Con la mira puesta en la amenaza global de Estado Islámico (EI), medio centenar de jefes de Estado cerraron ayer la IV Cumbre de Seguridad Nuclear en Washington, en la que el anfitrión Barack Obama colocó en el centro de la agenda la preocupación de su país por la evolución del grupo terrorista y su demostrada capacidad para golpear en Occidente. Aprovechando el marco de la cumbre, el presidente estadounidense habló por primera vez sobre la necesidad de impedir que EI se dote de tecnología nuclear, y aseguró que eso representaría una “catástrofe humanitaria”.
Durante las sesiones del jueves, el tema central de debate entre las delegaciones había sido el programa nuclear bélico de Corea del Norte. Ayer, por iniciativa de Obama, la atención giró hacia la organización yihadista.
“No hay dudas de que si estos hombres locos (de EI) se hicieran con una bomba atómica o material nuclear, la usarían para matar a tantas personas inocentes como fuera posible”, dijo el mandatario estadounidense durante su discurso ante el pleno de la cumbre.
Obama instó a los demás países a hacer “todo lo posible” para evitar que grupos terroristas obtengan el material y la tecnología necesarios para fabricar un arma nuclear, así como a mejorar los mecanismos para compartir información de los servicios de inteligencia. Las cumbres nucleares en Washington giran en torno al concepto de la nuclear security, que se refiere a las políticas para evitar un uso bélico de la tecnología atómica. La nuclear safety, en cambio, alude a la gestión eficaz y segura de las fuentes
de energía nuclear.
“Tanto en el plenario como en las reuniones bilaterales sobrevoló la cuestión de EI y el interés por analizar el eventual impacto que tendría que un grupo terrorista se dotara de tecnología nuclear –comentó a PERFIL el embajador argentino Rafael Grossi, ex número dos del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y posible candidato a dirigir el organismo–. Se busca galvanizar el compromiso de los países en reforzar las medidas para combatir la amenaza terrorista”.
La pregunta es si el temor a que EI desarrolle un arma nuclear es fundado. El propio gobierno de los Estados Unidos admite que, en la actualidad, el grupo yihadista no cuenta con la tecnología necesaria para hacerlo (ver aparte). En Siria e Irak, la base territorial de EI, no hay material atómico. Y no existen antecedentes de grupos terroristas que hayan alcanzado la bomba, pese a que Al Qaeda contaba con una división especial destinada a los esfuerzos nucleares.
Lo que sí hay son ciertos indicios preocupantes. Algunas semanas atrás, las policías europeas descubrieron que uno de los terroristas que perpetraron los atentados de noviembre pasado en París siguieron y grabaron a un directivo de una central nuclear belga con acceso a materiales nucleares y radiactivos, incluido uranio enriquecido. Según la BBC, las autoridades creen que los responsables de esa operación de vigilancia fueron los dos hermanos yihadistas que se inmolaron la semana pasada con un cinturón de explosivos en el aeropuerto internacional de Bruselas.
Más allá de esas evidencias, el interés de Obama por instalar el tema en la cumbre debe ser leído en clave política: el cónclave ofrecía un marco ideal para que su gobierno promocionara su estrategia contra EI ante los países nucleares. Sobre todo si se considera que el gran ausente en la cumbre fue Rusia, contrapeso de Washington en la cruzada contra EI en Medio Oriente
El arsenal de EE.UU.
El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, anunció ayer que hará público el arsenal nuclear de su país por primera vez en una
década, y prometió que se hará una “descripción detallada” de las medidas de seguridad que toman sus Fuerzas Armadas para protegerlo.
Obama abrió con ese anuncio en Washington el plenario de la IV Cumbre de Seguridad Nuclear. Ante representantes de más de cincuenta países, el mandatario celebró que ya son 102 las naciones que han ratificado la Convención para la Protección Física del Material nuclear, adoptada en 1979 en Viena.
Esta Cumbre de Seguridad Nuclear, que comenzó el jueves con una cena en la Casa Blanca y que concluyó ayer, fue la cuarta desde que en 2009 Obama lanzó una iniciativa que se ha repetido desde entonces cada dos años. A la cita en Washington asistieron líderes de medio centenar de naciones, con la notable ausencia de Rusia, que posee uno de los mayores y más poderosos arsenales nucleares del mundo.