El fracaso deportivo de la verdeamarela sumió a la población brasileña en la depresión y a su dirigencia en un profundo desconcierto. La presidenta Dilma Rousseff y los candidatos opositores Aécio Neves, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), y Eduardo Campos, del Partido Socialista Brasileño (PSB), aguardan a que la pelota deje hoy de rodar para iniciar sus campañas electorales. En la tensa espera, sus asesores evalúan cómo incidirá el resultado de la cita deportiva en el ánimo del electorado, que el 5 de octubre elegirá al próximo primer mandatario de Brasil.
“El fútbol no se mezcla con la política”, arguyó la mandataria tras el humillante 7 a 1 que le infligió Alemania. Aunque en los últimos años los Mundiales no influyeron en los resultados electorales, se abren varios interrogantes. ¿La humillación de la canarinha menguará el respaldo a Dilma? En el último sondeo de Datafolha, su intención de voto alcanzó el 38%. Ante el rotundo fracaso deportivo, la mandataria dejó de hablar de “la Copa de todas las copas” y llamó a una refundación del fútbol brasileño. Además, enfatizó el éxito organizativo de la competición y se congratuló por los modernos estadios, que serán un legado para los clubes locales.
El interrogante que desvela a la oposición es desentrañar si podrá usufructuar del descontento social que impera en Brasil. “Neves y Campos ya están tratando de utilizar el malestar para ganar puntos en las encuestas. A partir de ahora, intensificarán sus críticas a la organización de la Copa del Mundo y a las sospechas de sobrefacturación de las obras y cuestionarán la herencia que deja el megaevento deportivo. El mal estado de ánimo debido a la derrota de la selección será el telón de fondo de las críticas de la oposición”, confió a este diario Flávio de Campos, historiador del Núcleo Interdisciplinario de Estudios sobre Fútbol y Modalidades Lúdicas (Ludens), de la Universidad de San Pablo. Si bien el Mundial se desarrolló en tranquilidad y sin mayores protestas, los 11 mil millones de dólares invertidos por el gobierno aún producen urticaria en amplios sectores de la sociedad.
Clóvis Rossi, analista político del diario Folha de São Paulo, cree que aún es muy temprano para saber si el fracaso en la Copa impactará en las presidenciales. “El país está todavía en estado de shock. Es verdad que ya hubo abucheos y ofensas groseras a Dilma el martes en el Mineirão. Pero Brasil fracasó en Francia 1998 y Fernando Henrique Cardoso fue reelecto”, explicó a este diario. “La estrategia de campaña de Dilma será realzar los logros de su gobierno –y del de Lula–, además de alejarse del Mundial”, completó Rossi.
Si bien los tres postulantes difundieron mensajes de aliento a la selección y compartieron la tristeza de la “torcida”, los estrategas del Partido de los Trabajadores (PT) estudian cómo no caer en las encuestas por el traspié deportivo, mientras que la oposición evalúa cómo sacar réditos de la situación. Tanto es así que el senador Neves aseveró el viernes que el gobierno de Dilma pagará el precio por intentar apropiarse de la Copa. “El país no necesita la creación de una Futebras”, aseveró el tucano, rechazando la propuesta del Planalto de mayor injerencia estatal en las estructuras del fútbol local.
“Rousseff, Neves y Campos tienen que decidir qué tipo de campaña harán. Pueden elegir la elegancia de James Rodríguez o el modelo Zúñiga 2.0. El primero hizo un gol memorable. El otro, destruyó a su oponente”, escribió Elio Gaspari en Folha de São Paulo, al recordar que en la década pasada tanto los tucanos como los petistas incurrieron en campañas negativas. Ahora, con la pesada sombra del 7 a 1 sobre las espaldas de los brasileños, los tres dirigentes intentarán conquistar a una población deprimida, que en menos de tres meses elegirá al nuevo presidente del país.