Más de tres años y medio después del inicio de la invasión rusa a Ucrania, la perspectiva de un fin de las hostilidades aún parece lejana, dada la incompatibilidad de las exigencias de Moscú y Kiev.
Rusia detenta una posición de fuerza en el frente, donde sus tropas han acelerado el avance en los últimos meses en sectores críticos. Así busca negociar contando con el dominio de un vasto territorio ucraniano.
El Kremlin mantiene exigencias maximalistas para poner fin a su invasión. Vladimir Putin insiste en que la solución tenga en cuenta las “causas profundas” del conflicto; entre ellas: el deseo de Ucrania de unirse a la OTAN, una alianza militar que Moscú considera una amenaza existencial que se extiende hasta sus fronteras.
Rusia también pide que Ucrania ceda cuatro regiones del sur y el este que controla parcialmente (Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón), además de la península de Crimea, anexada en 2014.
Moscú quiere, además, que se levanten las sanciones internacionales en su contra y que Ucrania se convierta en un Estado neutral y desmilitarizado, y que, por lo tanto, renuncie al suministro de armas occidentales y ponga fin a la movilización militar.
Otras exigencias rusas, presentadas a los ucranianos durante una moratoria en sus conversaciones en Estambul entre mayo y julio, incluyen el fin de la ley marcial y la organización de elecciones presidenciales y parlamentarias en Ucrania en un plazo de cien días.
Posición ucraniana. Para Ucrania, las exigencias rusas son inaceptables. El presidente Volodímir Zelenski las ha calificado como una especie de “ultimátum”.
En Ucrania, el tema de las concesiones territoriales provoca gran controversia, ya que la población ha hecho enormes sacrificios humanos y ha visto importantes destrucciones materiales desde 2014, con el fin de mantener sus fronteras, establecidas al final de la URSS en 1991.
Kiev también teme que una reducción de su ejército o el fin de los suministros de armas occidentales dejen al país indefenso, en caso de que Rusia decida invadir de nuevo tras alcanzar la paz.
Oficialmente, Ucrania sigue exigiendo la retirada completa de las tropas rusas de su territorio, que actualmente controlan aproximadamente el 20% de su suelo. Presiona, junto con sus aliados, por un alto el fuego incondicional de 30 días, al que Moscú se niega.
También insta a europeos y estadounidenses a ofrecer “garantías de seguridad” sólidas para disuadir a Rusia e insiste en unirse a la OTAN, aunque Washington descartó esta posibilidad.
Ucrania, como otra opción, contempla con los europeos la creación de un contingente militar que podría desplegarse en el país, con el apoyo de la OTAN, en caso de alcanzar la paz. Esta posibilidad también fue firmemente rechazada por Moscú.
Europeos y estadounidenses. Para intentar lograr un acuerdo, rusos y ucranianos celebraron recientemente tres sesiones de negociaciones directas en Estambul, pero el resultado sólo fue un intercambio de prisioneros y de cadáveres de soldados. Durante la última de estas reuniones, en julio, las delegaciones constataron la “distancia” entre sus posturas.
Los europeos, que intensificaron sus contactos con Zelenski en las últimas semanas, siguen respaldando a Ucrania y reclaman que se los incluya en el acuerdo.
Donald Trump, en tanto, mantiene una política desconcertante, aunque insiste en convertirse en artífice de la tan ansiada paz.