El presidente Jair Bolsonaro mantiene con firmeza su postura “negacionista” en relación al Covid-19 y al combate por vía de la inmunización. El jefe de Estado nunca quiso recibir la vacuna y, sin esa protección contra el Coronavirus, viajó a Nueva York para asistir a la asamblea anual de las Naciones Unidas. Hoy se supo que varios integrantes de la comitiva se contagiaron con el virus: el diputado Eduardo Bolsonaro, quien no despegó del padre durante la gira; la ministra de Agricultura Tereza Cristina, y el jefe de la cartera de Salud, Marcelo Queiroga. Pero aún no se sabe cuántos funcionarios de su séquito, 19 en total, fueron también contagiados.
Cuando el lunes pasado se encontró con el premier Boris Johnson, lo acompañaban el médico Queiroga y su hijo Eduardo, ambos enfermos por la pandemia. En esa cita, el presidente brasileño se sinceró con el británico, al punto de confesarle su rechazo por las vacunas. Johnson, quien comulga con varios aspectos de la ideología bolsonarista, estuvo internado por Covid , y pasó por terapia intensiva; de modo que ese mismo lunes, luego de dejar a Bolsonaro, procedió a hacerse un test.
El jefe del Palacio del Planalto fue el único que se diferenció de sus colegas. Y esa actitud le costó una reyerta con el alcalde de Nueva York Bill de Blasio. El político norteamericano había escrito una carta al secretario general de la ONU, António Guterres, donde le pedía que suspenda el arribo de delegaciones no vacunadas: “Con los protocolos en vigencia, precisamos enviar un mensaje a todos los líderes mundiales, especialmente Bolsonaro” demandó Blasio, una postura con la que inicialmente había coindido el presidente de la Asamblea Abdulla Shahid, de Maldivia. Pero Guterres se negó a adoptar tal medida: “No podemos discriminar a ningún presidente” sentenció.
Este viernes, el alcalde volvió a mencionar críticamente al presidente brasileño: “No sea como Bolsonaro, sino como Harry y Megan. Vacúnese” escribió en las redes. El príncipe británico y Meghan Markle están en estos días de visita en Nueva York. Antes incluso de esta asamblea, la portavoz Monica Grayley, había afirmado que aquellos miembros que quisieran vacunarse podrían hacerlo sin dificultad: “La ciudad puso la vacunación a nuestra disposición”. La embajadora estadounidense en las ONU, Nikki Haley, hizo una convocatoria en esa misma línea al requerir que los jefes de Estado “sean responsables” y que no “perjudiquen” la salud de los habitantes de Nueva York. Pero el emplazamiento de la diplomática no pareció conmover a la delegación brasileña.
Y las claves para esa displicencia pueden encontrarse en las alegaciones de Jair Bolsonaro en su discurso. Defendió el “tratamiento precoz” para atacar la pandemia, un asunto que hoy está en manos precisamente la Comisión Parlamentaria de Investigación del Covid-19. Para los miembros de ese comité del Congreso brasileño, hay hechos de corrupción por detrás de la estrategia del gobierno, que pretendía batallar contra la dolencia mediante la receta de medicamentos totalmente ineficaces frente a este virus. Es el caso de la cloroquina y de la ivermectina.
El otro eje discursivo de Bolsonaro se enfocó sobre la preservación del Amazonas y los cambios climáticos. Garantizó, inclusive, que 85% la floresta “está intacta” y mencionó que el abastecimiento de energía en Brasil proviene en 83% de fuentes renovables. Sin embargo, datos del Balance Energético Nacional de 2021 revelan que ese tipo de energía no contaminante aporta solo 48%.
En el Parlamento brasileño, el alegato presidencial “fue poco y nada convincente”. Para el senador Jean Paul Prates, “Brasil ya vivió días mejores en la ceremonia de apertura de la Asamblea de la ONU”. Su colega Renan Calheiros fue todavía más incisivo: “Fue un discurso mentiroso que mostró su limitación cognitiva frente al resto del mundo”.
*Autora de Brasil, 7 días. Desde San Pablo, Brasil.