Como muestran los trágicos ejemplos de la historia mundial, las sociedades en crisis siempre evacuaron sus frustraciones y sus angustias a través de un chivo expiatorio. Esa parece ser la función que, en este período de zozobra, cumplen los 12 millones de gitanos que residen en Europa.
El primado de Francia, cardenal André Vingt-Trois, utilizó la imagen del chivo expiatorio para referirse a la reciente decisión francesa de expulsar a unos 1.500 gitanos que vivían clandestinamente en la periferia de las grandes ciudades, cuando fueron señalados por el gobierno de Nicolas Sarkozy como responsables del aumento de la inseguridad y la violencia.
Pero las expulsiones, no comenzaron el mes pasado ni parecen ser el medio más adecuado para resolver el problema: desde 2007, Francia deportó 19.900 gitanos. La documentación histórica prueba que la mayoría se sedentarizó hace varias generaciones. Algunos, incluso, descienden de familias que llegaron al país en 1415.
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