problema es que Argentina no ha gastado bien ese dinero. Los Kirchner los gastaron en subsidios para que la gente los votara. Millones de dólares en subsidios para el petróleo y la energía se fueron por las cañerías. A nivel regional, creo que habrá una crisis de deuda en América Latina relacionada con la enorme depresión económica mundial. Los países tendrán dificultad para pagar sus deudas. Y uno de los problemas es que Latinoamérica está contando con que China sea un prestamista de última instancia. Y no creo que eso esté dentro de las capacidades de China porque África también está sufriendo. La deuda que Argentina, Brasil, México, Perú, Ecuador y Venezuela tienen con China es grande. China reestructurará bilateralmente, reducirá intereses, prorrogará vencimientos. Creo que esto pasará sin las instituciones de Bretton Woods. China no será un prestamista de última instancia, pero aliviará el sufrimiento de países endeudados.

Xi Jinping sonríe, cundo llegaba a la cita del G20 en Buenos Aires, a fines de 2018.
Xi Jinping sonríe, cundo llegaba a la cita del G20 en Buenos Aires, a fines de 2018. (Foto: NA)

¿Qué reformas políticas y económicas necesita implementar Argentina para maximizar su relación con China?

—A los chinos no les gusta la inflación ni la política macroeconómica chapucera. Argentina ha tenido mucho de eso. Los chinos han sido más flexibles con el swap de monedas con Argentina que con cualquier otro país. China ha sido generosa con Argentina. Pero su paciencia se acabará porque muchos países están urgidos ahora. Continuará involucrándose en proyectos de infraestructura. La construcción de trenes es muy buena. Veo muchas oportunidades. Ustedes tienen energía y eso es lo que ellos quieren. Una cuestión que sería muy exitosa sería reformar y modernizar el sector energético. Desafortunadamente, su futuro con China seguirá siendo en las industrias extractivas y en las materias primas. La cuestión es cómo monetizar los recursos, cómo administrarlos bien. Una cosa que es esencial es negociar con los chinos. Si ellos quieren traer todos los trabajadores, ingenieros y constructores, digan que no. Si dejas, los chinos traerán todos los ingenieros, como hicieron con esas dos represas en la Patagonia. No me digan que Argentina no tiene los ingenieros y las capacidades para construirlas. Creo que algunos países temen que si dicen que no, los chinos no vendrán a invertir. Pero vendrán.