INTERNACIONAL
sin “luna de miel”

Economía y vacunación, prioridad de los primeros cien días de Joe Biden

El presidente electo asumirá este miércoles con la intención de poner en marcha dos ambiciosos planes para enfentar la pandemia y la crisis económica. Espera que el Congreso lo acompañe y no gaste sus energías en el impeachment de Donald Trump impulsado por los demócratas.

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Joe Biden. | afp

No hay tiempo para el largo plazo: Joe Biden asumirá el próximo miércoles y pondrá inmediatamente en marcha dos ambiciosos planes para enfrentar la brutal coyuntura que enfrenta Estados Unidos: un billonario paquete de estímulo a la economía y un programa nacional para vacunar en los primeros cien días de gobierno a cien millones de norteamericanos. 

Pese a que su objetivo declarado es abrir “un nuevo capítulo” para el país después de los cuatro revulsivos años de Donald Trump, no le será tan fácil eludir la sombra del magnate, a quien el Senado juzgará en el segundo impeachment durante las próximas semanas, condicionando la agenda parlamentaria. 

“Regresaremos”, dijo el demócrata de 78 años, a pocos días de asumir la presidencia del país más enlutado por la pandemia, hundido en una crisis económica y sacudido por una ola de reclamos de justicia racial y una violencia política que alcanzó la sede del Congreso en Washington.

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“No llegamos aquí de la noche a la mañana, y no saldremos de la noche a la mañana. Y no lo podemos hacer como una nación separada y dividida”, afirmó. “La única manera es si nos unimos como estadounidenses”.

Con sus correligionarios demócratas controlando por poco ambas cámaras del Congreso, Biden tiene la oportunidad de aprobar lo que sería el tercer paquete de ayuda masiva para la pandemia. Pero de lo que menos le interesa hablar es del próximo juicio de Trump, que introducirá una potencial pesadilla de complicaciones de programación y drama político en un Senado ya tenso. 

En una alocución televisada, Biden no hizo mención al presidente saliente ni a su “impeachment” ni a los hechos violentos en el Capitolio la semana pasada.

Pero se centró en “la doble crisis de una pandemia y esta economía a pique”, un desafío que superará incluso el que enfrentó como vicepresidente de Barack Obama cuando asumió el cargo a raíz del colapso financiero de 2008.

Economía. El paquete de estímulo de Biden, por  presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, presentó el jueves un nuevo paquete de estímulo por 1,9 billones de dólares, destinado a sacar al país de su peor crisis desde los años 1930, y al que seguirá en las próximas semanas un plan de inversiones para relanzar la economía. “No podemos permitirnos quedarnos de brazos cruzados”, afirmó Biden. 

Cheques para las familias, fondos para reabrir las escuelas, dinero para acelerar tests y vacunas, liquidez para las pequeñas empresas o ayudas alimentarias reforzadas: las medidas deben responder a la urgencia e impedir que el país se hunda todavía más en la crisis.

Después vendrá un plan de inversiones en la economía verde, cuyos detalles serán precisados en las próximas semanas. El objetivo será entonces crear “millones de empleos” en la industria manufacturera y “bien pagados”. 

“Imagínense un futuro: ‘hecho en Estados Unidos’, ‘hecho completamente en Estados Unidos’ y completamente por estadounidenses”, expuso Biden, enfatizando que el dinero de los contribuyentes se utilizará para reconstruir Estados Unidos. Compraremos productos estadounidenses, sosteniendo millones de empleos industriales estadounidenses”, recalcó. 

Beneficios y costos. Antes, tendrá que convencer a los legisladores del Congreso (donde su partido Demócrata controlará por poco ambas cámaras) para que desbloqueen los 1,9 billones de dólares del plan de urgencia.

“El retorno de las inversiones en términos de empleo, de igualdad racial, evitará daños económicos en el largo plazo”, aseguró Biden adelantándose a la críticas sobre el empeoramiento de la deuda del país. 

“Los beneficios serán mucho mayores que el costo” de este plan, agregó.

Los republicanos podrían oponerse al paquete ya que recientemente elogiaron las virtudes de la ortodoxia presupuestaria, aunque en primavera sí votaron un plan de ayuda por 2,2 billones de dólares impulsado por Trump.

Los responsables demócratas de ambas cámaras, de su lado, aseguraron ya su apoyo: “Nos vamos a poner a trabajar inmediatamente para transformar en legislación, que será adoptada por las dos cámaras y ratificada en ley, la visión del presidente electo Biden”, reaccionaron Chuck Schumer y Nancy Pelosi en un comunicado conjunto.

El texto prevé que los estadounidense reciban un nuevo cheque de 1.400 dólares por persona en función de sus ingresos.

El paquete de 900.000 millones de dólares adoptado en diciembre, considerado como un “pago inicial” por Biden, había puesto ya 600 dólares en el bolsillo de cada persona, sujeto a ingresos. Pero los demócratas, inusualmente alineados con el presidente republicano saliente Donald Trump, habían exigido 2.000.

La asistencia adicional por desempleo, de la que aún viven 18 millones de estadounidenses, se extenderá hasta finales de septiembre, así como la posibilidad de tomar una licencia por enfermedad paga en caso de contagio de Covid-19. El texto también contempla la prórroga de la suspensión de los desalojos y ejecuciones hipotecarias de alquileres hasta finales de septiembre, así como el refuerzo de la ayuda alimentaria.

Vacunación. Además de salir al cruce de la crisis económica, Biden tendrá el desafío de la pandemia. Más de 388.000 personas han perdido la vida en el último año en Estados Unidos a causa del coronavirus, una cifra que probablemente haya superado las 400.000 cuando Biden asuma en una ceremonia de la que no participará Trump. 

Y la perspectiva puede empeorar cuando la variante B.1.1.7. del virus, detectada en Reino Unido y muy contagiosa, se convierta en marzo en la cepa dominante en el país, lo cual podría aumentar el porcentaje de personas que deben vacunarse para lograr inmunidad colectiva.

Biden anunció el viernes que prevé incrementar los recursos federales para los centros de vacunación comunitarios, así como desplegar clínicas móviles y expandir la fuerza laboral de salud pública para acelerar las inmunizaciones. 

¿Su meta? Vacunar a 100 millones de estadounidenses en sus primeros 100 días en el cargo, un aumento drástico en el ritmo actual. “Este será uno de los esfuerzos operativos más desafiantes en la historia de nuestro país”, dijo el demócrata de 78 años. “Pero tienen mi palabra: nos las arreglaremos”, prometió.

Estados Unidos, con 328 millones de habitantes, había enviado hasta el jueves por la mañana a los estados unos 30 millones de dosis e inyectado solo 11,1 millones, según datos oficiales, muy por debajo de la meta de Trump de haber vacunado en diciembre a 20 millones de personas.

Biden busca reforzar el papel del gobierno federal en la campaña de inmunización, movilizando a la agencia para emergencias FEMA y reembolsando a los estados que desplieguen a su Guardia Nacional. 

Impeachment. El presidente electo dice que quiere abordar todo esto al mismo tiempo, dejando atrás uno de los períodos más oscuros de la historia de Estados Unidos. Es una tarea difícil. Sin embargo, Biden asume el cargo con una ventaja que no esperaba ni siquiera hace unas semanas: control total del Congreso. 

Las impactantes victorias de los demócratas en las dos elecciones de segunda vuelta del Senado de Georgia, la semana pasada, les dan mayoría, aunque estrecha, en ambas cámaras. Esto también ayudará a Biden a que el Congreso le confirme rápidamente el gabinete que ha designado. Ya el 19 de enero el comité de Finanzas del Senado comenzará a analizar la nominación de Janet Yellen como secretaria del Tesoro.

Pero el tema ineludible es el juicio político. Trump fue acusado en la Cámara de Representantes el miércoles de “incitar a la insurrección” al alentar a una multitud de simpatizantes a marchar contra el Congreso el 6 de enero, que entonces certificaba la victoria electoral de Biden. La turba arrasó el edificio del Capitolio. Cinco personas murieron. 

En un escenario soñado por los demócratas, el Senado se habría convocado en una sesión de emergencia para llevar a cabo un juicio relámpago antes del 20 de enero, lo que obligaría a Trump a dimitir. Pero el líder de la todavía mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, descartó esa idea, diciendo que no había tiempo para llevar adelante un proceso “justo” con el presidente.

A partir del 20 de enero, McConnell perderá su liderazgo, que pasará a manos del demócrata Schumer.

La declaración de McConnell de que tiene la mente abierta sobre la culpabilidad del mandatario republicano plantea la posibilidad de que Trump aún pueda terminar siendo condenado por una mayoría de dos tercios en el Senado. 

Si es declarado culpable, una segunda mayoría simple de votos sería suficiente para impedir que el magnate inmobiliario intente volver a postularse como presidente en 2024. 

Pero antes de todo eso, los senadores tendrán que hacer malabares para ver cómo logran juzgar simultáneamente a un ex presidente republicano mientras cooperan en la agenda del nuevo presidente demócrata. 

Biden está tratando de persuadir a la Cámara Alta para que “se bifurque” y se ocupe de los dos temas de una manera organizada y eficiente, ocupándose “medio día del juicio político y medio día para que mi gente sea nominada y confirmada en el Senado, además de moverse en el paquete (Covid)”.