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Berlin
El joven copiloto de Germanwings, Andreas Lubitz, que presuntamente causó este martes la muerte de 150 personas a bordo del vuelo 9525 de la aerolínea, tenía una vida que muchos desearían: 27 años y una carrera prometedora en la compañía aérea Lufthansa, donde trabajaba desde hacía un año y medio. Aún vivía con sus padres en Montabaur, el pequeño pueblo alemán donde nació, pero también tenía otra vivienda en la ciudad de Düsseldorf, destino del avión de la tragedia. Muchos de sus conocidos decían que volar “era su sueño”. Sin embargo, la imagen de chico “impecable”, a partir de las escuchas de la caja negra del avión y las pericias realizadas ayer en sus propiedades, parece esfumarse. Cada vez son más las pruebas que indicarían que estaba sufriendo una depresión, producto de una supuesta ruptura con su novia de hacía siete años y que por eso decidió presuntamente hacer descender el avión hasta estrellarlo en los Alpes.
La fiscalía de Düsseldorf encontró en su casa un certificado médico roto que no le permitía ir a trabajar. Estos trozos de papel determinarían, según los investigadores, que trató de “ocultar su enfermedad a su empleador y su entorno profesional”, aunque no definieron qué era lo que afectaba al copiloto del vuelo 9525, que cubría la ruta entre Barcelona y Düsseldorf.
Varios son los medios alemanes que coincidieron en informar que Andreas Lubitz, cuyo perfil de Facebook fue ayer desactivado por la red social, sufría problemas psicológicos.
Antecedente. El presidente ejecutivo de Lufthansa, Carsten Spohr, hasta hace unos días no encontraba explicación al comportamiento de Lubitz. El directivo había revelado que el joven interrumpió durante medio año su formación, pero no aclaró los motivos por razones de “confidencialidad”. Según los medios alemanes, este paréntesis se había debido a una crisis nerviosa.
Su familia no quiere hablar con la prensa, y la Clínica Universitaria de Düsseldorf informó que Lubitz fue atendido el 10 de marzo, pero tildó de “incorrecto” que fuera para un tratamiento por depresión.
Egipto: otro caso similar
Hace 16 años, en octubre de 1999, 217 personas murieron cuando un avión de Egypt-Air, que volaba rumbo a Nueva York –procedente de El Cairo–, cayó en medio del Océano A-tlántico. Los resultados de las investigaciones son tan similares al caso de Germanwings que dan escalofríos: el piloto del vuelo 990 salió de la cabina para ir al baño y su copiloto, Gameel Al-Batouti, aprovechó el momento para provocar el accidente. Tras varios análisis de las cajas negras, la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte de Estados Unidos determinó que Al-Batouti, un hombre casado y que tenía cinco hijos, se habia suicidado.