Multitudes se manifestaron en las calles de distintas ciudades de Italia para condenar la violencia contra las mujeres en conmemoración al Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La manifestación recordó el reciente femicidio de una joven de 22 años a manos de su novio, dejando a la sociedad italiana conmocionada.
El pasado 22 de noviembre, Giulia Cecchettin fue asesinada en el norte del país justo antes de graduarse en Ingeniería Biomédica de la Universidad de Padua, Milán. A su novio Filippo Turetta, un año menor, le molestaba que ella hubiera terminado sus estudios antes que él; le exigió a Giulia que no lo hiciera, pero ella se negó, entonces la secuestró y huyó con ella mientras toda Italia siguió durante una semana la búsqueda. Finalmente, encontraron el cuerpo de Giulia en un bosque.
Convocadas por el colectivo "Non una di meno" (Ni una menos), más de 60 mil personas se congregaron en las calles de Roma, Turín, Milán, entre otras grandes ciudades del país para mostrar su indignación frente al caso, exigir el fin de esta problemática y para mantener viva la memoria de Cecchettin.
Consignas como "Por Giulia, por todas: un grito de batalla" y "somos el grito muy fuerte y feroz de todas aquellas mujeres que ya no tienen voz" resonaron en la capital italiana. El lema más repetido fue "si mañana me toca a mí quema todo", una frase extraída de versos escritos por la peruana Cristina Torres-Cáceres contra la violencia machista en Latinoamérica, que ha cobrado relevancia en las redes sociales de mujeres en toda Italia.
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Según la Comisión Europea, en dicho continente mueren más de 3000 personas al año a manos de sus parejas o familiares.
Por otra parte, la televisión estatal italiana RAI informó que en los días transcurridos desde que hallaron el cuerpo de Cecchettin, las llamadas al 1522, una línea directa nacional de atención a las víctimas de violencia de género, han aumentado de unas 200 a 400 por día, incluidas las de padres de mujeres jóvenes.
“Hijo sano del patriarcado”
Turetta mató con veinte puñaladas a Giulia, escondió el cadáver y huyó a Alemania donde fue capturado y devuelto a Italia en un vuelo militar especial tras haber sido localizado ayer. Las características del caso sacudieron a toda Italia.
El asesinato de Giulia fue el último de los 107 crímenes de femicidio, según los datos de la policía italiana.
Anteriormente, los italianos habían salido a las calles en marchas silenciosas y con antorchas para protestar por los asesinatos de mujeres. Pero Elena Cecchettin, hermana de Giulia, ofreció una alternativa: “hacer ruido” para honrar a su hermana. “Si tienes llaves, hazlas sonar”, pidió.
Millones de jóvenes golpearon sus pupitres en universidades y colegios. Pero también en las marchas mujeres y hombres hicieron sonar sus llaves de casa para decir "¡basta!" a la violencia.
También, ante lo ocurrido su hermana Elena, pidió que no se hable del asesino de Giulia como "un monstruo", sino como un "hijo sano de la sociedad patriarcal impregnada de la cultura de la violación".
Secuestro y femicidio
Desde un primer momento, la principal hipótesis apuntaba a la expareja de la joven como principal sospechoso. Pero tras haber encontrado el cadáver de Giulia y haber realizado la correspondiente autopsia, las autoridades acusaron al joven, un año menor, Filippo de ser el autor de la muerte de la estudiante italiana. Al parecer, ambos habían mantenido una relación sentimental. Sin embargo, Giulia decidió poner fin a su romance con el joven hace apenas unos meses.
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A partir de ese momento, tal y como detallaron los familiares de la víctima, su vida se convirtió en un auténtico martirio. Y es que Filippo no se tomó nada bien que Giulia pusiera fin a su relación. Desde que la joven tomó la decisión, su expareja no paró de "acosarle" y enviarle mensajes en tono amenazante cada noche, tal y como han informado algunos medios locales italianos.
Filippo Turetta sufría porque estaba por recibirse uno o dos años después de Giulia, quien rechazó en forma terminante las presiones de su novio de que evitara la ceremonia de graduación en la Universidad de Padua, una de las más antiguas del mundo, porque se sentía “disminuido”. La negativa de permitir que Giulia completara su doctorado en ingeniería biomédica fue una de las motivaciones detrás del crimen, impactando a toda la nación de una manera sin precedentes.
“Cada mujer asesinada porque es culpable de ser libre es una aberración intolerable pero me lleva a proseguir en el camino para frenar esta barbarie”, dijo la premier Giorgia Meloni, que hizo ya aprobar un paquete de medidas que hace más duras las penas y promueve acciones de protección a las víctimas.
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En la noche del domingo 12 un vecino de Vigonovo, en la región del Veneto donde habita la familia de la víctima, escuchó una discusión y ruidos violentos. Llamó la policía que cuando llegó encontró rastros de una agresión finalizada cuando Giulia fue golpeada y metida dentro del auto por su novio.
Tres días después, mientras el coche con Giulia y su secuestrador eran buscados en el norte veneciano, las cámaras de seguridad de un establecimiento industrial mostraron a la joven intentando huir mientras su novio la golpeaba. Fue allí cuando un guardia llamó a la policía. Se cree que fue esa noche cuando Filippo mató a su novia, la llevó después hasta una zona boscosa y dejó escondido su cuerpo.
Un médico forense dictaminó que la joven había recibido unas veinte cuchilladas en diversas partes del cuerpo, sobre todo entre la cabeza y el cuello. Afirmaron que la víctima no murió inmediatamente, sino que agonizó durante casi media hora.
Finalmente un perro policial logró encontrar el lugar donde yacía el cuerpo, que estaba junto al Lago Di Barcis, en la región de Pordenone, en Italia.
La búsqueda del asesino se multiplicó con más helicópteros controlando las carreteras de la zona, hasta que se anunció que Filippo había sido arrestado en la vecina Alemania mientras huía. Se había quedado sin dinero y sin combustible.
RM / ED