El 9 de julio pasado, Facundo Cabral (74), autor de canciones clásicas como “No soy de aquí ni soy de allá”, fue asesinado a balazos por un grupo de SICARIOS sobre el Boulevard Liberación de la ciudad de Guatemala. Su cuerpo fue repatriado a Buenos Aires dos días después, a bordo de un avión gentileza del gobierno mexicano. Fue un luto instantáneo para toda América Latina.
Pero la historia se aproxima a un cierre. El sábado pasado por la mañana, en la zona de Playitas Viejas de la ciudad de Puerto San José, personal de la Policía Nacional Civil y el Ministerio Público de Guatemala detuvieron a Audelino García Lima (27), señalado como el quinto y último miembro de la banda que masacró a Cabral. Los cargos fueron inmediatos: homicidio, conspiración y asociación ilícita.
Hoy hará su primera declaración. García Lima niega todo y culpa su captura a su nexo con Juan Hernández Sánchez, apresado este julio y señalado como el segundo tirador: “El tuvo un bebé con mi hermana, por eso creen que tengo vínculos con esa gente”. Otro de los integrantes de la banda se convirtió en testigo reservado. Su testimonio fue clave para la investigación.
La hipótesis principal del Ministerio Público es que el ataque estaba dirigido al empresario nicaragüense Henry Fariñas, que contrató a Cabral para una serie de shows. Fariñas declaró como testigo y acusó como ideólogo del ataque a Alejandro Jiménez, alias “El Palidejo”, costarricense y también empresario, que intimó a Fariñas a que le venda una de sus varias discotecas.
Ante la negativa, atentado. Jiménez está prófugo: la Justicia guatemalteca liberó su orden internacional de captura este 27 de octubre último.