Los 50 estados norteamericanos comenzaron ya a poner en marcha algún tipo de salida a las medidas de confinamiento, pese a que el país permanece como el más golpeado por la pandemia de coronavirus, con más de 92 mil muertos y 1,5 millones de contagios.
Dos meses después de que el coronavirus llegara con fuerza al país y provocara un cierre casi completo, los estados avanzan con diferentes grados de apertura, desde los negocios de regalos en Kentucky hasta Alaska, donde todo volverá funcionar “como antes del virus”, como anunció el gobernador Mike Dunleavy.
Especialistas advierten que muchos gobernadores ignoran las guías elaboradas por el Centro para el Control de las Enfermedades (CDC) para ir recuperando la normalidad, incluso aquellos de estados donde hubo nuevos brotes de Covid-19, como Texas o Minnesota.
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El principal asesor médico de la Casa Blanca, Anthony Fauci, ha advertido en varias ocasiones que una reapertura demasiado rápida puede provocar un nuevo y poderoso rebrote del coronavirus.
Pero los gobernadores enfrentan crecientes presiones para recuperar la actividad económica: millones de norteamericanos han perdido sus empleos, con una tasa de desocupación que ya roza el 15 por ciento, cuando era apenas de 3,5 a comienzos del año.
El propio presidente, Donald Trump, ha estado al frente del por una salida más rápida del confinamiento y hoy anunció que quiere que la próxima cumbre del G7, prevista para junio se realice en forma presencial en la residencia de Camp David, como una muestra de la “normalización”.
“Ahora que nuestro país está en transición para volver hacia la grandeza, estoy considerando reprogramar el G7 para la misma fecha o una similar en Washington, en el legendario Camp David", afirmó el mandatario.
A mediados de marzo, debido a la pandemia, la Casa Blanca había anunciado que la cumbre del grupo que reúne a los jefes de Estado del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) se realizará por videoconferencia.
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Por su parte, la Reserva Federal alertó que los trabajadores y hogares con ingresos más bajos serán los más afectados por la crisis generada por el Covid-19, y no descartó por completo que se produzca un segundo brote del virus en el país norteamericano.
Así se desprende de las actas de la reunión de política monetaria celebrada por el banco central norteamericano a finales de abril, en la que los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC), el máximo órgano de decisión de la Fed, debatieron sobre la situación económica del país.
La FED ha tenido serias divergencias con el gobierno de Trump, que ya antes del estallido de la pandemia la presionaba para que tomara medidas de estímulo de la economía.
Ayer, ese desencuentro volvió a producirse en torno a la salida de la pandemia entre el presidente del organismo monetario, Jerome Powell, que pidió prudencia, y el secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, que exige un ritmo más rápido en la recuperación de la normalidad.
“Estados Unidos debería encontrar formas de reabrir la economía y hacer que la gente vuelva a trabajar mientras el país continúa viendo un gran desempleo y otros indicadores negativos", dijo Mnuchin durante una audiencia virtual de un comité del Senado, porque existe “un riesgo de daño permanente” si la economía no abre pronto.
Powell adoptó un tono más cauteloso, al destacar a importancia de mantener el virus bajo control ahora que los estados han relajado las restricciones para permitir que algunas empresas se reactiven después de meses de bloqueos.
"Se trata de tener una reapertura sensata y reflexiva del país", dijo, y resaltó que será necesario tener el virus bajo control y también el desarrollo de terapias y vacunas.
"Se pueden cambiar las medidas formales de distanciamiento social, pero en última instancia las personas decidirán qué deben y qué no deben hacer consigo mismas y con sus familias", concluyó el titular de la Fed.