Para el presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, la política y la economía son como el agua y el aceite, no se mezclan. Al menos, ese es el argumento que utilizó durante su declaración ante la Audiencia Nacional, que investiga el caso “Gürtel”, una escandalosa trama de corrupción en la que el Partido Popular (PP), la formación gobernante, es uno de los protagonistas principales.
Ante la Audiencia Nacional y los letrados de la Asociación de Abogados Demócratas por Europa (ADADE), que solicitaron su comparecencia, Rajoy insistió en que “jamás” conoció una contabilidad b (financiación paralela del partido con dinero negro), complementos salariales con aportes ilegales, donaciones en efectivo por parte de empresas para campañas electorales, o amaños entre ayuntamientos gobernados por la fuerza que lidera y compañías que obtuvieron contratos estatales, porque “hay una separación nítida y clara entre la parte política y la parte económica”.
El mandatario español estaba citado a declarar en carácter de testigo por haber ejercido como director de las campañas electorales del PP entre los años 1994 y 2000, y haber ocupado el cargo de vicesecretario de la formación desde 1993 al 2003. Sin embargo, no aportó ni un solo dato de importancia para el esclarecimiento del caso, pues se excusó de conocer cualquier información de carácter económico.
“¿Qué hace un director de campaña? En primer lugar, el programa electoral, en segundo lugar, las listas electorales, en tercer lugar, prepara los debates, fija la estrategia de campaña, elige las provincias donde debemos ejercer mayor actividad”. Todo menos conocer, entender o siquiera oír de refilón la información relacionada con la contabilidad o el presupuesto de las campañas electorales, y del partido.
De esa forma, Rajoy buscó desvincularse de las dos mayores denuncias, relacionadas entre sí, que recaen sobre la fuerza que lidera: la “contabilidad B”, y el caso “Gürtel”, que es el amaño entre empresas y los ayuntamientos gobernados por el PP para adjudicar contratos estatales y generar retornos ilícitos.
“Como le he dicho, jamás me he ocupado de asuntos económicos en el partido”, afirmó Rajoy ante la pregunta de un letrado sobre si conocía la “contabilidad b”, que es la forma en que se denomina la recaudación de dinero ilegal que registró el extesorero del partido, Luis Bárcenas, durante los 18 años que ostentó el cargo.
Además, el mandatario español afirmó que “jamás” recibió un complemento salarial ilegal, contradiciendo a Bárcenas, quien tenía registrado al mandatario español en el famoso cuaderno en que asentó las cuentas ilícitas, y a quien asegura haberle entregado un sobre con 4.900 euros en dinero negro.
Posteriormente, cuando la querella lo interpeló por el significado de los mensajes que Rajoy le envió a Bárcenas cuando estalló la denuncia por la “contabilidad b”, en los que le pedía “se fuerte, Luis” o le respondía “hacemos lo que podemos”, el líder español aseguró que no hizo nada para ayudar al extesorero, y que respondió porque tiene “la costumbre de contestar los mensajes” que le envía la gente.
El argumento de su dedicación exclusiva a los asuntos políticos fue utilizado también cuando la querella interpeló a Rajoy sobre la actividad del empresario Francisco Correa, quien confesó ante el mismo tribunal, y con una naturalidad apabullante, las comisiones de “entre 2 y 3 por ciento” que entregaban distintas empresas por la adjudicación de contratos en los ayuntamientos que controlaba el PP.
“No vino a mi despacho ni acudió a ninguna reunión y discusión, porque yo no tenía que ver con cuestiones económicas, sino que me dedicaba a cuestiones políticas”, afirmó el mandatario español y posteriormente agregó que “si lo conocía era de saludarlo en actos del partido y aun así no puedo asegurarlo de forma nítida”.
En relación a Correa, Rajoy relató el episodio en que decidió terminar la relación con sus empresas. “Hacia la última parte del 2004, el tesorero me dijo que algunos proveedores estaban utilizando el nombre del partido para algunos ayuntamientos de Madrid” afirmó Rajoy que le manifestó Bárcenas; “yo le pregunté a él si había algo que consideraba que no se ajustaba a derecho y me dijo que pruebas no tenía, pero que no le gustaba”, agregó antes de concluir que en la misma conversación señaló, “debemos dejar de trabajar con esos proveedores”.
La declaración de Rajoy es suspicaz y se presta a un sin fin de preguntas, sobre todo porque este último episodio parece ser más de carácter económico que político.
Lo cierto es que el mandatario español salió airoso porque se aferró a los estatutos del partido, que precisan las tareas independientes que ejercen los directores de campañas, como Rajoy, o los tesoreros, como Bárcenas.
Por esa razón, el presidente del Gobierno español no perdió los estribos en las casi dos horas que duró su testimonio, ni pasó ningún tipo de apuro. Un hecho que favoreció además la diferencia que le otorgó el tribunal al colocarlo en un sitio que habitualmente ocupan magistrados o fiscales, y no el banquillo por el que desfilaron otros testigos o acusados de la trama Gürtel. Como fuera, la imagen de un presidente de Gobierno en ejercicio respondiendo ante la justicia, la primera vez que ocurre en España, es un duro golpe para Rajoy. Sus enemigos políticos, el PSOE y Podemos, pidieron su cabeza apenas terminó de brindar su testimonio. “Es un día negro para la democracia”, señaló el Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez. “Solo tiene una salida: presentarle su dimisión al Rey", afirmó tajante. Por su parte, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, precisó que era una “verguenza para España”, y que trabajaría con el PSOE para expulsarlo de la Moncloa.