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juan manuel escobar

El juez chileno de los intocables

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Juan Manuel Escobar es el juez que esta semana mandó a la cárcel a los “intocables” del caso Penta –un poderoso holding económico– en Chile.

“Tiene que levantar la mano, como en el colegio”, les decía el juez durante el juicio a los imputados que querían hablar, en su mayoría influyentes empresarios, a los que dictó prisión preventiva. En el pasado, ya demostró que no duda en mandar poderosos a la cárcel. Y en 2005, por ejemplo, le suspendió la licencia a la hija de la presidenta Michelle Bachelet, Francisca Dávalos, por chocar en estado de ebriedad.

Con 56 años, cuenta con un historial de trabajo que contempla más de la mitad de su vida. Es abogado y ocupa el Octavo Juzgado de Garantía de Santiago, al que ingresó el 24 de junio de 1991 en el escalafón más bajo. Escobar es un juez del antiguo sistema judicial chileno, quien, en un mensaje de inevitable simbolismo, llevó a prisión preventiva a dos importantes empresarios chilenos y un ex subsecretario de Gobierno, entre otros, acusados en el mayor escándalo tributario y financiero de las últimas décadas en Chile. Cuando ingresó al Poder Judicial, en 1991, los magistrados como él llevaban todo el peso de los casos, investigando y decidiendo las condenas.

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Le gusta que le hagan caso y se notó en cómo ordenó y le dio agilidad a la audiencia. Entre los más connotados juicios que ha llevado se encuentra el denominado “caso Fragatas”, donde cayeron altos oficiales de la Armada por sobornos en compras militares o “Chiledeportes”, por desviación de fondos fiscales. Ex fiscales aseguran que es un juez que trabaja con criterio y sentido común, más que la pura doctrina. Lo describen como independiente y estricto.

Escobar fue preciso en definir a la corrupción “como el verdadero cáncer peligroso de la administración del Estado”.  La mañana del sábado que dictó las preventivas, el juez no pudo sino ser consciente de que su decisión era seguida por el poder político y económico, y por una ciudadanía que, igual que en otros países, exige cada vez estándares más altos de transparencia.