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el papa envio a un cardenal

Dura Navidad de los cristianos de Gaza y Cisjordania

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Protesta. De palestinos cristianos en Cisjordania. | afp

Khalil Sayegh vive en Estados Unidos y durante días esperó angustiado tener noticias de su familia, refugiada en una iglesia de Gaza para escapar de la guerra entre Israel y Hamas. Poco antes de la Navidad, supo que su padre había fallecido.

El lunes, los padres y una hermana de este hombre de 29 años encontraron refugio en la iglesia católica de la Sagrada Familia, en la Ciudad de Gaza. El mismo templo en el que una madre y su hija murieron el sábado pasado por disparos israelíes, según el Patriarcado Latino de Jerusalén.

Este jueves, Khalil Sayegh se enteró de que su padre había muerto en la iglesia, por falta de fármacos y de atención médica, en un contexto de derrumbe del sistema sanitario en la Franja de Gaza, en particular en el norte, como consecuencia del conflicto entre Israel y Hamas, tal como denuncia la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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“Lo supe por una persona cercana en Ramala”, en Cisjordania ocupada, “informada a su vez por un sacerdote”, dice al teléfono Sayegh, que no ha podido hablar directamente con sus demás familiares.

Y es que desde el inicio de la guerra el 7 de octubre es difícil obtener noticias de la vida en la Franja desde el exterior. Las telecomunicaciones están en buena medida cortadas, al igual que el suministro de electricidad.

“Pueden pasar días enteros sin que tengamos noticias. Vivimos con miedo e incertidumbre; no sabemos si están vivos o no, si tienen hambre o si están pudiendo alimentarse, o si tienen agua”, cuenta Sayegh, que vive en Washington y trabaja como analista político. 

Según el gobierno del movimiento islamista palestino Hamas en Gaza, más de 20 mil personas han muerto en estos dos meses y medio de conflicto bajo las bombas israelíes.

Las fuerzas israelíes han atacado miles de objetivos en la Franja, impuesto un asedio y lanzado una invasión terrestre en represalia por el ataque terrorista de Hamas en suelo israelí el 7 de octubre, en el que murieron unas 1.140 personas.

Alrededor del 85% de la población de Gaza, es decir 1,9 millones de personas, se han visto desplazadas por el conflicto, según la ONU.

“Sufrimiento inimaginable”. El papa Francisco, que envió a Tierra Santa al Limosnero del Vaticano, el cardenal  Konrad Krajewski, lamentó que hay “civiles indefensos” que son blanco de bombardeos y disparos, tras la muerte el 16 de diciembre de Nahida y su hija Samar, refugiadas en la iglesia de la Sagrada Familia en la Ciudad de Gaza, cuyo párroco es el argentino Gabriel Romanelli. Israel, que no que los disparos haya sido obra de francotiradores de su ejército, afirmó que en la zona había hombres que trabajaban para Hamas.

Otra hermana de Khalil Sayegh y su familia se refugiaron en la iglesia griega ortodoxa de San Porfirio, también en la Ciudad de Gaza, alcanzada por un bombardeo el 19 de octubre. La mujer dio a luz a un niño, Jader, durante la tregua de una semana que concluyó a inicios de diciembre y le dio un breve respiro a la población gazatí.

“No he visto ninguna foto, sólo sé que existe”, dice Khalil Sayegh refiriéndose a su sobrino recién nacido.

Según responsables cristianos de Gaza, la comunidad cuenta apenas un millar de miembros, en su mayoría ortodoxos, en este territorio palestino de 2,4 millones de habitantes. Los cristianos eran más de 7 mil antes de 2007, cuando Hamas se hizo con todo el poder en la Franja.

“La esperanza parece lejana y fuera de alcance”, lamentaron los patriarcas y jefes de las iglesias de Jerusalén el jueves en su mensaje de Navidad. “Desde hace más de dos meses y medio, la violencia de la guerra ha causado un sufrimiento inimaginable a literalmente millones de personas en nuestra querida Tierra Santa”, deploraron.

Navidad. Cada tres o cuatro días, una religiosa del Santo Rosario de Jerusalén consigue hablar con dos hermanas de su congregación, refugiadas en la iglesia de la Sagrada Familia en Gaza.

“Todo lo que me dicen es que están bien, y que tenemos que rezar por ellas”, dice esta religiosa que pide anonimato y matiza que la situación es “lamentable”, puesto que “nadie se ha podido duchar en dos semanas”.

“Hay comida, agua y electricidad, pero sólo para algunos días, así que tratan de ahorrar”, abunda el padre Ibrahim Nino, del Patriarcado Latino de Jerusalén. Pese a todo, dice, los desplazados “celebrarán la misa de Navidad”.

En Washington, Khalil Sayegh, no tiene ganas de celebrar. “Piensas en la Navidad y te acuerdas de que tu familia está viviendo un momento muy difícil. Me siento vacío y agotado”.

“Simplemente, me alegro de que Dios esté entre nosotros”, dice. “Él siente el dolor del pueblo, de todos, no sólo de los cristianos sino de toda la gente de Gaza que está padeciendo hambre, muerte y destrucción”.