España vive una ola de protestas y una crispación política cada vez más grande que complica para el gobierno de Pedro Sánchez, que necesita de apoyos externos en el Congreso de los Diputados, llevar adelante el desconfinamiento gradual y hacer frente a los estragos económicos en uno de los países más golpeados por la pandemia de coronavirus.
Todas las tardes se realizan caceroladas en las principales ciudades españolas, mientras que los debates parlamentarios son ásperos, con cruces de acusaciones entre el gobierno y la oposición.
Tras un hosco debate, el Congreso aprobó el miércoles una quinta prórroga del estado de alarma por la pandemia hasta el 6 de junio solicitada por Sánchez, pero con la votación más ajustada hasta ahora: 177 a favor, 162 en contra y 11 abstenciones.
“El caos es usted y lo más grave es que usted asume que es incapaz de proteger a los españoles más que con esta brutal reclusión”, le lanzó a Sánchez el líder de la oposición de derecha, Pablo Casado, cuyo Partido Popular votó en contra luego de apoyar o abstenerse en pasadas prórrogas.
El gobierno minoritario entre el PSOE de Sánchez y Unidas Podemos de Pablo Iglesias, con 155 de 350 escaños, considera imprescindible mantener vigente el estado de alarma para restringir los movimientos durante la desescalada por fases, que se prolongará hasta finales de junio.
Para obtener la última prórroga, logró el apoyo de pequeños partidos regionales y de la formación de centroderecha Ciudadanos, que recientemente dio un giro de 180 grados a su oposición frontal al gobierno.
Pero el respaldo de Ciudadanos, con un marcado acento liberal y antiindependentista, irritó a partidos que permitieron que Sánchez fuera renovado en el poder en enero como los separatistas catalanes de Esquerra Republicana (ERC), que votaron por el no.
Difícil situación. A diferencia de otros países europeos muy afectados por la pandemia, el gobierno español está en minoría y precisa siempre de apoyos externos, por lo que debe librar dos luchas a la vez: contra el Covid-19 y la política habitual.
Además de esas tensiones, el gobierno enfrenta también serias diferencias entre sus dos socios en torno a la reforma laboral de 2012, impulsada en ese entonces por el gobierno de Mariano Rajoy, que Podemos quiere derogar por completo y el PSOE sólo en forma parcial.
“Lo más dramático del caso es que un gobierno no tenga homogeneidad interna, con una mayoría que pende de un hilo, y en momentos en que hay que abordar una serie de medidas que hay que tomar con urgencia” ante la debacle económica por la pandemia, resumió el politólogo Fernando Vallespín.
“Estamos en la peor de las situaciones posibles” porque “no hay mayoría alternativa”, agregó.