“El único extremismo que se permite a los creyentes es el de la caridad”, afirmó ayer el papa Francisco en la homilía que pronunció en una multitudinaria misa que ofició en un suburbio de El Cairo.
Fue la actividad central de la última jornada del histórico viaje a Egipto, que Francisco realizó apenas tres semanas después de una cruel matanza contra la minoría cristiana del país.
Amar y perdonar. Ante miles de católicos que asistieron a la misa, el Papa, que llegó a Egipto para promover la paz y la concordia entre cristianos y musulmanes, les pidió no tener miedo de “amar a todos, amigos y enemigos” y tener el valor de perdonar a quienes los ofenden.
Lo dijo en un momento del país africano en que los cristianos coptos ortodoxos y la minoría católica (unas 200 mil personas, presentes en Egipto desde el siglo V) atraviesan momentos complejos y son víctimas de crueles ataques terroristas.
Tres semanas atrás, el grupo yihadista Estado Islámico perpetró dos ataques contra iglesias coptas ortodoxas que dejaron en total 45 muertos, lo que dio al viaje papal un carácter simbólico para los cristianos del país.
En Egipto, al igual que en gran parte de Medio Oriente, los cristianos son maltratados y perseguidos por el fundamentalismo islámico y en las últimas décadas se vieron obligados a un éxodo masivo.
Para confortar y expresar su apoyo a los católicos egipcios, Francisco ofició ayer por la mañana, a plena luz de día, una misa en un estadio militar, celosamente custodiado.
Originalmente se iba a realizar en otro recinto, pero ante la previsión de afluencia y el obligado incremento de las medidas de seguridad tras el ataque de EI, el gobierno egipcio decidió trasladarla al estadio de las Fuerzas Aéreas.
Antes de la celebración, el Papa recorrió la pista del estadio en un carrito de golf blanco mientras saludaba a los fieles, que desplegaban desde las gradas globos entrelazados como si fueran las cuentas de un rosario.
Caridad. “El único extremismo que se permite a los creyentes es el de la caridad. Cualquier otro extremismo no viene de Dios y no le agrada”, afirmó Bergoglio en su homilía.
A Dios, destacó, “sólo le agrada la fe profesada con la vida”, e invitó a la comunidad cristiana local, víctima de atentados islamistas desde hace décadas, a no responder a la violencia con más odio.
“La verdadera fe es la que nos hace más caritativos, más misericordiosos, más honestos y más humanos; es la que nos hace ver al otro no como a un enemigo para derrotar, sino como a un hermano para amar, servir y ayudar”, aseveró el Pontífice.
Para Francisco, esa fe “es la que otorga a quienes la cultivan la valentía de perdonar a quien nos ha ofendido” y los impulsa “a difundir, a defender y a vivir la cultura del encuentro, del diálogo, del respeto y de la fraternidad”.
Después de la misa, y tras una breve ceremonia de despedida en el aeropuerto internacional de El Cairo, el papa Francisco partió de Egipto, tras dos días de periplo, de regreso a Roma.