INTERNACIONAL
Estados Unidos

Coronavirus: por qué Trump se aleja de las cámaras en plena campaña

La Casa Blanca suspendió las presentaciones diarias que el presidente daba sobre la marcha de la pandemia. Su desatinos le estaban jugando en contra.

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Protegido. Con el vice, Mike Pence. Se acabaron las conferencias de prensa con declaraciones absurdas. | AP

Una de las tareas principales de un buen jefe de campaña es conseguir para su candidato vitales minutos en la televisión, que le permitan mantener su popularidad e imponer los temas del debate público.

En Estados Unidos, la prensa suele darle tanta, o más, importancia al dinero que un candidato recauda –y que le permitirá comprar segundos de emisión televisiva para sus avisos- que a los números que arrojan las encuestas.

En Brasil, poco antes de que comiencen las campañas se escenifica un “baile de la silla”, con candidatos que cambian de partido sin pudor solo para poder aprovechar los minutos de televisión asegurados por el Estado. Políticos de pequeños partidos, pero con algún minutito para ofrecer, se aseguran puestos en listas de diputados o hasta ministerios.

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Trump recibió advertencias sobre un virus antes de la pandemia

Pero, como sucede con muchas otras cosas, estos principios no rigen para Donald Trump. Así como ha trastocado toda la arquitectura del orden internacional de los últimos 70 años, el presidente norteamericano pone ahora en entredicho la importancia de “tener cámara”.

Desde que estalló el coronavirus, Trump dispuso de una herramienta por la que políticos de medio mundo darían lo que no tienen: una larguísima conferencia de prensa en la que prácticamente hablaba él solo, y ocasionalmente cedía la palabra a sus asesores médicos, transmitida en cadena por las principales redes de televisión. Pero la Casa Blanca las ha cancelado.

Sucede que las barbaridades que el mandatario suele soltar desde 2016 en los fervorosos actos ante sus seguidores no tenían el mismo efecto ante una audiencia más amplia y cuando el país es el que más acumula muertes y contagios del Covid-19. Atacar y culpar a otros –China, los demócratas, la OMS- no sólo no rendía, sino que le jugaba en contra.

En esas conferencias, Trump dijo, entre otras cosas, que el virus era algo pasajero que rápidamente sería controlado, que en Pascua levantaría las restricciones, y defendió el uso de una droga contra el virus que ningún centro médico de su país –ni del mundo- recomienda.

Por supuesto que el punto máximo fue su sugerencia de inyecciones de desinfectante y rayos ultravioleta para combatir al Covid-19, palabras, que naturalmente, al día siguiente la Casa Blanca apuntó como “sacadas de contexto”, pese al video que muestra que lo dijo muy en serio. Tras el escándalo, basta de conferencias.

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“Las cosas que decía en campaña eran una continuación de su reality show: una forma de llamar la atención aun provocando la furia de los sectores pensantes”, dice a PERFIL Jaime Duran Barba, que algo sabe de ingeniería electoral.

“Eso puede funcionar en un contexto en el que la gente no esté tensa. Impacta en los sectores menos cultos y fanáticos de la población que son mayoría en muchos estados atávicamente republicanos del Medio Oeste”, agrega.

El politólogo Augusto Salvatto recuerda que “Trump siempre prefirió el contacto directo con la población mediante las redes sociales, sin la intermediación de los periodistas. Esa cercanía políticamente incorrecta fue lo que le dio tanta popularidad en primera instancia”.

“Pero en contexto de pandemia, la población busca otro tipo de comunicación política, menos contestataria, en la que no se siente cómodo”, agrega.

 “Si alguien es muy ocurrente puede hacer chistes un una reunión social. No puede hacerlo en un entierro”, grafica Duran Barba.

Las elecciones presidenciales están ahí nomás, a seis meses, y como si no fuera poco el daño que la pandemia ha provocado a la economía -26 millones de desempleados en cinco semanas- los desatinos que acumula el presidente ya preocupan a sus propios seguidores.

La popularidad de Trump que hasta ahora lo ha blindado de sus propias acciones –“podría salir a la Quinta Avenida de Nueva York y apuñalar a alguien e igual la gente me votaría”, dijo alguna vez- parece estar cediendo, según las últimas encuestas, impulsada por sus desaciertos.

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Según el New York Times, la decisión de suspender las conferencias de prensa se debió a desesperados pedidos de influyentes políticos republicanos que temen perder no solo la presidencia sino también el control del Senado en noviembre.

Algunos se atreven a decirlo en público: “Tenemos que darle algo de esperanza a la gente. Pero Trump habitualmente ofrece bronca, división y ‘somos la víctima’”, dijo el representante Tom Cole, de Oklahoma.

“Hay dos cosas que en los últimos días vienen preocupando al círculo político del Presidente: la caída de su intención de voto en Estados clave como Michigan, Pennsylvania y Florida, y la pérdida de poder político frente a los gobernadores. Ante esto, su equipo de campaña necesita parar la pelota y repensar la estrategia”, explica Salvatto.

Para Duran Barba, lo que le sucede a Trump está sucediendo en otros países: “la pandemia hizo visibles las mediocridades de muchos mandatarios”.