Al cumplirse un año de los ataques en Barcelona y Cambrils aparecen de a poco más detalles de la investigación de este doble atentado reivindicado por la organización yihadista Estado Islámico (EI).
Hasta el momento, los investigadores no hallaron conexiones internacionales de esta célula nacida en Ripoll, un pueblo montañoso al norte de Barcelona, donde un imán sedujo a una decena de jóvenes de origen marroquí, aparentemente bien integrados, para unirse a la yihad.
En una casa abandonada a 200 km de la capital catalana prepararon explosivos de gran calibre con la basílica de la Sagrada Familia, el estadio del FC Barcelona o incluso la Torre Eiffel de París como posibles objetivos, según los investigadores.
La policía local, llamada Mossos d'Esquadra, vinculó los atentados terroristas cometidos en Cataluña con la explosión ocurrida el día anterior al atentado, 16 de agosto, en una casa de Alcanar, en la provincia de Tarragona.
La primera hipótesis que se barajó es que la explosión se había producido por la acumulación de gas, pero horas después encontraron numerosas bombonas de butano y 100 kilos de explosivos.
La detonación accidental de esos artefactos forzó a los terroristas a improvisar unos atropellos múltiples como los sufridos anteriormente por Niza (Francia), Londres o Berlín. Y además, evitó el derrumbe del edificio más emblemático del skyline de Barcelona, entre muchos otros.